La locura que nos acompa?a

Con Carles Santos lo m¨¢s aconsejable es dejarse llevar. Su ¨®pera-circo lleva la fantas¨ªa interiorizada hasta en la elecci¨®n del t¨ªtulo, un juego de palabras a partir de un entra?able pececito mediterr¨¢neo.

Hay un pulso con la geometr¨ªa desde el propio cuerpo. Y en ese juego entra tambi¨¦n la voz, la dimensi¨®n circense de la ¨®pera, aunque sin ce?irla al no va m¨¢s de los agudos de los tenores. No, no va por ah¨ª el viaje a la ilusi¨®n y al mundo de los sue?os y recuerdos de Carles Santos. Importa la sorpresa por la sorpresa, pero siempre hay un toque de melancol¨ªa, de humor, incluso de ternura. Uno acaba queriendo a todos los que participan en el espect¨¢culo. La emoci¨®n surge del juego del violinista con la pelotita sin perder la esencia de la melod¨ªa, o de esa contorsionista que sale de una caracola, o de...

La magia surge de la lucidez con la que se muestra la locura cotidiana, pero tambi¨¦n de la reflexi¨®n intelectual que hay debajo de lo aparente y, sobre todo, del factor humano que ba?a todo. Desde espacios fascinantes como la nave de Sagunto a otros m¨¢s convencionales, la invitaci¨®n de Carles Santos no pierde un ¨¢pice de frescura. Un espect¨¢culo colosal de un creador excepcional.