El gobierno de los mercados
Tras una d¨¦cada de espera, Luiz In¨¢cio Lula da Silva ha ganado las elecciones presidenciales en Brasil. Su triunfo ha tra¨ªdo la sonrisa, siquiera por un d¨ªa, a millones de desheredados de ese pa¨ªs-continente, en el que se registra una de las mayores tasas mundiales de desigualdad en la distribuci¨®n de la renta. Muchos campesinos sin tierra, o pobladores de las favelas de las grandes ciudades, han salido a la calle para festejar lo que consideran el inicio de un proceso que les devuelva la dignidad que les corresponde como seres humanos.
Pero, sin embargo, los medios de comunicaci¨®n de todo el mundo han vuelto su mirada hacia las bolsas, intentando adivinar la reacci¨®n que la elecci¨®n de Lula haya podido provocar en eso que, eufem¨ªsticamente, se llaman 'los mercados'. Los mercados aparecen as¨ª ante los ojos de todo el mundo c¨®mo los ¨²nicos jueces capaces de otorgar su complacencia o manifestar su disgusto por lo ocurrido.
En la era de la globalizaci¨®n, 'los mercados' son los encargados de hacer el trabajo sucio.
Poco importa que Lula haya recogido en las urnas m¨¢s sufragios que ning¨²n presidente de los EE UU en toda su historia. Lula quiere cambiar -o al menos reorientar- el rumbo de la historia de su sufrido pa¨ªs y eso puede no gustar 'a los mercados', unos entes al parecer dotados de vida y de pensamiento, capaces de alegrarse o de expresar su contrariedad ante lo que ocurra en cualquier pa¨ªs del mundo.
Hubo un tiempo no tan lejano en el que, cuando la gente eleg¨ªa a un presidente de izquierdas, las personas, empresas, o instituciones que cre¨ªan verse perjudicadas por sus planteamientos pon¨ªan en marcha todo un engranaje de presiones econ¨®micas, pol¨ªticas o militares para disuadirle de llevar adelante su programa o, en su caso, para derrocarle. Eso es lo que le sucedi¨®, por ejemplo, a Salvador Allende en el Chile de los a?os 70. La CIA, la ITT, el empresariado y el ej¨¦rcito chilenos, hicieron su trabajo para impedir el avance de las reformas emprendidas, sin importarles demasiado lo que la opini¨®n p¨²blica pudiera pensar, ni las miles de muertes y desapariciones que provocaron.
En la actualidad, esos m¨¦todos, m¨¢s propios de la guerra fr¨ªa, han quedado anticuados. En la era de la globalizaci¨®n son 'los mercados' los encargados de hacer el trabajo sucio. As¨ª resulta todo m¨¢s limpio, m¨¢s as¨¦ptico. Ya no hay malos a quienes culpar de conspirar contra la democracia.
En su ensayo El sistema de mercado (Alianza, 2002) Charles Lindblom, profesor de econom¨ªa en Yale y expresidente de la Asociaci¨®n Americana de Ciencia Pol¨ªtica, distingue entre el mercado y las ¨¦lites del mercado, atribuyendo a ¨¦stas ¨²ltimas -corporaciones empresariales y grandes inversores privados- la capacidad de 'ejercer un poder pol¨ªtico que est¨¢ mucho m¨¢s all¨¢ de las capacidades de un ciudadano com¨²n', contando para ello con instrumentos de presi¨®n sobre los gobiernos que 'no s¨®lo distorsionan ampliamente el sistema democr¨¢tico, sino que les permiten obtener una variedad de prebendas y ventajas a menudo con gran coste para el resto de la gente'.
La privilegiada posici¨®n pol¨ªtica que ocupan las ¨¦lites del mercado constituye una grave distorsi¨®n del sistema democr¨¢tico, una concesi¨®n de poder o capacidad de influencia a grupos concretos, lo que viola el principio de igualdad pol¨ªtica. Dichas ¨¦lites no est¨¢n nunca dispuestas a perder esa situaci¨®n de privilegio. Por eso, avisan a Lula a trav¨¦s de 'las se?ales de los mercados'.
De aqu¨ª a la toma de posesi¨®n del nuevo presidente, esas se?ales continuar¨¢n revelando, sutilmente, sin necesidad de ruidos de sables, las intenciones de quienes, tanto dentro como fuera de Brasil, temen perder parte de sus privilegios. Si Lula acepta moderar sus propuestas y dejarles margen suficiente para sus negocios, las se?ales tal vez sean positivas. Pero si intenta traspasar la raya que ning¨²n gobierno latinoamericano elegido en las urnas ha logrado nunca atravesar, entonces los mercados har¨¢n saber con rotundidad a los m¨¢s de 70 millones de brasile?os que votaron a Lula que su elecci¨®n estaba equivocada, poniendo en juego todo el arsenal de presiones de que disponen en los planos financiero, medi¨¢tico, y pol¨ªtico, para desestabilizar el pa¨ªs.
Que esos m¨¢s de 70 millones representen la esperanza de cambio del 62% de la poblaci¨®n, no pasa de ser pura an¨¦cdota para los 'mercados' que gobiernan el mundo.
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