Falsos medicamentos
El desmantelamiento de una extensa red acusada de fabricar y distribuir un medicamento ilegal supuestamente indicado contra el c¨¢ncer y el sida, entre otras enfermedades, ha puesto de manifiesto la fragilidad del sistema de seguridad en la prescripci¨®n de f¨¢rmacos. ?C¨®mo es posible que un producto no registrado por Sanidad se haya distribuido y recetado en toda Espa?a durante a?os sin que se activaran los mecanismos de control? La sustancia que se ha comercializado bajo el nombre de Bio-Bac tiene una larga historia a sus espaldas desde que su creador, un farmac¨¦utico de C¨®rdoba, intentara registrarla a principios de la d¨¦cada de los setenta como 'una autovacuna de enzima viviente contra el c¨¢ncer'.
Los sucesivos intentos fallidos de legalizar el producto no activaron, como hubiera sido l¨®gico, una vigilancia especial sobre las actividades de sus promotores, de modo que no s¨®lo hab¨ªan logrado crear un laboratorio clandestino para producir el f¨¢rmaco, sino que hab¨ªan constituido una red de distribuci¨®n a trav¨¦s de m¨¦dicos naturalistas a los que hab¨ªan captado en congresos y reuniones cient¨ªficas. Que alguien pretenda lucrarse a costa de la desesperanza de enfermos terminales o sin tratamiento posible es del todo censurable y merece una severa sanci¨®n penal. Pero la responsabilidad de lo ocurrido no termina en quienes directamente han cometido el presunto delito.
Tambi¨¦n es imputable a quienes no fueron capaces de impedir ese abuso. Al menos desde el a?o 2000, las autoridades sanitarias ten¨ªan constancia de que el f¨¢rmaco se estaba recetando y de que se vend¨ªa incluso a trav¨¦s de Internet, algo por otra parte muy f¨¢cil de verificar. Y sin embargo, la red clandestina ha estado operativa y en expansi¨®n durante estos dos a?os, en los que cientos de pacientes han sustituido el tratamiento oncol¨®gico que recib¨ªan por una falsa esperanza sin garant¨ªa terap¨¦utica alguna.
El hecho de que tantos pacientes hayan sucumbido ante la propaganda de un medicamento que se presenta con la burda pretensi¨®n de combatir al mismo tiempo enfermedades de naturaleza tan diferente como el c¨¢ncer, el sida, la hepatitis o la artritis, s¨®lo es explicable por una combinaci¨®n de ignorancia y desesperaci¨®n.
Pero los m¨¦dicos que recetaban este producto, ni estaban desesperados ni pod¨ªan ignorar que el f¨¢rmaco no cumpl¨ªa ninguno de los requisitos necesarios para poder ser recetado, pues ni hab¨ªa superado los ensayos cl¨ªnicos que se exigen para probar su eficacia y seguridad, ni hab¨ªa obtenido el registro oficial como medicamento, ni pod¨ªa ser adquirido en una farmacia. Es evidente, por ello, que tampoco han funcionado los mecanismos de control deontol¨®gico de los colegios profesionales.
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