El largo viaje de un ide¨®logo
Celebraba el PSOE su aplastante victoria electoral de hace 20 a?os en ese foro de tantos m¨ªtines, ahora remozado, de la plaza de Vistalegre el pasado 27 de octubre. Estaban all¨ª todos los ministros que formaron el primer Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez menos uno. Faltaba Miguel Boyer Salvador. Pocos le echaron en falta. A nadie le sorprendi¨®.
S¨®lo unos d¨ªas despu¨¦s, el 11 de noviembre, el que fuera superministro econ¨®mico de aquel Gabinete socialista aparec¨ªa como patrono y gran estrella en la presentaci¨®n de la Fundaci¨®n para el An¨¢lisis y los Estudios Sociales (FAES), impulsada por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar junto, entre otros, a representantes de la vieja guardia de la derecha espa?ola. Tampoco sorprendi¨® a nadie.
Al d¨ªa siguiente, Boyer cop¨® la fotograf¨ªa de portada de la prensa junto a Aznar. Poco importaba que en el acto de marras estuvieran juntos los tres tenores que pujan por suceder al presidente (Rato, Rajoy y Mayor) para robar c¨¢mara a aquel apret¨®n de manos. "Comparto m¨¢s del 50% del ideario de los populares, lo que ya es mucho", apunt¨®. "Lo dije con iron¨ªa", manifest¨® el pasado jueves en una conversaci¨®n con este peri¨®dico el ex ministro, al que todo el jaleo que se mont¨® en su entorno le parece "desmesurado". "Yo no tengo ninguna importancia, ni tampoco participar en una fundaci¨®n de pensamiento es para tanto revuelo", a?adi¨®. Aunque subraya que no es "un profesional de la pol¨ªtica", reconoce que "es muy dif¨ªcil perder inter¨¦s por ella, desde los 21 a?os he estado interesado". Y es que, aunque no quiera, la lleva en la sangre, le viene de familia y de siglos (su bisabuelo Am¨®s Salvador fue ministro de Hacienda en dos ocasiones con Sagasta). Y ¨¦l sabe que es inevitable que levante expectaci¨®n.
Lo mismo ocurri¨® en febrero de 1996. Entonces, el estallido fue tremendo. Boyer rompi¨® un largo silencio tras acompa?ar en un acto electoral a un PP lanzado hacia La Moncloa. "Si me pidieran consejo sobre alg¨²n tema, no tendr¨ªa ning¨²n inconveniente en d¨¢rselo", manifest¨® despu¨¦s en una entrevista en EL PA?S. Tambi¨¦n afirm¨® en ella que se dar¨ªa de baja en el PSOE. Y lo hizo antes de que le echaran. Conserv¨®, eso s¨ª, el carn¨¦ n¨²mero 19 de la Federaci¨®n Socialista Madrile?a "de los a?os de la clandestinidad, porque me trae recuerdos de los a?os dif¨ªciles en los que ¨¦ramos tan pocos". Ni una puntada sin hilo.
El ex ministro aplaude "el viaje al centro" de Aznar y valora el papel de Zapatero en el PSOE
Pocos eran, desde luego, cuando aquel muchacho rubio de pelo ensortijado, educado en el Liceo Franc¨¦s, fue detenido por la polic¨ªa franquista en 1962 junto a Luis G¨®mez Llorente y Miguel ?ngel Mart¨ªnez mientras manipulaban vietnamitas "para pasar apuntes". Estuvo casi seis meses en la c¨¢rcel de Carabanchel. Este pedigr¨ª democr¨¢tico y sobre todo antifranquista le vali¨® para que le despidieran de la Junta de Energ¨ªa Nuclear en la que trabajaba pr¨¢cticamente desde su licenciatura en F¨ªsicas. Se dedic¨® entonces a la econom¨ªa y se doctor¨® en esta ciencia. Su destino ser¨ªa el sancta sanctorum del dinero, el Banco de Espa?a.
Miguel Boyer pertenec¨ªa a una de esas familias de la burgues¨ªa ilustrada madrile?a que hab¨ªa perdido la guerra y que ense?aba a sus hijos a pensar en libertad. Naci¨® en la localidad francesa de San Juan de Luz, en el exilio, con su padre en un campo de concentraci¨®n y su abuelo materno, Miguel Salvador, condenado a muerte por Franco. Boyer se emociona al rememorar el viaje de su madre con ¨¦l en brazos para despedir al abuelo, cuya pena ser¨ªa conmutada in extremis por una carambola producida al interceder el cu?ad¨ªsimo Serrano S¨²?er en favor de un compa?ero de condena.
Ya de joven despuntaba y marcaba ese gesto de orgullo con que le tachan ahora antiguos compa?eros de partido, dolidos tal vez por la actitud adoptada en los ¨²ltimos a?os por alguien al que consideraban de los suyos. Son los mismos que reconocen en ¨¦l un alto grado de inteligencia, de enorme cultura y de brillantez, al que le encanta debatir y exponer sus ideas y que esconde un profundo sentido del humor cuando consigue desprenderse de la coraza de timidez con la que frunce el ce?o. Goza tambi¨¦n de ser muy tolerante. Sin embargo, alguno de sus habituales contertulios aventura que, "si est¨¢ mucho tiempo rodeado por beatos, acabar¨¢ saltando", en referencia a su presencia en la fundaci¨®n del Partido Popular.
?l, por el contrario, aplaude que "la derecha haya hecho el viaje al centro" y destaca "la labor en materia econ¨®mica" realizada por el PP. Lo que le inquietan son "las derivas al federalismo". En ese sentido, considera que su antiguo partido tiene "bastante l¨ªo" por sus posiciones, sobre todo en el Pa¨ªs Vasco y Catalu?a, y cree que el PP lo tiene mejor resuelto, "es m¨¢s rectil¨ªneo". Valora, en cualquier caso, la evoluci¨®n del PSOE, que "se aproxima m¨¢s a una tercera v¨ªa", y a Zapatero como "una persona de bien, cae simp¨¢tico y tiene m¨¦rito con el cambio emprendido porque no le han ayudado mucho". Es muy cr¨ªtico con el panorama actual: "Ha bajado alarmantemente la calidad de la pol¨ªtica". Para rematar: "La pol¨ªtica espa?ola es m¨¢s de ataques que de ideas".
Este experto en te¨®ricos liberales como Popper y Hayek, ha enterrado los viejos clich¨¦s de izquierda / derecha y apuesta por "un mundo m¨¢s pac¨ªfico e igualitario", que se preocupe por "el cambio clim¨¢tico y la explosi¨®n demogr¨¢fica" y rechace fen¨®menos como el terrorismo. En definitiva, todo un aluvi¨®n de ideas para aportar a la fundaci¨®n "reformista" a la que ha entrado como patrono. Es la nueva etapa del largo viaje de Boyer, a quien un colaborador de sus tiempos de ministro define as¨ª: "Entonces dec¨ªa que era socialdem¨®crata, pero era liberal; ahora dice que es liberal, pero es conservador".
Participar en una fundaci¨®n no es para tanto revuelo; no soy un pol¨ªtico profesional
La biograf¨ªa de Boyer ha estado unida al socialismo espa?ol. Tanto en el Banco de Espa?a como en sus posteriores trabajos en el INI o en Explosivos, dej¨® esa impronta de contestatario, a pesar de estar mezclado con rancios ejecutivos del r¨¦gimen. No importaba eso para que ¨¦l y sus amigos (Carlos Solchaga, Luis ?ngel Rojo o Mariano Rubio) pudieran conspirar en la sombra.
En este pa¨ªs, cuando bajaba la marea se ve¨ªan las cada vez mayores calvas del franquismo y unos cuantos j¨®venes socialistas se preparaban para tomar el mando mientras la direcci¨®n del partido fenec¨ªa en Par¨ªs. Fue cuando Boyer inici¨® su amistad con uno de ellos, Felipe Gonz¨¢lez. En medio estaba otro hombre fulgurante, Alfonso Guerra. El aprecio de Boyer a Gonz¨¢lez ("Felipe era una persona fuera de lo com¨²n, sin mezquindaz", dice) se tornar¨ªa con el paso de los a?os ("me resulta triste el resentimiento con que se expresa a veces ahora").
Entretanto, hac¨ªa carrera en el partido. Puso todo su ardor en la causa. Ese mismo impulso provoc¨® su primer portazo, all¨¢ por 1977, ya muerto el dictador y repleto el pa¨ªs de sopas de letras que, dec¨ªan, eran partidos pol¨ªticos. Sus tendencias socialdem¨®cratas le llevaron a los brazos de Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, cuyo grupo abandon¨® cuando ¨¦ste decidi¨® integrarse en UCD. Regres¨® al redil tras fracasar en un intento de ser senador por Rioja Independiente. El PSOE ya se estaba dejando en la cuneta el t¨¦rmino marxismo que ¨¦l tanto rechazaba y que abandon¨® en el 27? Congreso.
La atracci¨®n con Gonz¨¢lez era correspodida, pero no pudo evitar ser desterrado de las listas de Madrid "por socialdem¨®crata". Encabez¨® las de Ja¨¦n con socialistas hist¨®ricos. Sali¨® diputado, pero no tard¨® en dejar el esca?o, quiz¨¢ porque se aburr¨ªa o porque quer¨ªa poner su sesera en menesteres m¨¢s productivos.
Su etapa de esplendor estaba cerca. Gonz¨¢lez se ve¨ªa ganador y sab¨ªa que las cuestiones econ¨®micas hab¨ªa que tratarlas con delicadeza, dijera lo que dijera el programa electoral. Un mes antes de las elecciones, Boyer ya sab¨ªa que ser¨ªa ministro y que aglutinar¨ªa Econom¨ªa, Hacienda y Comercio. Investido superministro, comenz¨® a aplicar una cirug¨ªa con tendencias liberalizadoras. Pero lo primero de todo fue la expropiaci¨®n de Rumasa, a los dos meses y medio. Un aut¨¦ntico bombazo que puso al descubierto la trama contable del imperio de Ruiz-Mateos, que a?os despu¨¦s lleg¨® a agredirle en un acto p¨²blico.
La reconversi¨®n se aceler¨®, se puso en marcha el embri¨®n del contrato temporal, se actualizaron los alquileres (decreto Boyer) y se adopt¨® una reforma de las pensiones que provoc¨® un gran vendaval en el partido. Nicol¨¢s Redondo, el hist¨®rico l¨ªder de UGT, rompi¨® por primera vez la disciplina de voto en el Parlamento. Cuentan que Redondo supo, cuando fue nombrado Boyer, que tendr¨ªan muchos problemas.
Los tuvieron, y serios: con ¨¦l y con Gonz¨¢lez. Felipe, que valoraba la solidez de Boyer, le respald¨® casi siempre, en contra de las opiniones de otros ministros, sobre todo del vicepresidente Alfonso Guerra. As¨ª creci¨® una antipat¨ªa mutua, que lleg¨® a su punto culminante cuando en el verano de 1985 Boyer plante¨® la necesidad de dar m¨¢s p¨²rpura al ¨¢rea econ¨®mica. Guerra se opuso a que se creara una nueva vicepresidencia. Boyer dimiti¨® y el presidente aprovech¨® para realizar sus primeros cambios de ministros. "A Felipe se le escap¨® la crisis de las manos, si lo hace en 24 horas sale adelante el cambio; pero dej¨® que se convirtiera en un pulso", afirma.
La pol¨ªtica econ¨®mica que hab¨ªa aplicado sirvi¨® para urdir los mimbres de la que se ha hecho hasta la fecha, para bien o para mal, y que acabar¨ªa con la entrada en la Comunidad Europea y en el euro, al que ¨¦l, precisamente, se opuso abiertamente. "Yo puse en duda que hubiera suficiente homogeneidad para instaurar el euro; pero quedarse fuera una vez incorporados Francia y Alemania, habr¨ªa sido peor".
La tirantez de Boyer y Guerra no estaba exenta de cierta cordialidad. Boyer suele recordar que Guerra le regal¨® un libro biogr¨¢fico con esta dedicatoria: "A Miguel Boyer, c¨ªclope de la econom¨ªa espa?ola". A lo que ¨¦l pregunt¨®: "Con lo de c¨ªclope, ?quieres llamarme gigante o tuerto?". Duelo de titanes. Lo cierto es que s¨®lo manten¨ªa relaciones fluidas con pocos compa?eros de Consejo (con el presidente; con Solchaga, titular de Industria y sustituto suyo, y con Joaqu¨ªn Almunia, de Trabajo, principalmente). Al ex presidente no le ve hace a?os ("no mantengo ninguna relaci¨®n, se abrieron distancias"), a Almunia ("tuvo una actitud excelente") tampoco y con Solchaga se re¨²ne con frecuencia.
Las aguas se calmaron. Boyer, cuyo largo romance con Isabel Preysler sali¨® a la luz y que se hab¨ªa divorciado de Elena Arnedo, fue nombrado presidente del Banco Exterior y pas¨® de los rutinarios Consejos de Ministros a las pomposas comidas de la gran banca. Despu¨¦s aparcar¨ªa en el grupo de los Albertos y las hermanas Koplowitz, hasta llegar a CLH, que ahora preside. Una ¨¦poca turbulenta en la que tuvo que declarar por el caso Ibercorp en el estuvieron encasausados Mariano Rubio y Manuel de la Concha.
Se alej¨® de la vida pol¨ªtica, pero no, muy a su pesar, del primer plano. Los veraneos en Marbella con la denominada beautiful people y la mansi¨®n en Puerta de Hierro que se construy¨® despu¨¦s de casarse con Preysler le trasladaron de las p¨¢ginas de econom¨ªa a las de la prensa rosa. Muchos dirigentes socialistas creen que "aquella casa con 14 ba?os" les hizo mucho m¨¢s da?o que cualquiera de los episodios en los que estrech¨® la mano a Aznar.
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