Rudolf Augstein, el padre coraje del periodismo alem¨¢n
Ayer muri¨® inesperadamente, dos d¨ªas despu¨¦s de su 79? cumplea?os, uno de los hombres que m¨¢s han marcado el car¨¢cter de la Rep¨²blica Federal de Alemania desde que ¨¦sta emergi¨® de las ruinas de la guerra y de la miseria del fascismo. Rudolf Augstein, fundador, propietario, editor y 'alma' del semanario alem¨¢n Der Spiegel, publicaba a¨²n hace semanas sus c¨¦lebres art¨ªculos, muchos de ellos furibundos, siempre l¨²cidos y plet¨®ricos de valent¨ªa y honestidad intelectual, en el semanario que ayer qued¨® hu¨¦rfano. A?o haciago ¨¦ste para el periodismo aleman. Hace pocos meses hab¨ªa muerto su gran dama, la condesa Marion Gr?fin D?nhoff, coeditora del otro gran semanario, Die Zeit, con el ex canciller Helmut Schmidt, tambi¨¦n gravemente enfermo en la actualidad.
No es ninguna exageraci¨®n el afirmar que la personalidad y la labor de Rudolf Augstein son tan imprescindibles para entender la pol¨ªtica de la Alemania democr¨¢tica surgida de la hecatombe de la Segunda Guerra Mundial como las de Konrad Adenauer, Willy Brandt o Helmut Kohl. Su concepto del periodismo militante en favor de la democracia y la transparencia, en contra del autoritarismo y el oscurantismo tan arraigado en el legado alem¨¢n, form¨® a generaciones enteras en el compromiso de rehabilitar el nombre de la naci¨®n alemana despu¨¦s de salir, con su derrota militar, del abismo moral al que se hab¨ªa lanzado en los a?os treinta.
Augstein naci¨® en Hannover en 1923, cuando la Rep¨²blica de Weimar acababa de emprender su senda hacia la autodestrucci¨®n. A los 18 a?os ya trabajaba como becario en un peri¨®dico de su ciudad natal. Un a?o m¨¢s tarde estaba ya en el frente de una guerra que Alemania comenzaba a perder. Tras una breve estancia en un campo de prisioneros aliado, consigui¨® un trabajo en un diario de Hannover bajo control brit¨¢nico. Y un a?o despu¨¦s, a los 23, era editor y director de la revista Diese Woche a la que en 1947 di¨® el nombre, muy pronto m¨ªtico en el periodismo alem¨¢n, de Der Spiegel. A?os despu¨¦s, por alejamiento de sus socios, se convirti¨® en propietario ¨²nico de la revista e impregn¨® a la misma de su car¨¢cter radicalmente democr¨¢tico, combativo e incorruptible.
Pero Augstein no s¨®lo cambi¨® la forma de ver la vida pol¨ªtica y el mundo de generaciones de alemanes. Tambi¨¦n cambi¨® el curso de la historia del pa¨ªs cuando en 1962, tras ser detenido y encarcelado m¨¢s de cien d¨ªas, acusado de traici¨®n a causa de un art¨ªculo sobre unas maniobras de la OTAN, logr¨® vencer al omnipotente ministro de defensa Franz Josef Strauss y provoc¨® la ca¨ªda de ¨¦ste. Aquel fue un punto de inflexi¨®n que quebr¨® definitivamente las tentaciones autoritarias de la joven democracia alemana en la guerra fr¨ªa.
En 1974, Augstein regal¨® la mitad de las acciones de Der Spiegel a sus redactores. Pero nunca dej¨® de ser el hombre que ten¨ªa la ¨²ltima palabra y que no toleraba desviaciones del esp¨ªritu que hab¨ªa animado a la empresa desde su fundaci¨®n. Provocador muchas veces, invent¨® de hecho un nuevo tipo de lenguaje y t¨¦cnicas de periodismo que conjugaban rigor con iron¨ªa -a veces tambi¨¦n sarcasmo-, valent¨ªa investigadora, amplio espectro de opiniones y una solvencia econ¨®mica que garantizaba su radical independencia.
Augstein era el paradigma del hombre y periodista sin miedo, libre para zafarse con desprecio de condicionantes empresariales como de las correcciones pol¨ªticas que llegaban y desaparec¨ªan en el transcurso de los 60 a?os en que ejerci¨® con pasi¨®n e inteligencia su labor. Siempre se entendi¨® como un europeo, pero ante todo como un alem¨¢n. Critic¨® en esta ¨²ltima d¨¦cada con dureza -a veces con crueldad- al zeitgeist acomodaticio de las sociedades modernas y no pocas veces fue, con su pluma afilada, injusto con muchos de los pol¨ªticos con los que discrepaba. Hasta el final se mantuvo inflexible en sus principios e inalcanzable en su capacidad period¨ªstica y empresarial. Hace dos a?os, la Medium Magazin lo nombr¨® el 'periodista del siglo'. En Alemania lo fue sin ning¨²n g¨¦nero de duda.
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