Los premios Pr¨ªncipe de Asturias llaman al di¨¢logo y a la libertad

El pr¨ªncipe Felipe y la reina Sof¨ªa salieron a las 17.57 del hotel Reconquista. Pocos minutos m¨¢s tarde empezaba, en el teatro Campoamor, la entrega de la 22? edici¨®n de los Premios Pr¨ªncipe de Asturias. Oviedo era desde mucho antes una fiesta. Con el tel¨®n de fondo de la m¨²sica de Haendel, los galardonados fueron ocupando sus respectivos lugares.

Woody Allen, que cerr¨® las intervenciones de los galardonados, improvis¨®. No hay mejor f¨®rmula para una ocasi¨®n como ¨¦sta que la que utiliz¨® un c¨®mico estadounidense del siglo pasado en una situaci¨®n similar, vino a decir. Y le cit¨®: 'No merezco este premio, pero tengo diabetes y tampoco la merezco'. Luego, se dedic¨® fundamentalmente a echar pestes del cine que se hace en su pa¨ªs y a rendir homenaje al europeo, con una elogiosa referencia a Almod¨®var. Habl¨® desde la perspectiva de quienes 'piensan que el cine es un arte', y coment¨® que en Estados Unidos ya s¨®lo se piensa en 'glorificar la tecnolog¨ªa'. 'Se gasta tanto dinero en publicitar durante un fin de semana una sola pel¨ªcula como el que gast¨® Bu?uel para filmar todas sus obras'. El cineasta lleg¨® al Campoamor tan nervioso que se olvid¨® del protocolario saludo a la Reina Do?a Sof¨ªa y al pr¨ªncipe Felipe, pero luego se fue relajando.

Arthur Miller habl¨® el primero. 'La palabra Espa?a en los a?os treinta era explosiva', dijo, 'el emblema esencial no s¨®lo de la resistencia contra un retroceso obligado a un feudalismo eclesi¨¢stico mundial, sino tambi¨¦n contra el dominio de la sinraz¨®n y la muerte de la mente'.

Su discurso, hilvanado sobre los recuerdos y lazos que lo ligan a este pa¨ªs, empez¨® y termin¨® en espa?ol con la voz quebrada de emoci¨®n. Se refiri¨® al siglo XX, 'probablemente el peor siglo de la historia', y habl¨® de la Guerra Civil (en la que intervinieron dos de sus amigos al lado de la Rep¨²blica) y de la Espa?a que lo ayud¨® a conocer Inge Morath, su ¨²ltima mujer y una extraordinaria fot¨®grafa, a la que rindi¨® homenaje.

'Uno de los atractivos de la identidad de Espa?a es la de haber conseguido negociar con ¨¦xito el pluralismo dentro de una misma naci¨®n', dijo Edward W. Said, que toc¨® en su discurso el fango de la historia contempor¨¢nea: los conflictos de los nacionalismos y la identidad, el ruido entre palestinos e israel¨ªes: 'Palestina es la tierra de dos pueblos que tienen que vivir juntos, en paz y con seguridad, como iguales, con los mismos derechos', subray¨®. Daniel Barenboim, por su parte, afirm¨®: 'Nuestro proyecto posiblemente no va a cambiar el mundo, pero es un paso, y son esos pasos los que todos tenemos la obligaci¨®n de dar desde nuestra responsabilidad y nuestras posibilidades'. Ambos emocionaron con sus intervenciones y recibieron una de las m¨¢s calurosas ovaciones de la tarde.

El pr¨ªncipe Felipe cerr¨® el acto. En una larga intervenci¨®n en la que glos¨® las cualidades de cada uno de los premiados, destac¨® el extraordinario valor del conjunto de los mismos. 'Como siempre ha sucedido', dijo, 'las puertas de la esperanza siguen abiertas, porque la historia nos ense?a que todas las tragedias y fracasos, todas las dificultades, por extraordinarias que sean, no han impedido que la humanidad siga avanzando hacia un mundo mejor'. Es verdad que son palabras, pero a la vista de las figuras que en esta edici¨®n han ganado los Premios Pr¨ªncipe de Asturias, no son palabras vac¨ªas. Son acaso las que han inspirado unos galardones que han iluminado durante estos d¨ªas Asturias, proyectando hacia todo el mundo esos viejos valores de la libertad, la inteligencia, la esperanza, el talento, la capacidad de compromiso y la piedad, el gusto por el trabajo bien hecho y la celebraci¨®n de la vida.