El sencillo esplendor rom¨¢nico

Conques se aparece como un milagro. El viajero que llega all¨ª, despu¨¦s de recorrer sinuosas carreteras de las estribaciones del Macizo Central franc¨¦s, tiene una sensaci¨®n de tiempo detenido. Un detalle lo corrobora: no hay ning¨²n cajero autom¨¢tico. El visitante debe dejar el autom¨®vil obligatoriamente antes de entrar al lugar. Luego caminar¨¢ junto a las casas de factura tradicional, la mayor¨ªa con entramados de madera; podr¨¢ entrar en alg¨²n taller artesanal y curiosear¨¢ en los establecimientos tur¨ªsticos, que son, en general, respetuosos con la est¨¦tica.

El gozo del viajero por el conjunto urbano y el atractivo paisaje alcanza su plenitud cuando se halla ante la fachada de la hist¨®rica abad¨ªa que dio fama al lugar: la abad¨ªa de Santa Fe de Conques, de los siglos XI y XII, aunque en ella hay tambi¨¦n obra del XIV y aun del XIX, cuando fueron sobreelevadas las torres de la portada del templo.

Un maravilloso t¨ªmpano

En la austera portada se descubre una de las m¨¢s originales creaciones del rom¨¢nico del siglo XII. El t¨ªmpano, asentado sobre un fuerte parteluz, constituye un magn¨ªfico documento en piedra. Semicircular y con 124 personajes, ante ¨¦l los peregrinos de todos los tiempos no pod¨ªan dejar de sorprenderse. La piedra calc¨¢rea amarillenta -que adquiere a¨²n mejores tonalidades en el atardecer- estuvo anta?o m¨¢s viva por el recubrimiento de color. En el centro aparece un Cristo de cuerpo vigoroso y rostro sereno, con el brazo derecho alzado y la mano abierta. Y en los diferentes registros, descripciones del Juicio Universal, con los bienaventurados (entre los que avanza Carlomagno, protector de la abad¨ªa), yendo hacia la gloria, mientras que los condenados se dirigen hacia las fauces de un horrendo Leviat¨¢n.

Un p¨ªo latrocinio

San Mart¨ªn de Tours, San Marcial de Limoges, San Sern¨ªn de Toulouse, la catedral de Santiago de Compostela y esta iglesia de Conques han sido los prototipos del rom¨¢nico de peregrinaci¨®n, con cabecera dotada de una girola y capillas radiales; una estructura que permit¨ªa la celebraci¨®n de la misa en el centro del templo y -a la par- el deambular de los peregrinos que se interesaban espec¨ªficamente por las reliquias all¨ª atesoradas.

El templo de Conques sorprende gratamente por su rom¨¢nico airoso, merced a la altura de las naves, el amplio crucero y la girola. El poder¨ªo de esta abad¨ªa surgi¨® a partir del a?o 880, cuando se dice que una pobre comunidad de monjes rob¨® de un monasterio de Agen las reliquias de una m¨¢rtir cristiana del siglo III: santa Fe. A partir de entonces se divulgaron por la cristiandad los hechos milagrosos de las santas reliquias de Conques, y el lugar se transform¨® en una de las v¨ªas clave hacia Santiago de Compostela. La abad¨ªa fue objeto de sucesivas ampliaciones. El abad Odolrico (1030-1060) emprendi¨® las obras rom¨¢nicas en el siglo XI, que siguieron en el siguiente, cuando se proyect¨® con fresca ingenuidad y magn¨ªfica distribuci¨®n el t¨ªmpano de la portada.

El tesoro religioso de Conques es el m¨¢s representativo del medievo franc¨¦s, con piezas excepcionales como la estatua relicario de santa Fe (siglos X al XV), de madera y recubierta de oro, plata y joyas. El relicario de Pipino es tambi¨¦n bell¨ªsimo, del siglo VIII o IX, en madera, oro y piedras preciosas, o la llamada A de Carlomagno, de madera y cubierta de plata sobredorada y con esmaltes, posible donaci¨®n del emperador y mandada retocar por diferentes abades. No es de extra?ar tanta riqueza y lujo, pues Conques fue en el medievo -antes de Limoges- el principal centro de producci¨®n de esmaltes.