El indio y el coche

Les voy a contar una historia que he visto en la tele. Es muy corta. Apenas veinte segundos. Me temo que yo tardar¨¦ un poco m¨¢s. Es la historia de un indio, un indio que vive en un barrio miserable de la India, o de Pakist¨¢n o de.... Es pobre pero tiene coche, un destartalado utilitario de hace mil a?os. Un coche pobre, como ¨¦l mismo, como todo lo suyo.

El indio no se conforma con aquello: quiere un coche europeo, un precioso coche franc¨¦s, como el que tiene recortado de una revista. 'Pens¨¢ndolo bien, con unos ligeros toquecillos...'.

Manos a la obra. Unos martillazos por aqu¨ª, unas soldaduras por all¨¢, la ayuda de un sol¨ªcito elefante y... ?hale hop!: conseguido. Tras el resignado milagro del tes¨®n oriental, a bordo del renacido autom¨®vil, el indio, que sigue siendo igual de pobre pero que ahora tiene un mont¨®n de abolladuras con aspecto de coche franc¨¦s, se siente mejor consigo mismo.

Hasta aqu¨ª la historia de esos veinte segundos. Tengo, no obstante, algunas preguntas: ?era necesario ir hasta la India para filmar la historia? ?No hubiera sido suficiente utilizar cualquier indio de los muchos que viven en Par¨ªs? Mejor a¨²n: ?no pod¨ªa haberse rodado con un franc¨¦s de los miles que viven en los suburbios parisienses? ?O lo que se quiere decir, en el fondo, es que no hay ning¨²n franc¨¦s tan pobre o tan est¨²pido para hacer una cosa as¨ª?