Fortalecimiento de Espa?a
DE MODO QUE AHORA ya lo tenemos claro: del Plan Hidrol¨®gico Nacional a la Ley de Calidad de la Educaci¨®n, pasando por la Ley de Partidos y por la presunta rebaja de impuestos, todo lo que ha hecho el Partido Popular ha sido por el fortalecimiento de Espa?a. Lo acaba de decir quien fuera ministro del Interior y aspirante a lehendakari, Jaime Mayor Oreja, y lo ha repetido, con su habitual prosopopeya, el presidente del Gobierno. Se trata, claro est¨¢, de fortalecerla democr¨¢ticamente, pero en cuestiones de Estado el verbo vale m¨¢s que el adverbio, fortalecer vale m¨¢s que democr¨¢ticamente, que viene a ser ante la rotundidad del verbo como una cl¨¢usula de estilo.
El problema del recurso a figuras ret¨®ricas es que una vez puestas a rodar adquieren vida propia. Si el PP proclama como sustancia de su pol¨ªtica la meta de una Espa?a fuerte, insistir¨¢ de inmediato en que s¨®lo ¨¦l est¨¢ en condiciones de alcanzarla, debati¨¦ndose c¨®mo percibe a todos los dem¨¢s en un oc¨¦ano de ambig¨¹edad. S¨®lo el PP es fuerte, porque s¨®lo ¨¦l posee la exclusiva de 'la fuerza de convicciones', una situaci¨®n que suscita l¨®gicamente la envidia y las malas pasiones del adversario, que, sumido en la confusi¨®n, sin convicciones firmes, obsesionado por el vigor de su contrincante, buscar¨¢ aliarse con quien sea para ir contra ¨¦l. Socialistas con nacionalistas, 'todos contra el PP', concluye Mayor: el fuerte se basta a s¨ª mismo y solaza su ¨¢nimo contemplando las torpes maniobras de sus enemigos.
Llegado a este punto, la ret¨®rica del fortalecimiento de Espa?a alcanza su cl¨ªmax en una visi¨®n del campo pol¨ªtico en el que s¨®lo un partido, el PP, es depositario de la fuerza, las convicciones, el atrevimiento, los proyectos, la confianza de la sociedad, mientras todos los dem¨¢s chapotean en la debilidad, la ambig¨¹edad, la cobard¨ªa, la ausencia de proyectos que s¨®lo puede suscitar desconfianza social. Saltar entonces a la conclusi¨®n l¨®gica de este esquema mental es cuesti¨®n de segundos: la suerte de Espa?a, de su unidad, de su fortaleza, depende del PP; si se dejara en manos de cualquier otro, Espa?a acabar¨ªa rompi¨¦ndose, debilitada: ecos de tiempos lejanos resuenan en este lamento por la Espa?a rota, moneda de cambio de pol¨ªticos bastardos, dispuestos a venderla con tal de encaramarse al poder.
Podr¨ªa reprocharse al presunto candidato del PP lo burdo de este esquema, lo elemental de sus im¨¢genes, el c¨ªrculo vicioso en el que encierra el argumento, pues si en una democracia la fortaleza de un Estado o de una naci¨®n depende de lo fuerte que se sienta un partido, ser¨¢ porque ese Estado es d¨¦bil, y la naci¨®n, tal vez inexistente. Podr¨ªa reproch¨¢rsele sobre todo que con tal discurso liquide aquella tan encomiada pol¨ªtica de Estado que hab¨ªa plasmado en el pacto por las libertades y contra el terrorismo. Pero dejando de lado estos aspectos de la cuesti¨®n -entramos en tiempo preelectoral y ya se sabe que en tales circunstancias se busca m¨¢s la confrontaci¨®n que el acuerdo-, lo realmente preocupante es que alguien como Mayor piense que este tropo del fortalecimiento de Espa?a, o de la Espa?a fuerte, pueda tener hoy alg¨²n atractivo electoral y crea que la gente est¨¢ deseando escuchar rotundas composiciones sobre la fortaleza de Espa?a puesta en peligro por una imp¨ªa alianza entre socialistas y nacionalistas.
?Se equivoca? Est¨¢ por ver. Pero mientras se dilucida cu¨¢nta gente est¨¢ dispuesta a comprar esta mercanc¨ªa averiada, no estar¨¢ de m¨¢s tener en cuenta que el flanco por el que Mayor, y Aznar pis¨¢ndole los talones, ha decidido atacar al PSOE es el de una ambig¨¹edad en el trato con los nacionalistas que llevar¨ªa directamente a la quiebra de la unidad de Espa?a. No bastar¨¢ oponer a esa propaganda, que escucharemos ad n¨¢useam en los pr¨®ximos meses, cartas de amor de Maragall a Zapatero, delet¨¦reas propuestas de nuevo federalismo, hermosas disquisiciones sobre la Espa?a plural, ni im¨¢genes que han dejado de funcionar como la en tiempo tan enternecedora de los pueblos de Espa?a solidarios. Ahora hay un Estado harto complejo en su estructura y m¨¢s a¨²n en su funcionamiento. Si se trata de reformarlo para que quienes ya han manifestado su deseo de salir de ¨¦l, aunque sus amigos sigan matando, se encuentren c¨®modos durante una temporada, habr¨¢ que decir claramente c¨®mo se reforma y en qu¨¦; todo lo dem¨¢s sonar¨¢ a m¨²sica celestial frente a la contundencia, hueca pero sonora, del fortalecimiento de Espa?a.
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