Euskadi: un gran acuerdo de car¨¢cter incluyente

Desde hace m¨¢s de 25 a?os en Euskadi falta libertad. Desde la guerra civil, tres generaciones de vascos tenemos una percepci¨®n del tiempo distinta a la del resto de los espa?oles, de los europeos que desde 1945 viven en libertad. Por tanto, ser¨ªa una sinraz¨®n preocuparse de la gesti¨®n de la cosa p¨²blica sin querer conocer que esto est¨¢ pasando. Esta exigencia, este sentimiento, es el que hoy me hace afirmar con la misma convicci¨®n de siempre que son los valores de la defensa de la libertad los que tienen sentido en una sociedad democr¨¢tica, porque desgraciadamente todav¨ªa hay ideolog¨ªas que, queriendo defender patrias, asesinan.

Destacar¨¦ que fuimos los socialistas quienes propusimos al Gobierno una estrategia contra ETA, un acuerdo por las libertades y contra el terrorismo. Aquella iniciativa, de gigantescas consecuencias, ha demostrado una vez m¨¢s generosidad, altura de miras y una actitud suprapartidaria en la lucha contra el terrorismo. Los dem¨®cratas le enviamos a ETA y al mundo radical un mensaje n¨ªtido: ning¨²n Gobierno de Espa?a, bajo ninguna condici¨®n, ceder¨¢ ante su chantaje. As¨ª se cierra de una vez el paso a la tentaci¨®n de permitir que la estrategia frente a la violencia se use en la batalla electoral entre partidos como se hizo en el pasado. Somos leales con el acuerdo en tanto que progenitores de sus t¨¦rminos. Compartimos su contenido y su objetivo estrat¨¦gico: el combate contra el terrorismo y contra su pretensi¨®n de doblegar al Estado para obtener r¨¦ditos pol¨ªticos de la violencia.

Pero este hecho no legitima a ning¨²n partido, tampoco al Gobierno, para interferir en la pol¨ªtica del partido socialista. La actitud del PSOE impulsando acuerdos, respaldando la pol¨ªtica del Gobierno en la lucha contra el terrorismo, constituye una lecci¨®n de responsabilidad, dignidad y honestidad para quienes practicaron la actitud antag¨®nica en los tiempos en que el PSOE gobernaba Espa?a. As¨ª, padecimos un electoralismo irresponsable e indecente que hizo imposible el arbitrio de cualquier soluci¨®n o colaboraci¨®n entre Gobierno y oposici¨®n.

Ahora que todos celebramos los 25 a?os de la transici¨®n, no est¨¢ de m¨¢s reiterar nuestro respeto a los partidos pol¨ªticos de los que discrepamos. Especialmente en momentos en que sufrimos las intromisiones de los portavoces del Gobierno y del partido con el que hemos acordado el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. ?Cu¨¢ntas veces nos sermonean, acus¨¢ndonos de deslealtad, porque mantenemos nuestro pensamiento! El pluralismo existe, aunque nos cueste trabajo ejercerlo y a ellos aprender a aceptarlo.

La Constituci¨®n no es un s¨ªmbolo. Antes bien, se trata de una obra rebosante de dinamismo, generadora de energ¨ªa convivencial. Un texto que hay que leer, pero que es preciso sentir para ser comprendido y amado. No es, por tanto, un s¨ªmbolo sagrado. Es una herramienta cargada de futuro como la poes¨ªa, un compromiso basado en el Derecho, que instrumenta y hace posible la voluntad de vivir juntos expresada hace siglos, en condiciones de libertad.

Por eso no constituye un paso en la buena direcci¨®n la enso?aci¨®n que Ibarretxe ha plasmado con su iniciativa. Un ejercicio de pol¨ªtica-ficci¨®n que, no s¨®lo contiene un programa en el tiempo y una aspiraci¨®n pol¨ªtica, sino que ha concretado el programa m¨¢ximo del nacionalismo. As¨ª, con su propuesta, el futuro de Euskadi pasa por el retorno a ninguna parte, el regreso a un pasado de soberan¨ªa compartida que nunca existi¨®. Nos hallamos, sin duda, ante un proyecto independentista que, aunque pretenda hallar engarce en el ordenamiento legal a trav¨¦s de una apelaci¨®n al art¨ªculo 46 del Estatuto -el que regula su reforma- y a las disposiciones adicionales de los derechos hist¨®ricos, en nuestra Carta Magna no tiene encaje legal alguno. Su contenido resulta absolutamente contrario a los principios b¨¢sicos de la Constituci¨®n. No se trata, pues, de que esta propuesta exija cambios formales de algunos art¨ªculos de la misma, sino que altera los t¨ªtulos b¨¢sicos del texto constitucional. Exige, por tanto, una nueva Constituci¨®n para Espa?a, que al proponerse de un modo unilateral supondr¨ªa de facto la demolici¨®n del Estado constitucional de 1978.

Para el lehendakari, la prioridad ¨¦tica y democr¨¢tica no debiera ser otra que la de erradicar el terrorismo y recuperar las libertades, acabar con la matriz del terrorismo y poner fin a la multiplicaci¨®n de las excusas inmediatamente. Porque en Euskadi las bases del contrato social, el fundamento del acuerdo para vivir en sociedad, est¨¢ roto. Vivimos en una situaci¨®n prepol¨ªtica que es necesario atajar adecuadamente. La experiencia del tiempo transcurrido nos obliga a aportar soluciones viables. Soluciones capaces de desbloquear la realidad actual, que permitan la salida del t¨²nel. Es tiempo ya de aportar una propuesta para el futuro que contemple una realidad inequ¨ªvoca: los vascos somos plurales, diversos, pensamos en claves diferentes unos de otros. Y no es posible ni deseable la derrota de quienes no comparten nuestra opini¨®n. No debiera ser posible ni deseable convertir al adversario en enemigo, porque la riqueza pol¨ªtica de nuestra comunidad radica en la expresi¨®n plural de las ideas. Y precisamente por ello, y porque no creo en la derrota del adversario m¨¢s all¨¢ de la leg¨ªtima pugna democr¨¢tica, es por lo que considero oportuno trasladar al conjunto de las fuerzas pol¨ªticas vascas que hace falta un marco de acuerdo b¨¢sico por la libertad y el respeto a la diferencia.

Un gran acuerdo de car¨¢cter incluyente en el que quepan todos los dem¨®cratas y que garantice para todos la oportunidad de hacer pol¨ªtica en Euskadi. Los nacionalistas y los no nacionalistas, los dem¨®cratas, todos debemos suscribir un pacto social y pol¨ªtico suficiente para garantizar la estabilidad institucional de nuestra comunidad. Un contrato social desde el que emprender una pol¨ªtica compartida para acabar con el terrorismo, la delincuencia y la extorsi¨®n.

Soy de los que creen que un Gobierno de futuro ser¨¢ aquel que rompa la dicotom¨ªa entre nacionalismo y no nacionalismo, que sume a todos los dem¨®cratas -nacionalistas-socialistas-conservadores-; que aborde los problemas de Euskadi desde propuestas pol¨ªticas que trasciendan a los sentimientos de pertenencia, o a una particular visi¨®n de la soberan¨ªa. Mi esperanza, por ello, est¨¢ puesta en un gran acuerdo, profundo y definitivo. En nuestra memoria colectiva como pueblo contamos con ejemplos en los que inspirarse y a los que recurrir. Llevamos 25 a?os ensay¨¢ndolo casi todo. A¨²n no hemos dado con la soluci¨®n. ?se es nuestro reto.

Javier Rojo es secretario de pol¨ªtica institucional del PSOE.