M¨¢s de un mill¨®n de alumnos barceloneses realizan visitas educativas fuera de las aulas
'Aprender va mucho m¨¢s all¨¢ del hecho libresco, tambi¨¦n hay que vivir las cosas', se?ala Marina Subirats, concejal de Educaci¨®n del Ayuntamiento de Barcelona. Con este objetivo, el consistorio, con el apoyo de 88 entidades barcelonesas, ha preparado 2.190 actividades educativas en las que participan m¨¢s de un mill¨®n de estudiantes. Transcurren fuera de las cuatro paredes de la escuela e integran visitas a lugares tan variopintos como el puerto, un museo, el planetario, un mercado o el Liceo. A lo largo del todo el curso escolar, alumnos de 2 a 18 a?os pueden recorrer diferentes puntos de la ciudad y aprender de la vida 'no como un ejercicio solitario y duro, sino con todos los sentidos, que son elementos claves para el conocimiento', afirma Subirats.
Esta peculiar oferta escolar, que empez¨® en el lejano curso 1988-1989 con apenas una decena de actividades y menos de cinco entidades implicadas, va adquiriendo a?o tras a?o una mayor importancia para los centros y se ampl¨ªan a m¨¢s ¨¢mbitos: as¨ª, mientras una visita a la depuradora aprenden a valorar la importancia del agua y a comprender la necesidad de sanearla, en Correos conocen el camino que recorre una carta, y la visita a un peri¨®dico quiere dar a conocer su funcionamiento.
'A ellos les va estupendamente porque durante unas horas se rompe el ritmo de las clases, se abren a nuevas experiencias y se lo toman un poco como una aventura, y para nosotros, aunque es un poco de jaleo, es tambi¨¦n como un soplo de aire fresco', se?ala un profesor al pie de la escalera de la plaza del Poble Espanyol de Barcelona.
Y es que en una de las ma?ana de este oto?o, una treintena de escolares de tercero de primaria visitan este peculiar espacio de Montju?c, pero no para conocer las variadas arquitecturas de las autonom¨ªas que all¨ª se muestran, sino para aprender de primera mano c¨®mo se elaboran artesanalmente los objetos m¨¢s cotidianos: una botella, un cesto o una vela. 'Esto tambi¨¦n lo hace mi padre, que es soldador, pero con una m¨¢quina muy grande', exclama Albert, uno de los alumnos, al contemplar como una artesana suelda dos metales en uno de los talleres que visitan, mientras la monitora, entre el griter¨ªo, trata de explicar los secretos de los estados s¨®lido-l¨ªquido-gaseoso.
Tras pasear por las calles empedradas, organizar un verdadero revuelo all¨¢ por donde pasan y visitar a varios artesanos m¨¢s, los ni?os llegan un taller donde, despu¨¦s de las pormenorizadas indicaciones del cestero, tienen una clase pr¨¢ctica: van a intentar hacer un peque?o cesto.
'?Es como hacer trenzas!', se r¨ªe Adriana mientras se afana en quebrar las palmillas que forman el objeto. '?Ves? ?Algo aprenden!', se r¨ªe la profesora que los acompa?a.
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