Calidad y comercio
Durante las tres ¨²ltimas d¨¦cadas el comercio tradicional ha sido objeto de una profunda trasformaci¨®n, en paralelo a los grandes cambios que se han dado en la sociedad valenciana. Los cambios en las pautas del consumo, con la 'soberan¨ªa de la publicidad' a la que refer¨ªa en Els Premis Octubre el soci¨®logo Salvador Giner; la incorporaci¨®n de la mujer al trabajo, la globalizaci¨®n y la uniformizaci¨®n del mercado; el vertiginoso proceso de concentraci¨®n y la aparici¨®n del nuevo formato comercial en la periferia de las ciudades son las causas de esta tranformaci¨®n cuyo mayor impacto se observa en el comercio urbano, pero tambi¨¦n en el coraz¨®n de la ciudad, en su centro, plaza, mercado, ¨¢gora...
En una sociedad cada vez m¨¢s urbanizada y con un sistema de ciudades m¨¢s interrelacionado, los problemas que afectan al comercio de proximidad ponen de relieve otra de sus funciones: la cohesi¨®n del tejido social y territorial. Sin embargo, el nuevo modelo comercial perif¨¦rico, caracterizado por desviar la inversi¨®n hacia fuera, provoca la desertizaci¨®n comercial y el despoblamiento del centro, mientras agudiza la terciariaci¨®n (oficinas y pubs) y las fricciones de uso entre ocio y residentes (Agust¨ªn Rovira); incrementa la degradaci¨®n urbana, inseguridad, segregaci¨®n y envejecimiento en la pir¨¢mide de edad de los habitantes resistentes.
Las fuerzas centr¨ªfugas son las empresas inmobiliarias, los promotores de suelo y las grandes superf¨ªcies, en alg¨²n caso coincidentes en una misma empresa, que comparten la visi¨®n del suelo como valor de cambio, en contraposici¨®n a la visi¨®n del suelo como valor de uso que caracteriza a vecinos, instituciones p¨²blicas, comercio de calidad, etc.. Todos necesitamos la ciudad de siempre, entendida como espacio de convivencia, de interaci¨®n funcional, social y cultural; la ciudad mediterr¨¢nea, compacta y din¨¢mica.
El ge¨®grafo Oriol Nel.lo al referir el modelo de ciudad difusa, la Valencia de nuestros d¨ªas con la Ciudad de las Artes, de la Just¨ªcia, etc, afirma que 'la ciudad dispersa, no es ciudad'. No hace sino des-hace la ciudad: la vac¨ªa en favor de su periferia. La orientaci¨®n del cambio, el ¨¦xito o fracaso de un modelo u otro, var¨ªa en funci¨®n de la disponibilidad de recursos materiales, del acceso a la informaci¨®n sobre la planificaci¨®n urbana y de la presi¨®n sobre la Administraci¨®n y el Gobierno. El abogado de Salvem l'Horta, Antonio Montiel, va m¨¢s lejos al afirmar en estas mismas p¨¢ginas que 'la deshumanizaci¨®n de la ciudad es una consecuencia directa del predominio de los intereses de mercado sobre los colectivos. Es fruto de la dejaci¨®n de responsabilidad (...) de la ramplona alianza entre pol¨ªticos complacientes y voraces mercaderes inmobiliarios'.
'El comercio urbano ofrece calidad, diversidad, proximidad y confianza al consumidor', (la Distribuci¨®n Comercial en Espa?a. Ministerio de Econom¨ªa). Mejora la calidad de vida, la competitividad, el grado de elecci¨®n del consumidor; contribuye a la revalorizaci¨®n del centro-ciudad, de su patrimonio hist¨®rico y genera empleo estable, en gran cantidad y calidad.
Por el contrario, los llamados Centros Comerciales (que conviene advertir no son centro sino periferia), desequilibran la planificaci¨®n urbana, saturan y externalizan sus costes de infrastructuras; modifican el valor del suelo y son polos de especulaci¨®n; desequilibran la estructura comercial urbana, crean menos empleo del que destruyen y, hoy, representan una amenaza para el consumidor, al concentrar en un oligopolio la mayor parte de la oferta global de consumo.
Con todo, es importante resaltar algunas cuestiones que parecer¨ªan obvias, como que la ciudad es un proyecto colectivo y, por ello, una misi¨®n delegada en la corporaci¨®n municipal es determinar el modelo de ciudad, tanto en la forma como en su contenido: dispersa o compacta, funcional, compleja o especializada; socialmente integrada o segregada en barrios y urbanizaciones seg¨²n nivel de renta o diferenciaci¨®n social. Es un compromiso colectivo que no puede dejarse al libre albedr¨ªo del urbanizador y de su voracidad especulativa en el consumo de suelo. No puede ser el resultado de la acci¨®n espont¨¢nea de una minor¨ªa autista: la planificaci¨®n urbana y el equilibrio comercial que reclama el Libro Verde del Comercio deber¨ªan ser objetivos de los consumidores.
El modelo de ciudad, m¨¢s habitable, sostenible y atractiva, es una responsabilidad p¨²blica que se ejerce con decisiones concretas, en un sentido o en otro, por acci¨®n u omisi¨®n, a trav¨¦s de la planificaci¨®n urbana. Los modelos son claros y en general presentan opciones estrat¨¦gicas antag¨®nicas. En 'la planificaci¨®n urbana: dispersi¨®n o concentraci¨®n; anarqu¨ªa u ordenaci¨®n funcional'. Del mismo modo que en la Ordenaci¨®n Comercial el objetivo deber¨ªa ser: 'Garantizar el derecho de elecci¨®n del consumidor y por ello, asegurar la mayor competencia, el equilibrio y la diversidad de formatos de oferta' (Mar?al Tarrag¨®).
El comercio, seg¨²n las conclusiones del Primer Congreso Europeo de Comercio y Ciudad, 'realiza una funci¨®n clave en la vertebraci¨®n y estructuraci¨®n urbana' y por esta raz¨®n, es conveniente 'integrar la planificaci¨®n urbana y la ordenaci¨®n comercial, como ejes de la estrategia de recuperaci¨®n de la ciudad'.
La experiencia de Gandia reafirma la eficacia de esta estrategia integradora y apunta adem¨¢s otros aspectos clave: 'la cooperaci¨®n p¨²blico-privada, la participaci¨®n ciudadana y la implicaci¨®n del comercio' (Cebri¨¤ Molinero). Un resultado de esta nueva visi¨®n ha sido Gandia Centre Hist¨°ric-Comercial, un eficaz ejemplo de iniciativa empresarial impulsada por el comercio y el municipio, capaz de gestionar, desde un espacio comercial delimitado, una marca, unos servicios y una oferta comercial atractiva para la ciudadan¨ªa. Gandia es un caso paradigm¨¢tico por sus efectos sobre la rehabilitaci¨®n del Centre Hist¨°ric y por la mejora del atractivo comercial, la accesibilidad y la mobilidad urbanas, un ejemplo mod¨¦lico extrapolable a otras ciudades.
Por otra parte, en los casos de extrema degradaci¨®n, es decir, secularmente abandonados a la acci¨®n del urbanizador, a vaciar la ciudad de comercios, museos y claustros, como es el caso de Valencia, convendr¨ªa considerar, no obstante todo un conjunto de instrumentos diversos de demostrada utilidad, como los planes estrat¨¦gicos integrados, la gerencia de centro urbano, etc... Sin renunciar a otros de origen cultural anglosaj¨®n (por ejemplo: los BID), que podr¨ªan ser eficaces en algunos inmuebles del Centre Hist¨°ric de Val¨¨ncia. Incluso, convendr¨ªa abrir las puertas a los grupos inmobiliarios-promotores de Centros Comerciales que ahora, tras ocupar todas las periferias posibles y perder cuota de mercado, tratan de reorientar sus inversiones hacia el Centro. Gij¨®n, Poitiers y Southampton nos sugieren que su participaci¨®n podr¨ªa ser de inter¨¦s al actuar como locomotoras en la revitalizaci¨®n de las zonas m¨¢s degradadas de la ciudad.
Este enorme reto, Fer Ciutat, exige apertura de miras y la cooperaci¨®n p¨²blico-privada, el partenariado, pero, sobre todo el compromiso c¨ªvico y la voluntad pol¨ªtica expresa, para reorientar la inversi¨®n, para determinar el modelo de ciudad pensando en los ciudadanos y reafirmar nuestro derecho por mejorar la ciudad heredada, por no inventar una ciudad nueva -y un nuevo centro- en cada generaci¨®n sobre los escombros del anterior.
Pep P¨¦rez es ex director de Uni¨® Gremial. pep@centrotiendas.com
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