Maor¨ª, transexual y diputada
La ex prostituta Georgina Beyer luch¨® contra la marginaci¨®n hasta convertirse en parlamentaria neozelandesa
Maor¨ª, transexual, mujer. Tres desventajas para vivir en casi cualquier parte del planeta. Y a la vez tres potenciales bombas de relojer¨ªa ocultas bajo la piel y capaces de hacer saltar por los aires cualquier pasado si se activan juntas. Georgina Beyer, transexual y diputada del Parlamento de Nueva Zelanda, lo ha hecho. Nacida George hace 45 a?os en el seno de una familia maor¨ª, a los 17 borr¨® su pasado de adolescente var¨®n. Se sent¨ªa mujer y empez¨® a serlo visti¨¦ndose como tal. 'Destru¨ª todas mis ropas de chico', recuerda. Esta apuesta sexual, sin embargo, le condujo a la marginaci¨®n y a sobrevivir como prostituta. Una identidad transitoria que abandon¨® cinco a?os despu¨¦s. El salto vino en los noventa, cuando fue reconocida como l¨ªder en su comunidad vecinal y el Partido Laborista le pidi¨® que se involucrara en pol¨ªtica. En 1999 fue elegida diputada del Parlamento de Nueva Zelanda. En julio de este a?o ha sido reelegida. Transexual, mujer -fue operada en 1994- y parlamentaria, Beyer no s¨®lo ha experimentado una doble metamorfosis en la ¨²ltima d¨¦cada. Su vida es una metamorfosis continua.
Le¨ªda, o contada por otros, la historia de Georgina Beyer parece inveros¨ªmil. Pero cuando se la conoce y es ella quien la narra, cobra sentido: la naturalidad con que asume sus transformaciones la hace cre¨ªble. 'Lo que me ha ocurrido en los ¨²ltimos 25 a?os es fruto de haber estado en cada momento en el sitio adecuado. Un tiempo en el que transexuales y gays han experimentado un proceso de transformaci¨®n y han podido abandonar la marginalidad. Yo he llegado al Parlamento a pesar de ser transexual, no por serlo', afirma. Beyer se encuentra estos d¨ªas en Espa?a invitada por el Festival Internacional de Cine L¨¦sbico y Gai de Madrid, que se inaugura el 1 de noviembre. El certamen incluye un documental biogr¨¢fico sobre la parlamentaria neozelandesa con el t¨ªtulo de Georgie Girl.
'A los 4 a?os ya me vest¨ªa de ni?a. A los siete segu¨ªa haci¨¦ndolo, pero me escond¨ªa de mis padres para que no me castigaran', declara al evocar su infancia. En 1976, al acabar los primeros estudios, rompi¨® con su familia, se traslad¨® a una gran ciudad y se matricul¨® en una academia de arte dram¨¢tico. En la gran ciudad descubri¨® el mundo gay y encontr¨® salida a su incertidumbre: pod¨ªa vestirse de mujer y vivir a su aire sin que pasara nada. Pero desemboc¨® en la marginalidad: trabaj¨® en clubs nocturnos como stripper, 'un empleo mal pagado', pero el ¨²nico a su alcance por entonces.
La industria del sexo
No esconde su paso por la prostituci¨®n, pero no mitifica ese periodo: 'Surgi¨® como una mezcla de arrogancia juvenil y de necesidad'. Ya en 1979 quiso abandonar la industria del sexo. 'Es un mundo duro que crea mucho resentimiento y las trabajadoras acaban despreci¨¢ndose'. Se traslad¨® un tiempo a Sidney (Australia) y trabaj¨® en un bar. La experiencia se sald¨® con dolor: fue violada por cuatro hombres. Su vida toc¨® fondo.
'Tuve tentativas de suicidio, pero al final me sent¨ª m¨¢s fuerte: volv¨ª a Nueva Zelanda, hice cursos de formaci¨®n y trabaj¨¦ en una biblioteca y en un hospital'. Simult¨¢neamente reemprendi¨® su carrera de actriz bajo las ¨®rdenes de directores de cine gay.
Implicada desde entonces en cuestiones sociales, los pol¨¦micos presupuestos de 1990 en el centro comunitario en el que colaboraba sacaron a la luz sus dotes de l¨ªder. 'Nunca so?¨¦ con dedicarme a esto, pero la escena y la pol¨ªtica est¨¢n bastante relacionadas', admite. En 1993, fue elegida concejal por Carterton; en 1995 accedi¨® a la alcald¨ªa con un amplio respaldo popular. En 1999 lleg¨® al Parlamento. Para su familia sigue siendo una extra?a, pero sus electores se sienten orgullosos de su singularidad: cuando la derecha le ha recordado su pasado, la acusaci¨®n se le ha vuelto en su contra. Beyer seguir¨¢ en pol¨ªtica hasta los 50: ah¨ª ha encontrado su nueva identidad. No tiene tiempo de pensar si alguien le gusta y de rehacer su vida en pareja. Pero ha aprendido el valor de la independencia y el arte de sobrevivir.
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