EE UU contra Irak: una humilde propuesta
Los esfuerzos denodados de la Administraci¨®n de Bush por hacerse con el control de Irak -mediante una guerra, un golpe de Estado militar o cualquier otro medio- han suscitado varios an¨¢lisis sobre los motivos que los gu¨ªan. Anatol Lieven, socio principal de la Fundaci¨®n Carnegie para la Paz Internacional, observa que los citados esfuerzos responden a 'la cl¨¢sica estrategia moderna de una oligarqu¨ªa derechista en peligro, que es desviar el descontento de las masas al nacionalismo' a trav¨¦s del miedo a los enemigos externos.
El objetivo de la Administraci¨®n, afirma Lieven, es 'el dominio mundial unilateral a trav¨¦s de la superioridad militar absoluta', que es la raz¨®n por la que gran parte del mundo est¨¢ tan asustada. Sin embargo, la Administraci¨®n de EE UU ha pasado por alto una sencilla alternativa a invadir Irak: dejar que Ir¨¢n lo haga.
Antes de desarrollar esta humilde propuesta, vale la pena examinar los antecedentes de la belicosidad de Washington. Desde los ataques del 11 de septiembre, los republicanos han usado la amenaza terrorista como un pretexto para hacer que se apruebe un programa pol¨ªtico de derechas. Para las elecciones al Congreso, la estrategia ha desviado la atenci¨®n de la econom¨ªa a la guerra. Cuando la campa?a presidencial comience, los republicanos no querr¨¢n que la gente haga preguntas sobre sus pensiones, trabajos, seguros de salud y otros asuntos. En vez de eso, deber¨ªan estar alabando a su heroico l¨ªder por rescatarlos de una inminente destrucci¨®n por parte de un enemigo con poder colosal, y marchando hacia el enfrentamiento con la siguiente fuerza poderosa dispuesta a destruirnos.
Las atrocidades del 11 de septiembre proporcionaron una oportunidad y un pretexto para poner en pr¨¢ctica antiguos planes para hacerse con el control de la inmensa riqueza petrolera de Irak, un componente central de los recursos del golfo P¨¦rsico que el Departamento de Estado, en 1945, describi¨® como 'una formidable fuente de poder estrat¨¦gico, y uno de los mayores premios materiales en la historia del mundo'. El control de las fuentes energ¨¦ticas alimenta el poder econ¨®mico y militar de EE UU, y el 'poder estrat¨¦gico' se traduce en una palanca para controlar el mundo.
Una interpretaci¨®n diferente es que la Administraci¨®n de Bush cree en lo que dice: Irak se ha convertido en una amenaza para nuestra existencia misma y para sus vecinos. As¨ª que debemos asegurarnos de que las armas de destrucci¨®n masiva y los medios para producirlas sean destruidos, y Sadam Husein, el monstruo, eliminado. Y r¨¢pidamente. La guerra debe hacerse este invierno. El pr¨®ximo ser¨¢ demasiado tarde. Para entonces el hongo nuclear que la asesora Condoleezza Rice predice puede habernos consumido ya.
Supongamos que esa interpretaci¨®n es correcta. Si los poderes de Oriente Pr¨®ximo temen a Washington m¨¢s que a Sadam, como aparentemente sucede, eso s¨®lo revela su comprensi¨®n limitada de la realidad. S¨®lo es una casualidad que para el pr¨®ximo invierno la campa?a presidencial estadounidense est¨¦ en marcha. ?C¨®mo podemos lograr entonces los objetivos anunciados? Parece que se ha ignorado un sencillo plan, quiz¨¢ porque se considerar¨ªa insensato, y con raz¨®n. Pero es instructivo preguntarse por qu¨¦. La humilde propuesta es que EE UU anime a Ir¨¢n a invadir Irak, proporcionando a los iran¨ªes el necesario apoyo log¨ªstico y militar, desde una distancia segura (misiles, bombas, bases, etc.) Actuando por poderes, uno de los polos del 'eje del mal' se enfrentar¨ªa a otro. La propuesta tiene muchas ventajas sobre sus alternativas.
En primer lugar, Sadam ser¨¢ derrocado; de hecho, despedazado junto a cualquiera que est¨¦ junto a ¨¦l. Sus armas de destrucci¨®n masiva tambi¨¦n ser¨¢n destruidas, junto con los medios para producirlas. En segundo lugar, no habr¨¢ bajas estadounidenses. Es cierto que muchos iraqu¨ªes e iran¨ªes morir¨¢n, pero eso dif¨ªcilmente puede preocupar a nadie. Las personas del c¨ªrculo del presidente Bush -muchos de ellos reaganianos reciclados- apoyaron a Sadam despu¨¦s de que ¨¦ste atacara Ir¨¢n en 1980, ajenos al enorme coste humano, o bien entonces o bajo el posterior r¨¦gimen de sanciones.
Es probable que Sadam use armas qu¨ªmicas. Pero los actuales dirigentes apoyaron firmemente a 'la bestia de Bagdad' cuando us¨® armas qu¨ªmicas contra Ir¨¢n en los a?os de Reagan, y cuando us¨® gas contra 'su propio pueblo': los kurdos, que eran su propio pueblo en el sentido en que los cherokis eran el pueblo de Andrew Jackson. Los actuales planificadores de Washington continuaron apoyando a la bestia despu¨¦s de que cometiera sus peores cr¨ªmenes con diferencia, proporcion¨¢ndole incluso medios para desarrollar armas de destrucci¨®n masiva, nucleares y biol¨®gicas, justo hasta la invasi¨®n de Kuwait. Bush n¨²mero uno y Cheney tambi¨¦n autorizaron la matanza de los shi¨ªes que llev¨® a cabo Sadam en marzo de 1991, en aras de la 'estabilidad', como se explic¨® escuetamente entonces. Le retiraron su apoyo a causa de su ataque a los kurdos s¨®lo bajo gran presi¨®n internacional e interna.
En tercer lugar, la ONU no ser¨¢ problema. No ser¨¢ necesario explicar al mundo que Naciones Unidas es relevante cuando sigue las ¨®rdenes de Estados Unidos, pero irrelevante cuando no lo hace. En cuarto lugar, Ir¨¢n seguramente tiene credenciales mucho mejores que Washington para hacer la guerra, y para dirigir un Irak postSadam. A diferencia de la Administraci¨®n de Bush, Ir¨¢n no tiene un historial de apoyo al sanguinario Sadam y su programa de armas de destrucci¨®n masiva. Se podr¨ªa objetar, con raz¨®n, que no podemos confiar en la direcci¨®n iran¨ª, pero con seguridad eso es m¨¢s cierto referido a quienes siguieron ayudando a Sadam mucho despu¨¦s de que cometiera sus cr¨ªmenes m¨¢s graves. Adem¨¢s, nos ahorraremos el bochorno de profesar fe ciega a nuestros l¨ªderes como en los Estados totalitarios a los que ridiculizamos con raz¨®n.
En quinto lugar, la liberaci¨®n ser¨¢ saludada con entusiasmo por gran parte de la poblaci¨®n, en mucha mayor medida que si los estadounidenses efect¨²an la invasi¨®n. La gente les vitorear¨¢ en las calles de Basora y Karbala, y podemos unirnos a los periodistas iran¨ªes en la aclamaci¨®n de la nobleza y la causa justa de los liberadores.
En sexto lugar, Ir¨¢n puede hacer avances hacia el establecimiento de una 'democracia'. La mayor¨ªa de la poblaci¨®n es shi¨ª, e Ir¨¢n tendr¨ªa menos problemas que EE UU en darles voz y voto en un Gobierno posterior. No habr¨¢ problema en conseguir acceso al petr¨®leo iraqu¨ª, del mismo modo que las compa?¨ªas de EE UU podr¨ªan explotar f¨¢cilmente los recursos energ¨¦ticos iran¨ªes si Washington lo permitiera.
De acuerdo, la humilde propuesta de que Ir¨¢n libere Irak es insensata. Su ¨²nico m¨¦rito es que es mucho m¨¢s razonable que los planes que se est¨¢n ejecutando, o lo ser¨ªa si los objetivos declarados de la Administraci¨®n tuvieran alguna relaci¨®n con los reales.
Noam Chomsky es profesor de Ling¨¹¨ªstica en el Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts (MIT) y ensayista pol¨ªtico. Autor, entre otros libros, de El nuevo orden mundial (y el viejo) y de 11/09/2001.
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