A dos pasos de la perfecci¨®n
Pocas proezas musicales le quedan por realizar a Dave Holland, a no ser que se decida a interpretar, transcritas para contrabajo, las temibles suites para violonchelo solo de J. S. Bach colgado de alg¨²n puente sobre el T¨¢mesis. El prestigioso Festival de Monterey le rindi¨® homenaje en 2000 por el conjunto de su obra y le concedi¨® carta blanca para montar diferentes configuraciones instrumentales. La de big band fue quiz¨¢ la m¨¢s celebrada, y en su presentaci¨®n madrile?a se pudieron comprobar los motivos.
Ne¨®fito en la direcci¨®n de grandes formaciones, Holland ha preferido dejar las audacias para m¨¢s adelante y, con prudencia brit¨¢nica, empezar por las lecciones de los maestros modernos del arreglo orquestal. As¨ª, los de su big band recordaron la nacarada escritura, prodigio de an¨¢lisis y refinamiento, de Bob Brookmeyer, Thad Jones o Gary McFarland. Esa pizca de conservadurismo fue el primer paso que le separ¨® de la perfecci¨®n absoluta.
Dave Holland Big Band
Dave Holland (contrabajo) con orquesta de 12 miembros. Colegio de M¨¦dicos. Madrid, 29 de octubre.
El segundo lo dio el contrabajista al regatear protagonismo a sus mejores solistas: el trombonista Josh Roseman y sus erupciones expresionistas; Steve Nelson, ¨¢gil vibrafonista con cierta tendencia al atrac¨®n virtuos¨ªstico de notas; el bater¨ªa Billy Kilson, un dios oriental de seis brazos; Gary Smulyan (saxo bar¨ªtono), cuyo sonido, descarado y cortante, hizo justicia al apodo de su entra?able inspirador (Pepper Adams, El Cuchillo); y, por encima de todos, el saxofonista Chris Potter, plet¨®rico gracias a su agudo sexto sentido de la improvisaci¨®n. Tambi¨¦n se ech¨® en falta al anunciado Mark Turner.
Desde el principio qued¨® claro que la banda llegaba a Madrid en un momento ¨®ptimo. La precisi¨®n colectiva despu¨¦s de una larga gira estaba garantizada y no se detect¨® el m¨¢s nimio desajuste, ni en las piezas ya incluidas en el primer disco de la orquesta, What goes around (ECM), ni en los temas de composici¨®n reciente. Entre estos ¨²ltimos destac¨® Mental images, un imaginativo arreglo del trombonista Robin Eubanks que se desmarc¨® de la estrategia general para aproximarse a la filosof¨ªa del movimiento de avanzada M-Base. Entre los ya grabados mereci¨® especial atenci¨®n Shadow Dance, iniciado con una intervenci¨®n apabullante de Holland y encarrilado despu¨¦s en la pista africanista por la que tan a menudo rod¨® Oliver Nelson en los a?os sesenta y setenta.
En resumen, el concierto fue espl¨¦ndido a¨²n con las salvedades apuntadas, y el p¨²blico hubiera salido a¨²n m¨¢s contento si los asientos, tama?o alev¨ªn, del auditorio del Colegio de M¨¦dicos, por lo dem¨¢s de excelente ac¨²stica, no le hubieran mortificado espaldas y traseros. Para la pr¨®xima cita en esta sala quiz¨¢ haya que pedir asistencia a los galenos, preferentemente a los traumat¨®logos, cuyos severos retratos decoran la sala.
Babelia
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