'La literatura me engancha cuando la palabra me acerca a la vida'
La literatura de Laura Restrepo surge de un pa¨ªs S¨ªsifo. De 'uno donde la gente se juega todo durante el d¨ªa, donde la vida se desploma cada noche y hay que reconstruirla cada ma?ana'. As¨ª retrata Laura Restrepo (Bogot¨¢, 1950) Colombia, en cuya vor¨¢gine da los primeros pasos a los 15 a?os, cuando ingresa en la Facultad de Literatura, y se adentra en ella con su traslado a la de Ciencias Pol¨ªticas. A partir de ah¨ª, los sucesos llegan a su vida en tropel, con su militancia en el trotskismo durante 20 a?os, vive la dictadura de Argentina, participa en las negociaciones de paz del grupo guerrillero M-19 de su pa¨ªs y se exilia en M¨¦xico por amenazas hasta que puede regresar a Colombia en los noventa. Todo ello mientras, desde los a?os ochenta, ejerc¨ªa como periodista.
PREGUNTA. ?Qu¨¦ diferencia hay entre la literatura colombiana de los a?os del boom y la actual?
RESPUESTA. Cuando yo ten¨ªa 17 a?os se public¨® Cien a?os de soledad. Ven¨ªa precedida por Pedro P¨¢ramo, de Juan Rulfo; por Gran Sert¨®n: veredas, de Guimar?es Rosa; y por Los r¨ªos profundos, de Jos¨¦ Mar¨ªa Arguedas. Era una tetralog¨ªa que sentaba los cimientos de nuestra novela en terrenos fundacionales y m¨ªticos. Pero despu¨¦s, como ¨¦ramos muy politizados, urbanos, laicos y metidos con lo social, no nos qued¨® m¨¢s remedio que tomar cada cual su camino, renunciar a visiones cosmol¨®gicas o totalizadoras. Aterrizar en lo cotidiano, aprenderle m¨¢s a Vargas Llosa y asumir nuestras peque?as historias particulares.
P. No ha sido f¨¢cil.
R. Es posible que lo que se haya producido en Colombia sea m¨¢s bien una literatura de ca¨ªnes. Pero novelas como La Virgen de los sicarios y El desbarrancadero, de Fernando Vallejo, demuestran que los hijos oscuros se pueden rebelar con maestr¨ªa y fiereza.
P. En su caso de levantar con sus novelas un mapa social y pol¨ªtico.
R. Antes de escribir ficci¨®n me dediqu¨¦ durante 20 a?os a la pol¨ªtica y al periodismo, y en mis novelas he seguido d¨¢ndole cuerda a esos dos grandes entusiasmos. Si Colombia ha sido mi obsesi¨®n es porque aqu¨ª vivo, aqu¨ª investigo, aqu¨ª se hace hombre mi hijo y lo que aqu¨ª ocurre me incumbe hasta la m¨¦dula. Adem¨¢s, Colombia es un territorio dif¨ªcil pero fascinante para un escritor, porque estamos atravesando por un periodo de tierra arrasada y de desplome en todos los niveles que exige que la vida sea inventada de nuevo. Aunque tambi¨¦n me tomo alguna licencia y ubico la narraci¨®n en otros lados: La Isla de la Pasi¨®n transcurre en M¨¦xico y Olor a rosas invisibles en Estados Unidos, y ando batallando con una nueva novela que tambi¨¦n transcurre lejos.
P. Pero siempre con sobrevivientes que viven en medio de la zozobra y el riesgo, con atisbos de alegr¨ªa.
R. Es parte del arte y la ma?a de la mayor¨ªa de los colombianos, dentro y fuera de la ficci¨®n... Empujo a mis personajes hasta el l¨ªmite, les pongo todo en contra, les doy la paliza y luego les sigo los pasos a medida que sobreviven a la cat¨¢strofe, exigi¨¦ndoles dignidad y, en lo posible, sentido del humor. No es f¨¢cil imaginar de d¨®nde saca la gente la fe o la reserva de coraje e iron¨ªa para seguir adelante... y ah¨ª es cuando debo investigar.
P. Sobre todo con temas como la pasi¨®n que tanto dominan sus novelas.
R. Dif¨ªcil una palabra m¨¢s esquizofr¨¦nica que pasi¨®n, con esa doble carga profana y religiosa que hace que se encuentren el amor y el dolor, el entusiasmo y el tormento, el afecto y la lujuria. Es un ingrediente que me interesa mucho -quiz¨¢ porque yo misma siempre he vivido como sentada sobre un volc¨¢n- y procuro inyectarle pasi¨®n a mis libros. A lo mejor precisamente por eso, para contrarrestar, trabajo tanto estructuras que contengan aquello e impidan que reviente.
P. Sacramento, un personaje de La novia oscura, cree que la literatura es unconjuro y puede revelar claves secretas.
R. Muy buena la literatura pero mejor a¨²n la vida. Lo digo sin ambages en tiempos donde lo pol¨ªticamente correcto parece ser los altares a la cultura y la veneraci¨®n de la palabra por s¨ª misma. A m¨ª la literatura me engancha en la medida en que, a trav¨¦s de la palabra, me acerca a la vida, me ayuda a comprenderla y me anima a celebrarla. Aunque tiene que estar bien escrita, si no, no se produce el conjuro del que habla Sacramento.
P. Por ejemplo.
R. De algo actual es Cuando ¨¦ramos hu¨¦rfanos, de Ishiguro, por que me permite explorar esa zona ignota entre el sue?o y la vigilia. O la poes¨ªa del peruano Jos¨¦ Watanabe que me obliga a escuchar las palpitaciones inquietantes de la intersecci¨®n entre el animal y el hombre. O Cormac McCarthy, que en Todos los hermosos caballos me lleva a la sangrante frontera entre el alma rural y el alma urbana. A eso llamo yo revelaciones.
P. ?Qu¨¦ autor contempor¨¢neo le interesa en especial?
R. Ahora hay escritores tan buenos como cualquiera de los cl¨¢sicos. Pero me quedo con Pierre Michon, autor de Rimbaud el hijo y de Vidas min¨²sculas, que reinventa al ser humano y a la palabra que lo expresa.
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