El Real Madrid se oxigena en Riazor

En las circunstancias actuales y con los p¨¦simos antecedentes de la ¨²ltima d¨¦cada, sobrevivir a Riazor puede considerarse una conquista casi tit¨¢nica para el Madrid, que esta vez se libr¨® de la tunda de todos los a?os cuando m¨¢s condenado parec¨ªa. El empate sin goles disipar¨¢ por unos d¨ªas la tormenta que ya amenazaba Chamart¨ªn, aunque el estado del Madrid sigue siendo francamente precario.

Al Deportivo le faltaron otras cosas, pero la fe no la perdi¨® nunca. Como no era capaz de imponerse a la defensa del Madrid, m¨¢s firme que de costumbre, el Deportivo lo intent¨® con balones largos o lanzando contragolpes cada vez que recuperaba el centro del campo. No le ayud¨® mucho el estado del c¨¦sped, que se fue encharcando irremediablemente. Seguramente toda la convicci¨®n del Deportivo, que atac¨® con mayor fundamento y constancia en la segunda parte, nac¨ªa de la esperanza de que, m¨¢s pronto o m¨¢s tarde, acabar¨ªa apareciendo Makaay. Cada bal¨®n que toc¨® el holand¨¦s, despert¨® la excitaci¨®n del Depor y encendi¨® la alerta roja en la zaga madridista, que no parec¨ªa tener ojos para nadie m¨¢s. Pero fue muy poco lo que le cay¨® a Makaay para esperar que ejecutara con la frialdad que acostumbra. Al final, Irureta lo intent¨® tambi¨¦n con Luque, sin que el panorama cambiara en nada. El Madrid aguant¨® su empate hasta el final, un resultado discreto aunque suficiente en tiempos de convulsi¨®n.