El mito de la energ¨ªa abundante y barata
Desde 1973 abundan las proyecciones, estudios y ensayos que apuestan por el fin de la econom¨ªa del petr¨®leo. El argumento es sencillo: el crudo es un bien finito -como todos- y su extracci¨®n y explotaci¨®n est¨¢ sometido a esa ley de la econom¨ªa de mercado que, en s¨ªntesis, establece que el coste relativo de extracci¨®n de una materia prima es el primer factor -no el ¨²nico- que determina su utilizaci¨®n. Con independencia de la cantidad de petr¨®leo que quede todav¨ªa en el subsuelo de la Tierra, lo que importa es cu¨¢nto puede ser extra¨ªdo de forma rentable seg¨²n los par¨¢metros tecnol¨®gicos y econ¨®micos conocidos hoy.
Rifkin parte de una convicci¨®n temporal firme: entre los a?os 2016 y 2020 se alcanzar¨¢ el techo de producci¨®n del crudo y a partir de ah¨ª su precio empezar¨¢ a aumentar debido a la necesidad de recurrir a recursos cada vez m¨¢s complejos de extraer y refinar. No mucho m¨¢s lejana est¨¢ le fecha en la que el gas natural llegar¨¢ a su vez al techo de producci¨®n. Por lo tanto, habr¨¢ que sustituir la energ¨ªa basada en combustibles f¨®siles que actualmente soporta la econom¨ªa por otra que sea igual o m¨¢s barata. En su opini¨®n, es el hidr¨®geno.
La econom¨ªa del hidr¨®geno. La creaci¨®n de la red energ¨¦tica mundial y la redistribuci¨®n del poder en la tierra
Jeremy Rifkin Editorial Paid¨®s ISBN 84-493-1280-9
Las predicciones de este tipo son razonables, pero producen una cierta sensaci¨®n de unilateralidad. Los an¨¢lisis de la econom¨ªa del crudo que desarrolla el autor son s¨®lidos y acertados, lo cual favorece que el lector acepte el paso siguiente, que es la introducci¨®n del hidr¨®geno como combustible estrella para las d¨¦cadas siguientes.
?Tiene base la presunci¨®n? Pues s¨ª. Dif¨ªcil ser¨ªa negar que, como insiste el propio Rifkin, la econom¨ªa mundial se encuentra en un punto de inflexi¨®n del r¨¦gimen energ¨¦tico. Pero tambi¨¦n tendr¨ªa sentido suponer que en los pr¨®ximos 20 a?os aparecer¨¢n nuevas tecnolog¨ªas para aumentar la rentabilidad de las energ¨ªas que hoy consideramos marginales (e¨®lica, biomasa, fotovoltaica); o para mejorar las tecnolog¨ªas de extracci¨®n del petr¨®leo que hoy resulta caro.
Los argumentos en favor del hidr¨®geno son principalmente dos. El primero es que abunda en la naturaleza. Las estrellas son gigantescas plantas de combusti¨®n (nuclear) de hidr¨®geno y, por lo tanto, caben pocas dudas de que es una energ¨ªa abundante y probablemente barata. El segundo argumento es que algunas empresas importantes (por ejemplo, Royal Dutch Shell) apuestan inversiones cuantiosas para explotar la nueva energ¨ªa. Ni que decir tiene que la utilizaci¨®n del hidr¨®geno como combustible rebajar¨ªa la contaminaci¨®n ambiental. Y, en opini¨®n de Rifkin, contribuir¨ªa a diluir el poder de los monopolios de generaci¨®n y distribuci¨®n energ¨¦tica, contribuyendo a crear una suerte de red interactiva similar a la que hoy existe -si bien en ¨ªnfima extensi¨®n- con paneles solares individuales.
Sin embargo, no hay ¨¦nfasis en los obst¨¢culos o inconvenientes. Hoy no existe una tecnolog¨ªa clara de utilizaci¨®n masiva del hidr¨®geno. La extracci¨®n masiva del gas depende hoy de la electrolisis -ruptura de las mol¨¦culas de agua mediante electrici-dad-, procedimiento cuya carest¨ªa convierte en inviable la explotaci¨®n. Claro que, se escapa Rifkin, el coste de la electricidad es caro; pero bajar¨ªa la generaci¨®n el¨¦ctrica si se hiciera con energ¨ªas alternativas. Casi todo acaba volviendo a las energ¨ªas marginales.
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