Cajas de sorpresa
Las cajas andaluzas suelen llevar sorpresa. Un d¨ªa te enteras de que una de ellas contrat¨® a unos detectives para que investigaran las vidas privadas de unos ciudadanos. Otro d¨ªa, conoces que el presidente de Cajasur, el cura Miguel Castillejo, ha asegurado su jubilaci¨®n en 2,9 millones de euros y declarado beneficiarias a sus cuatro hermanas. Esto quiz¨¢ sea lo m¨¢s pintoresco, pero no lo peor. Lo peor puede que sea que en los ¨²ltimos tiempos las cajas han abandonado su tradicional fomento de la vivienda social para dedicarse a avivar la especulaci¨®n inmobiliaria. O que sus filiales operen en para¨ªsos fiscales como las Islas Caim¨¢n. Hace un a?o, Chaves criticaba que las cajas sevillanas se dedicaran a este tipo de operaciones. Ahora, cuando el PSOE controla ya las cajas sevillanas, ?han cesado estas pr¨¢cticas?, ?han cesado tambi¨¦n en el resto de cajas andaluzas no mencionadas por Chaves en las que se hac¨ªa lo mismo?
Las operaciones opacas, los intentos de espionaje, las desmesuradas pensiones de jubilaci¨®n o los megal¨®manos gastos personales de m¨¢s de un dirigente de caja de ahorro no son sino simples manifestaciones del mismo problema: el descontrol. Parapetados tras el pretexto de la independencia profesional, los presidentes de cajas se terminan convirtiendo, tarde o temprano, en poderes aut¨®nomos. No es ya que el poder pol¨ªtico no tenga ning¨²n control sobre las cajas, es que a veces se da el caso -y el de las cajas sevillanas fue un claro ejemplo, pero quiz¨¢ no el ¨²nico- de que son los presidentes de las cajas los que tratan de controlar al poder pol¨ªtico ejerciendo su influencia sobre los medios de comunicaci¨®n o interviniendo desde la sombra en la vida partidaria. Les sobra presupuesto para ello.
Puede que los pol¨ªticos se hayan ganado a pulso su desprestigio, pero no por ello hay que despreciar a la pol¨ªtica. No es ning¨²n desatino que el poder pol¨ªtico intente controlar las cajas de ahorro, que no dejan de ser entidades p¨²blicas, sean cuales sean sus or¨ªgenes hist¨®ricos. Fuera de Andaluc¨ªa, el PP lo tiene claro: el presidente de la caja de Navarra es el presidente de esa comunidad y el de Caja Cantabria es tambi¨¦n secretario general del PP c¨¢ntabro. Ejemplos similares se encuentran en ?vila o Segovia. Si el PP gobernase en Andaluc¨ªa llevar¨ªa una pol¨ªtica semejante: su vocaci¨®n intervencionista ha quedado clara desde la llegada de Aznar a la Moncloa.
Est¨¢ bien que se exija que los representantes de los partidos en las cajas tengan la suficiente cualificaci¨®n, pero no se les puede descalificar por su militancia pol¨ªtica. Es preferible que las cajas obedezcan a la voluntad pol¨ªtica de la ciudadan¨ªa a que, desde la sombra, los presidentes de las cajas terminen influyendo sobre la vida pol¨ªtica usando, incluso, el juego sucio. De ah¨ª la importancia de la limitaci¨®n de mandatos de los presidentes. Es muy significativo que se sospeche de lo que se tildan de 'intereses pol¨ªticos' y se olvide que los presidentes de las cajas tienen sus propios intereses. Para evaluar estos intereses, es necesario conocer con absoluta transparencia sus ingresos, gastos personales y dem¨¢s compensaciones econ¨®micas, que, por lo que parece, han crecido desmesuradamente durante la ¨²ltima d¨¦cada.
Es urgente: las cajas andaluzas tienen que dejar de ser cajas de sorpresa.
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