El enfermo de Europa
As¨ª como la lluvia suele disolver los maquillajes m¨¢s espesos, la desaceleraci¨®n de la econom¨ªa est¨¢ dejando en evidencia el erial de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola en aspectos tan cruciales como el empleo o los precios. Si la EPA del tercer trimestre de 2002 ya evidenciaba el agotamiento del periodo alcista del ciclo con un crecimiento del paro de 271.000 personas durante el a?o, el aceler¨®n de los precios en octubre muestra que la inflaci¨®n es un grav¨ªsimo problema y que el Gobierno carece de una pol¨ªtica adecuada para combatirla.
El IPC subi¨® el mes pasado un 1%, lo que eleva la tasa anual al 4% -el doble de la previsi¨®n oficial-, y acumula ya un 3,5% en lo que va de a?o. El diferencial de precios con la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria, sobre el dato de octubre estimado por Eurostat, sube hasta 1,7 puntos, y dice casi todo acerca de las consecuencias que tendr¨¢ esta explosi¨®n de los precios para una econom¨ªa que ya tiene dificultades para vender en el exterior.
Si se quieren encontrar causas coyunturales para el desbordamiento de los precios, es f¨¢cil hacerlo: el mal comportamiento de los alimentos sin elaborar, el encarecimiento de los carburantes, los precios de las manufacturas, particularmente el vestido y calzado, el fin de las rebajas, etc¨¦tera. Al vicepresidente econ¨®mico se le ha ocurrido invocar incluso el mal de las vacas locas... Pero las explicaciones pertinentes son las de fondo. El crecimiento de los precios de la alimentaci¨®n no se explica sin la desidia del Gobierno a la hora de vigilar el correcto funcionamiento de los canales de comercializaci¨®n y evitar estrangulamientos artificiales. Con retraso viene ahora el vicepresidente Rato a caerse de ese guindo.
Negligencias parecidas o peores cabe detectar en el sector tur¨ªstico o los mercados de la energ¨ªa. ?Y qu¨¦ decir de la pol¨ªtica de permitir aumentos de las tarifas intervenidas o de las tasas de servicios p¨²blicos esenciales, como la educaci¨®n, para compensar por la puerta de atr¨¢s el dinero que deja de recaudarse en el escaparate con las rebajas del IRPF? Sin los desatinos cometidos en materia de imposici¨®n indirecta y en tasas y sin la complacencia en los efectos de las liberalizaciones de cart¨®n piedra, probablemente la inflaci¨®n no ser¨ªa hoy superior a la de tan s¨®lo hace dos a?os, cuando la tasa de crecimiento era el doble que la de 2002.
Por mala que sea una situaci¨®n siempre es susceptible de empeoramiento. La econom¨ªa espa?ola puede convertirse en el enfermo de Europa (en inflaci¨®n) si la incapacidad del Gobierno para aplicar pol¨ªticas antiinflacionistas se traslada a los convenios y se destruye la moderaci¨®n salarial, sobre la que se ha sostenido el crecimiento durante los ¨²ltimos cinco a?os. Mal puede reclamar el Ejecutivo que el IPC no se traslade a los salarios cuando no ha puesto los medios adecuados, por incapacidad o por desidia, para frenar los precios. Y mal pueden dedicarse los ministros de Aznar a reprochar la conducta de sus colegas europeos a cuenta del equilibrio presupuestario cuando la inflaci¨®n espa?ola es responsable en parte de que el BCE no se atreva a bajar los tipos de inter¨¦s. A la vista de nuestros precios, Duisenberg tendr¨¢ sin duda que revisar sus optimistas estimaciones de que las tensiones inflacionistas desaparecer¨¢n a medio plazo.
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