'En Turqu¨ªa sabemos bien que mucha gente ha muerto por escribir libros'
Orhan Pamuk r¨ªe muy alto. Su forma de afrontar los peligros con optimismo, seguramente. No debe ser f¨¢cil la vida para un escritor turco (Estambul, 1952) que trata de desenmascarar los resortes culturales, sociales y religiosos del fanatismo isl¨¢mico; ni para un escritor de nombre ¨¢rabe visitar Estados Unidos y tratar de tender puentes entre Oriente y Occidente. Y eso es, b¨¢sicamente, lo que hace Pamuk en sus novelas: mezclar con envidiable habilidad la alegor¨ªa, la met¨¢fora, la narraci¨®n trepidante y la poes¨ªa para bajar al fango de una religi¨®n que considera sacr¨ªlego al disidente; y reivindicar un mundo laico y civilizado en el que la cultura sea una forma de placer y conocimiento y no una v¨ªa de inmolaci¨®n o castigo. Alfaguara acaba de editar en espa?ol La vida nueva, la historia de un joven estudiante de ingenier¨ªa de Estambul cuya vida cambia radicalmente tras ver la luz en un libro que promete el para¨ªso a sus lectores.
'Escribo contra la radicalidad cultural, que s¨®lo produce ideas f¨¢ciles y baratas'
'En mi mundo, leer se relaciona mucho m¨¢s con la desgracia que con el entretenimiento'
Pregunta. Al principio de la novela parece que ese libro es el Cor¨¢n. Y luego ya no lo parece.
Respuesta. S¨ª, el principio era una peque?a provocaci¨®n, pero un turco sabe que un libro tan visionario y po¨¦tico como es ¨¦se no puede ser el Cor¨¢n, sabe que est¨¢ mucho m¨¢s lleno de prohibiciones y restricciones que de maravillas po¨¦ticas. Pero seg¨²n la ret¨®rica islamista, tambi¨¦n un libro de un l¨ªder m¨ªstico, de un jeque o incluso de un marxista puede cambiar la vida de quienes lo lean.
P. La novela defiende de una manera sutil el mestizaje entre Oriente y Occidente.
R. Es que de hecho son dos mundos diferentes que no coexisten. ?se es el problema y ¨¦sa es la idea del libro: que eso sucede porque las expectativas radicales de que el mundo puede cambiar completamente si leemos un libro s¨®lo producen ira y frustraci¨®n. Y entonces la gente no hace concesiones. Saca la pistola y mata. Si esperamos que un libro nos cambie la vida podemos hacer cualquier cosa. Y si esos dos mundos no coexisten es porque hay gente que cree demasiado en los textos, que esgrime los libros como armas. Eso impide la distancia y produce violencia.
P. ?Alguien esgrime la Biblia en Turqu¨ªa?
R. S¨®lo el 1% de la poblaci¨®n es cristiana.
P. ?Entonces los prooccidentales son b¨¢sicamente laicos?
R. Los que pedimos reformas occidentales no ignoramos el Cor¨¢n. Pero somos seglares. Igual que los intelectuales rusos o japoneses que vuelven su mirada a la inspiraci¨®n occidental, s¨®lo queremos cambiar la tradici¨®n con occidentalizaci¨®n.
P. ?Y c¨®mo se recibi¨® esta novela en la Turqu¨ªa de 1994?
R. Vendi¨® mucho pero no se entendi¨® nada. Lleg¨® a 200.000 ejemplares, una cifra impensable, sobre todo si vemos que muchos lectores llamaban al editor exigi¨¦ndole que les dijera cu¨¢l era ese libro ficticio que ofrec¨ªa una vida nueva. Incluso pas¨® en Francia. El editor, que ten¨ªa poco sentido del humor, me llam¨® indignado: '?Pero qu¨¦ les decimos? ?Qu¨¦ libro es?'. Ja, ja.
P. ?Pensaba usted en Salman Rushdie cuando escrib¨ªa?
R. Lo ten¨ªa en un rinc¨®n de mi cabeza, s¨ª. Si est¨¢s en Occidente, y piensas en islam y literatura, Rushdie es lo primero que te viene a la cabeza. Pero si eres turco, sabes que hay mucha gente en Turqu¨ªa y otros pa¨ªses que ha muerto por escribir libros. Todos ellos estaban m¨¢s en mi pensamiento que Rushdie, que al fin y al cabo no ha muerto.
P. ?Y usted, se ve en peligro?
R. Muy poco... Si piensas mucho en el peligro acaba pill¨¢ndote.
P. La novela puede leerse desde otro punto de vista, como un an¨¢lisis del poder de la literatura para cambiar el mundo.
R. Sobre lo ingenuo que es pensar que la literatura puede cambiar el mundo. Los libros s¨®lo dejan se?ales indelebles en nuestras mentes si estamos muy enfadados y queremos que todo cambie radicalmente, si estamos muy predispuestos, o si somos absolutistas. Esta novela no es sobre la idolatr¨ªa borgiana de los libros, sino sobre el demonio que convierte a un texto en arma diab¨®lica. Se opone a la radicalizaci¨®n de las lecturas.
P. Pero usted escribe. Y supongo que le gusta ser le¨ªdo.
R. En mi mundo, leer se relaciona mucho m¨¢s con la infelicidad y la desgracia que con el entretenimiento. All¨ª es casi escandaloso decir que yo escribo para divertirme, para pasar el tiempo. Ahora eso se ha suavizado, pero hace unos a?os, cuando le¨ªa la novela en p¨²blico, era frecuente que alguien levantara la mano y me preguntara por qu¨¦ hab¨ªa escrito algo que no ten¨ªa utilidad pol¨ªtica o religiosa. Mi peque?a y divertida tragedia es que, mientras las expectativas radicales se mueven entre Marx y Jomeini, yo trato de escribir por la belleza nabokoviana del texto y por los juegos sim¨¦tricos de Borges.
P. No es un escritor pol¨ªtico.
R. S¨ª, pero no en el sentido de la actualidad pol¨ªtica. Escribo contra esa radicalidad de la cultura, contra esos rasgos culturales que producen ideas baratas, f¨¢ciles, de pacotilla. Y contra la inevitabilidad de los efectos negativos de la llamada globalizaci¨®n sobre la identidad.
P. Aunque las identidades locales puedan resultar fan¨¢ticas.
R. No siempre identidad es igual a fanatismo. Los liberales tambi¨¦n est¨¢n obsesionados con la identidad liberal, pero cuando Bush prepara la guerra contra Irak nadie habla de que el problema sea su identidad, todo el mundo dice que es normal.
P. Quiz¨¢ Bush defiende la identidad cristiana y cree en el choque de civilizaciones. ?Usted?
R. ?No! Mi tesis es que las culturas de Oriente y Occidente se han combinado muy bien la mayor parte del tiempo, unas veces de una manera dada¨ªsta, otras por la moda posmoderna y a veces de forma m¨¢s elegante, sobre todo en el mundo de las artes y el de la vida privada. Las tesis de Huntington, y las de Kipling, s¨®lo llevan a la ira y a la guerra. El mensaje del libro es: Oriente no es Oriente; Occidente no es Occidente. Y entonces se encuentran.
P. ?Cree que las recientes elecciones turcas reflejan bien c¨®mo es el pa¨ªs? ?O hay m¨¢s fanatismo isl¨¢mico escondido?
R. Hace seis meses apost¨¦ a que ganar¨ªa el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP). La raz¨®n es la terrible recesi¨®n econ¨®mica de hace dos a?os, que convirti¨® en pobres al 20% de la poblaci¨®n y llev¨® al paro a cientos de miles de personas. El primer ministro anterior, casi senil, administr¨® mal el pa¨ªs, y la ret¨®rica islamista del AKP logr¨® muchos votos. Pero al menos este islamismo es menos duro que el anterior. Su l¨ªder [Recep Tayyip Erdogan] es un renegado blando. El duro s¨®lo logr¨® un 3%.
P. Erdogan dice que quiere entrar en la Uni¨®n Europea.
R. Es una se?al positiva, pero tambi¨¦n resulta muy ir¨®nico ver abrazar a Europa a un hombre que hace ocho a?os hablaba de Occidente como del diablo. Es una mejor¨ªa apreciable, que me hace muy feliz.
P. ?Sigue visitando Estados Unidos? ?No lo considera un riesgo para usted?
R. Sigo yendo a promocionar mis libros, a dar clases y a ver a mis amigos y a mi agente. Estoy muy preocupado por el af¨¢n imperialista de Bush. Es el mat¨®n de la esquina, y considera que los dem¨¢s somos sus esclavos, o su reba?o de ovejas. Pero criticar eso es una cosa y renunciar a la cultura estadounidense y a Nueva York es otra muy distinta.
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