Dos construcciones te¨®ricas

Hay ejercicios de comparaci¨®n que no necesitan conclusiones. Juan Jos¨¦ Ibarretxe y Artur Mas han presentado con pocas semanas de diferencia sus respectivos proyectos pol¨ªticos para Euskadi y para Catalu?a, con la com¨²n ambici¨®n de protagonizar un salto hacia adelante en lo que en teor¨ªa nacionalista debe entenderse como el camino de la emancipaci¨®n nacional. Se trata de dos construcciones te¨®ricas, acompa?adas de sus correspondientes instrumentos pol¨ªticos y jur¨ªdicos con algunos puntos en com¨²n y muchas diferencias. En com¨²n: ambos son planes nacionalistas, basados en un concepto de naci¨®n con una fuerte componente esencialista. Para ambos pol¨ªticos, tanto Catalu?a como Euskadi son dos entidades a priori respecto a cualquier pacto pol¨ªtico y cualquier marco jur¨ªdico. Como lo es Espa?a para los nacionalistas espa?oles. Estas entidades esenciales y eternas dan lugar a unos derechos hist¨®ricos previos a la Constituci¨®n espa?ola y a un anhelo infinito imposible de colmar. Son dos planes nacionalistas y todo nacionalismo responde al modelo impl¨ªcito de que toda naci¨®n necesita un Estado para existir plenamente y que todo Estado debe constituir a una ¨²nica naci¨®n.

CiU concibe la relaci¨®n entre Catalu?a y Espa?a como bilateral entre dos conjuntos disjuntos y diferenciados, pero complementarios

No terminan aqu¨ª las coincidencias. Tanto el lehendakari como el conseller en cap han presentado sus planes como visiones para el futuro, pero con los pies anclados en las necesidades electorales del presente. Ibarretxe quiere entrar a manos llenas en el electorado de Batasuna, en las elecciones municipales, mediante un discurso radical destinado a amparar a nacionalistas ilegalizados u ofendidos. Mas quiere convencer en tres frentes: el dom¨¦stico del pujolismo, que quiere un relevo cre¨ªble para el liderazgo fuerte y carism¨¢tico de Pujol; el de la burgues¨ªa de los negocios, que desea influir en el gobierno del Estado, y el de los electores de CiU que se han convertido en electores potenciales de Esquerra Republicana.

Y ah¨ª empiezan las diferencias. Primera y fundamental: quienes se oponen a Ibarretxe saben que deben acordarse a diario de mirar bajo el coche, salir con escolta y aguantar las broncas de Arzalluz; quienes no est¨¦n de acuerdo con Mas saben que sus discrepancias son parte normal de la vida pol¨ªtica. Segunda y no menos importante: el lehendakari ha presentado un plan perentorio, que piensa aplicar aunque no obtenga el consenso parlamentario suficiente, y haciendo caso omiso a la legalidad vigente, porque cree que el pueblo vasco nacionalista tiene derecho a pronunciarse sobre su futuro; lo del conseller en cap no es un plan,sino un proyecto, que someter¨¢ al debate de los dem¨¢s grupos pol¨ªticos y aplicar¨¢ siguiendo el camino de la legalidad con un objetivo final, que es el de una reforma del Estatuto sin ninguna modificaci¨®n de la Constituci¨®n. Un tercer elemento decanta claramente el ejercicio comparativo: Artur Mas, en caso de obtener la reforma estatutaria a su satisfacci¨®n, se declara preparado a entrar en el Gobierno del Estado y, en buena y l¨®gica contrapartida, a aceptar consejeros populares o socialistas en un Gobierno con mayor¨ªa nacionalista, dos novedades absolutas en la historia de las relaciones del nacionalismo con los gobiernos y los partidos de ¨¢mbito espa?ol.

Territorialidad

La comparaci¨®n de los contenidos concretos todav¨ªa da m¨¢s juego: Ibarretxe sigue empe?ado en la territorialidad, con lo que significa de injerencia en Navarra y en Francia; Mas nada dice de territorio alguno fuera de Catalu?a. El primero imagina una Euskadi con pol¨ªtica exterior independiente, mientras que el segundo quiere para Catalu?a la representaci¨®n en instituciones de la UE y en la Unesco, as¨ª como en los ¨®rganos constitucionales espa?oles. Y con muchas otras diferencias, una coincidencia de primer nivel: Mas quiere una financiaci¨®n para el futuro como la que ya tiene Ibarretxe ahora.

CiU concibe la relaci¨®n entre Catalu?a y Espa?a como bilateral entre dos conjuntos disjuntos y diferenciados, pero complementarios. Ibarretxe imagina dos cuerpos separados, s¨®lo formalmente incluidos en el conjunto europeo mayor y en la relaci¨®n libre, y, por tanto, cambiante, de una asociaci¨®n casi nominal. Hay todav¨ªa un tercer modelo, el de Maragall, en el que Catalu?a y Espa?a son dos conjuntos en intersecci¨®n, y mutuamente determinantes de forma que no es posible avanzar en el autogobierno catal¨¢n sin reformar y profundizar en la estructura federal del Estado. El modelo de Maragall es de inspiraci¨®n tarradellista. El regreso del presidente de la Generalitat catalana en el exilio, hace ahora 25 a?os, fue fruto de la unidad y del consenso de todas las fuerzas pol¨ªticas catalanas, aunque se hizo sobre el sacrificio o para contrapesar el peso de la izquierda en las primeras elecciones democr¨¢ticas. Pero lo m¨¢s importante es que signific¨® la recuperaci¨®n de una instituci¨®n que manten¨ªa la legitimidad de la II Rep¨²blica y condujo a la Constituci¨®n y al Estado auton¨®mico.