Jatam¨ª, en Espa?a
Los problemas de protocolo planteados por el presidente iran¨ª no son nuevos y surgieron ya en su anterior gira europea por Italia y Francia, y no precisamente porque se viera sorprendido en su ingenuidad ante una presencia femenina. Por muchas alternativas que le fueron ofrecidas, no hubo modo de que aceptase sentarse a la mesa si otros comensales, obviamente no musulmanes, beb¨ªan vino. La condici¨®n de que en su presencia las mujeres lleven un suced¨¢neo de hiyab responde al mismo criterio.
No son simples cuestiones de forma que nuestro cl¨¦rigo reformador se vea obligado a respetar, sino indicios muy significativos del estado de la cuesti¨®n en Ir¨¢n ante todo y, secundariamente, en el mundo musulm¨¢n, en particular del que se inserta en nuestras sociedades. El problema reside en que la superioridad de la umma sobre cualquier otro colectivo humano se fundamenta sobre la puesta en pr¨¢ctica de la exigencia de 'ordenar el bien y prohibir el mal', lo cual implica la imposici¨®n del cumplimiento de los mandatos de Al¨¢ en toda situaci¨®n en que ello resulte posible, sea el medio de creyentes o de no creyentes. Por eso Jatam¨ª, autoridad eclesi¨¢stica shi¨ª, no puede tolerar que nadie en su presencia ignore las prohibiciones fijadas en el Cor¨¢n y en las sentencias del Profeta en cuanto al vestido y a la bebida.
El alcance de esta actitud concierne, y con una importancia mucho mayor, a la inserci¨®n de los colectivos musulmanes en las sociedades europeas, justamente por la entrada en juego de una propaganda cada vez m¨¢s activa contra lo que los nuevos ulemas llaman 'la asimilaci¨®n', esto es, la conservaci¨®n de la fe musulmana por los inmigrantes adecu¨¢ndose progresivamente a los usos de una sociedad laica. Urge, entonces, una reislamizaci¨®n que lleve a esos inmigrantes a adoptar el principio de que s¨®lo hay un Islam y por consiguiente han de dar prioridad a los mandatos divinos en el seno de la umma, la comunidad de los sumisos a Al¨¢, por encima de los usos y las reglas de los sistemas sociales de recepci¨®n. Frente a la integraci¨®n, la coexistencia, con el tapado de la mujer como s¨ªmbolo. Es lo que propone uno de los islamistas de m¨¢s influencia, Tariq Ramad¨¢n, en su reciente Ser musulm¨¢n en Europa. El programa hace presagiar una conflictividad creciente, de la cual las minor¨ªas musulmanas resultar¨ªan las m¨¢s afectadas negativamente por la inevitable reacci¨®n xen¨®foba frente al gueto expansivo propuesto por el nieto de quien fundara en Egipto los Hermanos Musulmanes. Todo horizonte de un Islam liberal resulta as¨ª cancelado.
El segundo indicio toca al papel desempe?ado por Jatam¨ª en la Revoluci¨®n iran¨ª, y que al avanzar su segundo mandato se perfila cada vez m¨¢s como la de un hombre entregado a la causa de una democracia isl¨¢mica, donde por un lado la participaci¨®n del pueblo en su conjunto, y de las mujeres desde su posici¨®n diferencial, permita desarrollar una sociedad civil moderna, siempre que hacia la otra vertiente sea conservado el caparaz¨®n isl¨¢mico que atenaza a los usos sociales y al propio papel de la mujer. En vez de 'la revoluci¨®n bajo el velo' de que habla un conocido estudio, 'el velo como l¨ªmite de la modernizaci¨®n'. Con el agravante de que el sistema pol¨ªtico mantiene el control estricto de las decisiones principales en manos del Gu¨ªa de la Revoluci¨®n y de su asamblea de te¨®logos, dispuestos a que en ning¨²n momento se alcancen ni una total libertad de expresi¨®n, ni una democracia efectiva. Lo que ha hecho posible Jatam¨ª es que las tensiones salgan a la luz, y que pueda atisbarse, contra lo que afirman nuestros/as islam¨®logos/as oficiales, un clamor sofocado por evolucionar hacia una sociedad laica de ciudadanos no perseguidos de manera constante por una polic¨ªa omnipresente ante las disidencias visibles en los campos del pensamiento y del vestido o los comportamientos de la mujer. Pero al mismo tiempo, ha sido la v¨¢lvula de seguridad de esa olla a presi¨®n y en momentos cruciales, como la insurrecci¨®n estudiantil de 1999, opt¨® por alinearse con los suyos. Es un hombre culto, preciso en sus manifestaciones, cuyo papel hist¨®rico ya est¨¢ cumplido, consistiendo ante todo en revelar que un poder teocr¨¢tico no puede autorizar una apertura que significar¨ªa su autodestrucci¨®n. En modo alguno es un Gorbachov del islamismo pol¨ªtico.
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