Para ese viaje no se necesitan alforjas
Cambiar o formar nuevos gobiernos es m¨¢s dif¨ªcil de lo que a primera vista parece. A Felipe Gonz¨¢lez se le mudaba la cara cuando entraba en este trance. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar parece llevarlo mejor. A Pujol le resultaba inc¨®modo y era incapaz de soportar la llorera de alguno de sus consejeros cuando iban a ser sustituidos. Artur Mas lo acaba de experimentar en sus propias carnes. Ya lo hab¨ªa intentado con anterioridad, pero en aquella ocasi¨®n acab¨® en aborto. Lo de ahora parece haber sido un cambio de gobierno interruptus.
Creo entender lo que Mas quer¨ªa transmitir con el cambio que pretend¨ªa. Se trataba de enviar se?ales al mercado pol¨ªtico catal¨¢n de que comenzaba una nueva era en el gobierno largo de CiU al frente de los destinos de Catalu?a. Esas se?ales consist¨ªan en, por un lado, algunas modificaciones en la estructura del Gobierno y, por otro, en incorporar unas pocas caras nuevas que transmitiesen la idea de relevo generacional, tanto frente a Jordi Pujol como a Pasqual Maragall. Agrupar los departamentos de Industria, Trabajo, Comercio y Turismo en un ¨²nico macrocodepartamento pod¨ªa tener sentido pol¨ªtico. Esas actividades representan entre un 60% y un 70% del PIB econ¨®mico catal¨¢n que Mas pensaba en traducir a PIB electoral. Pero ofrecerle, en un primer momento, ese macrodepartamento a Carlos Tusquets Trias de Bes no parece tener mucho sentido, dado su perfil de financiero. Lo mismo sucede en el caso de Francesc Homs, aunque en este caso su discurso pol¨ªtico cuadra bien con las preocupaciones de la peque?a y mediana industria, comercio y turismo del pa¨ªs. Pero entiendo tambi¨¦n la resistencia de Homs a hacerse cargo de los marrones que arrastra la cartera de Trabajo, anteriores a la gesti¨®n del conejero Llu¨ªs Franco, que est¨¢n ahora en pleno apogeo judicial. As¨ª las cosas, se podr¨ªa haber entrevisto que el acto de cambio de gobierno no concluir¨ªa de forma feliz. La idea no estaba mal, desde la perspectiva de CiU. Pero la gesti¨®n pol¨ªtica de ese cambio ha resultado penosa. Es m¨¢s, hasta se podr¨ªa decir que ha sido una chapuza.
Pero m¨¢s all¨¢ del mayor o menor acierto en la gesti¨®n de la renovaci¨®n del Gobierno, a mi juicio, este incidente pone de manifiesto una vez m¨¢s que el modelo sucesorio dise?ado por CiU para sustituir a Jordi Pujol no puede funcionar. Se ha seguido el viejo modelo utilizado en muchas empresas familiares catalanas, consistente en dar entrada en la empresa a los hereus, compartiendo la gesti¨®n diaria del negocio con el pare. El Instituto de la Empresa Familiar, que preside Jos¨¦ Manuel Lara, ha renovado en los ¨²ltimos a?os las estrategias de la empresa familiar en cuando a la sucesi¨®n. El nuevo modelo se?ala que cuando llega el momento de la sucesi¨®n, lo mejor es separar claramente lo que es el control de la empresa de la gesti¨®n del negocio, profesionalizando esta ¨²ltima mediante el criterio de meritocracia, y no el de la herencia.
Por lo que se ve, este nuevo modelo no ha logrado calar en CiU. La estrategia de renovaci¨®n de la empresa pol¨ªtico-familiar del presidente Pujol sigue apegada al antiguo modelo sucesorio. Se ha mezclado en el mismo ¨®rgano -es decir, en el Gobierno- el control de la empresa y la gesti¨®n del negocio. Es una estrategia basada m¨¢s en la marca Jordi Pujol y herederos que en la de Jordi Pujol y C¨ªa. Este modelo ya no funciona y tiene, adem¨¢s, un coste pol¨ªtico y personal elevado para los protagonistas. Por un lado, no permite a los nuevos gestores autonom¨ªa de acci¨®n para dise?ar con libertad nuevas estrategias y elegir nuevos equipos. Por otro, la imagen del viejo capit¨¢n de empresa sufre un deterioro tremendo en el final de su vida pol¨ªtica, al hacerse visible su creciente marginaci¨®n (su papel de "telonero", en expresi¨®n del propio presidente) y tener que asumir como propios errores ajenos. En la foto de la rueda de prensa donde Artur Mas y Jordi Pujol daban a conocer el cambio, la cara del presidente era todo un poema.
Los pol¨ªticos deber¨ªan caer en la cuenta de que la formaci¨®n de gobiernos electorales a final de mandato tiene un coste elevado. Soy contrario a este tipo de cambios. Sin duda son legales, est¨¢n dentro de nuestro ordenamiento constitucional y forman parte de nuestra reciente cultura pol¨ªtica, pero pienso que son una perversi¨®n del buen funcionamiento de una sociedad democr¨¢tica. Soy partidario de la limitaci¨®n de mandatos y de la lucha limpia por la sucesi¨®n. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Jordi Pujol han hecho bien en autolimitar su permanencia en el poder, pero est¨¢n gestionado mal su sucesi¨®n. Una vez tomada esa decisi¨®n, lo mejor es el modelo americano: primarias abiertas y competitivas. Pero, puestos a hacer gobiernos pensando s¨®lo en las elecciones, al menos hay que esperar que se hagan bien.
En todo caso, lo que Artur Mas necesita demostrar no es tanto que logra incorporar caras nuevas para seguir llevando a cabo los mismos planteamientos y pol¨ªticas de siempre como que es capaz de dise?ar nuevos enfoques y poner en marcha nuevas pol¨ªticas. Vino nuevo, aunque sea en odres viejos. ?se es el giro que tiene que imprimir a su Gobierno en el escaso tiempo que le queda hasta las nuevas elecciones. De momento, para ese viaje no se necesitaban alforjas.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB
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