Inquilinos en el cuartel
NO CABE REGATEAR M?RITOS al director general de la Guardia Civil por su decisi¨®n de remover los obst¨¢culos reglamentarios necesarios para que pueda prosperar -si se dan las restantes condiciones exigidas- la petici¨®n de un agente homosexual, destinado en un pueblo mallorqu¨ªn, que aspira a ocupar una vivienda en la casa cuartel con su pareja de hecho, uni¨®n inscrita en el registro oficial balear. Si bien esa medida antidiscriminatoria -adoptada inmediatamente despu¨¦s de que los medios publicaran la noticia- se limita a obedecer un mandato constitucional, Santiago L¨®pez Valdivielso hubiese podido demorar su aplicaci¨®n mediante interpretaciones dilatorias o el env¨ªo del contencioso a los tribunales. La r¨¢pida actuaci¨®n del director general de la Guardia Civil, que consult¨® con el ministro del Interior, pero no pidi¨® su opini¨®n a los mandos del instituto armado, deber¨ªa ser tomada como ejemplo por el ministro de Defensa a la hora de solucionar conflictos semejantes en el ¨¢mbito castrense.
El director general de la Guardia Civil, Santiago L¨®pez Valdivielso, ordena modificar el reglamento que imped¨ªa a los agentes vivir con su pareja de hecho del mismo sexo en una casa cuartel
Pese a ser un arcaico vestigio del pasado, las casas cuartel de la Guardia Civil siguen desempe?ando una doble funci¨®n como centro operativo y como alojamiento para sus efectivos. Cerca de la mitad de los agentes viven -con sus familias- en casi 3.000 edificios distribuidos por toda Espa?a, con un total de residentes que supera la cifra de 55.000 personas. Si la sociedad rural para cuya vigilancia, control y seguridad fue fundado el instituto armado a mediados del siglo XIX propiciaba esa forma de alojamiento, la carest¨ªa de la vivienda y la escasez de pisos de alquiler en las grandes aglomeraciones urbanas contempor¨¢neas contribuyen al mantenimiento de la creaci¨®n del duque de Ahumada.
Abstracci¨®n hecha de que la enmienda presupuestaria del PSOE para sufragar los alquileres de las viviendas sustitutorias de las casas cuartel dif¨ªcilmente ser¨¢ aceptada por el Gobierno, la deseable materializaci¨®n de alternativas inmobiliarias a la vez dignas y costeables para el alojamiento por su cuenta de m¨¢s de 30.000 guardias civiles y de sus familias es una tarea de largo aliento que exigir¨¢ no s¨®lo dinero, sino tambi¨¦n tiempo. En cualquier caso, mientras sigan existiendo las casas cuartel, el acceso de los miembros del instituto armado a los pabellones de viviendas disponibles -la demanda excede con mucho a la oferta- deber¨¢ ser regulado seg¨²n criterios equitativos; la exclusi¨®n de los homosexuales era una discriminaci¨®n anticonstitucional, fruto de la pesada homofobia legada por la cultura machista del militarismo autoritario y por las condenas al fuego eterno de la jerarqu¨ªa cat¨®lica (tan inconsecuente, por lo dem¨¢s, a la hora de aplicar su vara de medir dentro de la Iglesia). Por lo dem¨¢s, uno de los obst¨¢culos para combatir esa pr¨¢ctica discriminatoria hab¨ªa sido erigido por el Gobierno del PP el a?o 2000.
La orden dictada en 1994, bajo el mandato socialista, que recordaba el obvio derecho a residir en la casa cuartel del c¨®nyuge del guardia civil adjudicatario reconoc¨ªa la condici¨®n de tal a 'la persona unida al titular por una relaci¨®n afectiva y estable an¨¢loga al matrimonio'. La posterior regularizaci¨®n por varias comunidades aut¨®nomas de las parejas de hecho, incluidas las uniones homosexuales, y la presi¨®n parlamentaria del PSOE a favor de una ley de las Cortes sobre la materia despertaron tal vez las fobias at¨¢vicas que Sigmund Freud diagnostic¨® en su d¨ªa como proyecci¨®n racionalizadora hacia los dem¨¢s de los p¨¢nicos e inseguridades propios. As¨ª, la orden de 24 de marzo de 2000 -dictada por Santiago L¨®pez Valdivielso- intent¨® encerrar en el armario los resucitados fantasmas de la discriminaci¨®n hom¨®foba mediante el procedimiento de restringir al 'c¨®nyuge o persona con la que se forme pareja heterosexual estable' el derecho a residir en la vivienda del agente beneficiario; en cualquier caso, la capacidad del actual director general de la Guardia Civil del PP para rectificar r¨¢pida y eficazmente su anterior paso equivocado es digna de elogio.
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