Discurso de Carlos Fuentes
Majestad.
Sea, Se?or, bienvenido a este tercer encuentro del Foro Iberoam¨¦rica, cuya primera sesi¨®n tuvo lugar en la Ciudad de M¨¦xico en noviembre del a?o 2000, y la segunda, en noviembre del a?o pasado, en Buenos Aires.
Quiero pensar que fueron dos los motivos que impulsaron la creaci¨®n de este Foro.
El primero, que ca¨ªdos numerosos muros —no s¨®lo el de Berl¨ªn— al terminar el largo periodo de la guerra fr¨ªa, se requer¨ªa, en palabras del presidente Julio Mar¨ªa Sanguinetti, un andamiaje intelectual nuevo para ajustarnos a la novedad misma. El mundo se hac¨ªa y nos hac¨ªa nuevas preguntas a fin de fortalecer la comunidad iberoamericana, consolidar sus instituciones pol¨ªticas, promover el desarrollo econ¨®mico o incrementar el bienestar social.
El segundo, que semejante desaf¨ªo requer¨ªa el concurso activo de tres sectores fundamentales: —Estado, empresa y cultura—. El Foro Iberoam¨¦rica, acaso por vez primera, ha reunido a representantes de la vida pol¨ªtica, econ¨®mica y cultural del ¨¢rea luso e hispanoparlante a fin de dialogar sobre la mejor manera de conjugar educaci¨®n, informaci¨®n, producci¨®n y gobernanza en cada uno de nuestros pa¨ªses, en el ¨¢rea que nos es com¨²n —el "nosotros" iberoamericano— y en un mundo cada vez m¨¢s intercomunicado, pero no siempre, por desgracia, lo suficientemente responsabilizado.
Cinco son los temas que estructuran el Foro de Toledo:
— Gobernabilidad.
— Medios de comunicaci¨®n.
— Am¨¦rica Latina y la segur¨ªdad internacional.
— La empresa y la promoci¨®n de los mercados interno e internacional de Iberoam¨¦rica.
— Y el horizonte cultural.
Con vuestra venia, Se?or, voy a referirme a dos temas que a mi entender subyacen todos los dem¨¢s:
Palabra y derecho.
Quinientos cincuenta millones de seres humanos hablamos espa?ol y portugu¨¦s en el mundo.
Somos la segunda ¨¢rea ling¨¹¨ªstica occidental y podemos llegar a ser la primera.
Nos incumben, como comunidad de lenguas y de culturas, derechos de presencia y proyecci¨®n, pero tambi¨¦n responsabilidades de atenci¨®n, reflexi¨®n y memoria.
Nos unen las lenguas ib¨¦ricas.
Pero tambi¨¦n, la voluntad de darle contenido a las palabras,
Desde su g¨¦nesis, hace cinco siglos, el Nuevo Mundo iberoamericano se defini¨® a s¨ª mismo como un hecho generador de derecho.
A partir del serm¨®n navide?o del padre Antonio de Montesinos, en Santo Domingo, el a?o de 1511, sobre el destino de los indios ("?Estos no son hombres?"), pasando por la denuncia de la "destrucci¨®n de las Indias", en voz de fray Bartolom¨¦ de las Casas, el hecho ha culminado necesariamente en el derecho, en este caso, la Legislaci¨®n de Indias, promulgada en 1542.
Pero las leyes de Espa?a para el Nuevo Mundo rebasaron muy pronto nuestro espacio propio para convertirse en normas universales.
Espa?a fue el caso ¨²nico en el mundo colonizador europeo de una potencia capaz de criticarse a s¨ª misma, debatir el hecho de la conquista y ofrecer el techo del derecho a las comunidades del Nuevo Mundo.
Desde su c¨¢tedra en Salamanca, Francisco de Vitoria, y en seguida su disc¨ªpulo Francisco Su¨¢rez, extienden el derecho de gentes a las poblaciones ind¨ªgenas del Nuevo Mundo, pero al hacerlo universalizan el concepto mismo de los derechos humanos y sientan las bases de la normatividad internacional moderna, que, en palabras de Su¨¢rez, es "el derecho que todos los pueblos y las diversas naciones deben observar en sus relaciones rec¨ªprocas".
Vitoria y Su¨¢rez vivieron en un universo parecido al nuestro: entonces, como ahora, se abr¨ªa ante los seres humanos un vasto mundo pluralista y multiforme.
Con qu¨¦ clarividencia dijo fray Bartolom¨¦, para su tiempo y el nuestro: "Todas las naciones del mundo son hombres". Sin excepciones. Sin pretextos: toda naci¨®n es humana.
Con qu¨¦ amplitud lo entendi¨® nuestro primer gran escritor mestizo, el inca Garcilaso de la Vega, peruano ya, hijo de madre ind¨ªgena y padre espa?ol, cuando exclam¨® en pleno siglo XVI: "Mundo, s¨®lo hay uno".
?stas son voces hispano-americanas de la primera globalizaci¨®n, y su enorme m¨¦rito es que no conciben el hecho mismo de la globalidad sin el indispensable requisito de la legalidad.
Se dir¨¢ que la realidad, con demasiada frecuencia, avasall¨® a la legalidad y que el hecho se impuso al derecho, como la tormenta vence al d¨ªa de sol.
Hubo injusticias.
Hubo violencias.
"La Ley se obedece, pero no se cumple".
Pero precisamente porque navegamos en mares agitados, el faro del derecho es imprescindible.
Su luz no disipa la borrasca, pero nos permite guiarnos, sobrevivir y, acaso, llegar a puerto seguro.
La luz de la legalidad invocada por Las Casas, Vitoria y Su¨¢rez sirvi¨® de apoyo para los renovados esfuerzos de darle base de derecho a nuestras comunidades en los albores del siglo XIX, tanto en el Congreso Constituyente de C¨¢diz como en las convenciones fundacionales de Buenos Aires y Santiago de Chile, de Apatzing¨¢n y Angostura
Y entonces como ahora, la vocaci¨®n jur¨ªdica de las nuevas naciones de Iberoam¨¦rica pronto rebas¨® el marco local para convertirse en tradici¨®n internacionalista, honrada con cinco premios Nobel de la Paz a mujeres y hombres de Latinoam¨¦rica, pero tambi¨¦n por su defensa de principios fundamentales: autodeterminaci¨®n, soluci¨®n pac¨ªfica de controversias y cooperaci¨®n econ¨®mico-social.
No son ¨¦stas, majestad, evocaciones tan s¨®lo celebratorias.
Son referentes de nuestra obligaci¨®n actual, que vuelve a ser, como en ¨¦pocas anteriores, la de crear una nueva legalidad para una nueva realidad,
No olvidemos, sin embargo, que los problemas y las oportunidades de este tiempo no se limitan a nuestra ¨¢rea, sino que son universales porque universal es el gran cambio de paradigmas. que acompa?a a las revoluciones —acaso, las m¨¢s veloces de toda la historia— en los campos del trabajo, las comunicaciones, el comercio y las finanzas, aunque locales sean los problemas que aquejan a la ciudad, a la familia, a la gobernanza, a las personas,
Defensa del medio ambiente.
Respeto a las minor¨ªas raciales, religiosas, sexuales, pol¨ªticas y afirmaci¨®n de los derechos de las mujeres, que son —por fortuna— mayor¨ªa de la poblaci¨®n del planeta.
Combate al flagelo del narcotr¨¢fico y medidas de seguridad contra el crimen y la violencia, pero tambi¨¦n contra las disparidades sociales y la falta de respeto interciudadano.
Atenci¨®n al vasto tema de la migraci¨®n del trabajo junto con el movimiento de las cosas y rechazo de la intolerancia xen¨®foba.
Advertencia sobre el potencial cultural y econ¨®mico que nos ofrecen los nuevos medios de comunicaci¨®n, destacando desde luego el derecho a la informaci¨®n. ?C¨®mo pueden empresas, Estado y cultura iberoamericanos proporcionar contenidos propios a los medios modernos de comunicaci¨®n?
D¨¢ndole inter¨¦s preferente a la educaci¨®n, que es base del conocimiento, que es base de la producci¨®n, que es base de la riqueza.
Pues, como dice un eminente miembro de este foro, don Carlos Slim, la pobreza no crea mercado.
La ignorancia, tampoco.
Incorporar a la poblaci¨®n marginada de Latinoam¨¦rica a los procesos de producci¨®n requiere creaci¨®n de oportunidades, cooperaci¨®n e inclusi¨®n; es decir, requiere la acci¨®n coordinada de los sectores representados en este foro: la cultura, la empresa y el Estado, as¨ª como un factor novedoso: la sociedad civil, el tercer sector, la activaci¨®n de iniciativas ciudadanas, la multiplicaci¨®n de organizaciones comunitarias, tal y como lo ha venido haciendo en M¨¦xico otro destacado miembro del Foro Iberoam¨¦rica, don Manuel Arango, o, en Brasil, el alcalde de Curitiba, don Jaime Lerner.
?Tendremos la voluntad de atender esta agenda reforzando los marcos jur¨ªdicos y promoviendo una cultura de la legalidad?
?Tendremos la capacidad no s¨®lo de contribuir a la soluci¨®n de problemas que, en verdad, son oportunidades, al nivel nacional y regional, pero sin perder de vista la exhortaci¨®n internacionalista del presidente Fernando Henrique Cardoso ante la Asamblea Nacional Francesa?
"Propongamos un nuevo contrato internacional entre Estados al servicio de los pueblos yendo a las causas profundas de los conflictos actuales: la desigualdad, la marginaci¨®n, la pobreza, la ignorancia".
No son estos problemas de los dem¨¢s, que nunca ser¨¢n los de menos, porque podemos tener la certeza de que los problemas de los otros, tarde o temprano, tambi¨¦n ser¨¢n nuestros.
Nos est¨¢n escuchando doscientos cincuenta millones de latinoamericanos menores de veinte a?os.
Seguimos siendo un continente de juventudes.
Y esos millones de j¨®venes latinoamericanos se preguntan y nos preguntan:
"?C¨®mo superamos la brecha de expectativas en sociedades con desigualdades tan hondas, con modelos de comportamiento tan divergentes, con patrones de exclusi¨®n que no tienen por qu¨¦ ser fatales?
C¨®mo conjugamos los valores de nuestra identidad con los de nuestra diversidad?".
Propongo, se?or, una doble respuesta: gobernanza interna y gobernanza internacional.
Ante todo, legalidad interna en cada una de nuestras naciones, pues no hay globalidad que valga si no hay localidad que sirva. Con dolor hemos aprendido, dijo el presidente Ricardo Lagos desde la c¨¢tedra Julio Cort¨¢zar, de la Universidad de Guadalajara, con dolor hemos aprendido en Latinoam¨¦rica que no hay recetas f¨¢ciles, sino un esfuerzo constante, y que las sociedades se hacen a partir del ciudadano. Empresario y trabajador. Artista y receptor. Gobernante y gobernado, La ciudadan¨ªa nos abarca a todos en el esfuerzo por crear una cultura de la legalidad.
Y simult¨¢neamente, legalidad internacional que sujete a norma. de conducta jur¨ªdicas consensuadas el dif¨ªcil paso a un nuevo orden mundial, salv¨¢ndolo del desorden del capricho, la prepotencia o el simple vac¨ªo jur¨ªdico. La comunidad internacional ha dado dos pruebas recientes de su voluntad de crear derecho: el Protocolo de Kyoto y el estatuto de Roma, estableciendo la Corte Penal Internacional.
Generar derecho. Tal ha sido la vocaci¨®n de los pueblos que hablamos, actuamos y tambi¨¦n so?amos en espa?ol y en portugu¨¦s, desde que san Isidoro de Sevilla salv¨® la herencia jur¨ªdica de Roma para el nuevo mundo cristiano.
Que sean estas palabras del santo sevillano las que amparen, se?or, nuestra presencia en tierras de Castilla, territorio de La Mancha, espacio de convergencias:
"Eres, ?oh Espa?a!, la m¨¢s hermosa de todas las tierras, pues de ti reciben luz el Oriente y el Occidente".
Majestad: como jefe del Estado espa?ol, recibid hoy el homenaje de todos nosotros, nuestro reconocimiento de vuestra contribuci¨®n a la democracia y nuestra gratitud por el honor y el est¨ªmulo que vuestra presencia en Toledo significa esta noche para el Foro Iberoam¨¦rica.
Muchas gracias.
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