Los nueve de Valdestillas
Hace 66 a?os los falangistas los fusilaron y malenterraron lejos de su pueblo para extender el terror. Hoy reposan en el cementerio
Al amanecer del 22 de octubre de 1936, nueve hombres del municipio vallisoletano de Valdestillas fueron asesinados por un grupo de falangistas, a 60 kil¨®metros de su pueblo, en el cruce de la carretera que va de Medina de Rioseco a los Campos G¨®ticos con la que baja de los Montes Torozos hacia Meneses de Campos, ya en la provincia de Palencia.
La historia de los nueve de Valdestillas es uno de los ejemplos m¨¢s claros de la estrategia de terror y de exterminio para con los adeptos a la Rep¨²blica, trazada por los dirigentes del bando nacional y encomendada por los caciques locales a falangistas de otros lugares.
?Por qu¨¦ matarlos tan lejos de su pueblo? ?Por qu¨¦ no los enterraron en los Montes Torozos como a cientos y cientos de vallisoletanos? ?Por qu¨¦ los falangistas ni se molestaron en ocultar los cuerpos y los dejaron a la vista en un cruce bastante transitado? La historiadora y representante de la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica, Asunci¨®n Esteban, biznieta de Dionisio Cantalapiedra, el mayor de los nueve asesinados, ha encontrado las respuestas en los testimonios de familiares y vecinos de Valdestillas y de Meneses.
Ni el pueblo vallisoletano ni el palentino hab¨ªan recibido ninguna visita de los falangistas, a pesar de que hab¨ªan pasado ya m¨¢s de tres meses desde el 18 de julio de 1936. A finales del verano, Te¨®filo Fadrique, otro de los nueve, escuch¨® por casualidad detr¨¢s de una tapia lo que dec¨ªa la mujer de uno de los caciques de Valdestillas a una vecina: "Ya se han llevado a gente de todos los pueblos de alrededor. ?A ver cuando vienen aqu¨ª!". Un mes despu¨¦s, un domingo de mediados de octubre, a la salida de misa en la Plaza de Meneses, un falangista del pueblo fanfarronea con preparar en menos de una semana un "paseo" de gente de alg¨²n lugar cercano a Simancas, en Valladolid, donde trabaja, para fusilarlos en Meneses y sembrar el terror entre los rojos del pueblo. El lugar elegido es Valdestillas. El d¨ªa, el 21 de octubre.
Al caer la tarde, 18 hombres son conducidos al ayuntamiento por falangistas de la zona. Forman parte de una lista negra todav¨ªa con m¨¢s nombres relacionados con la Casa del Pueblo y con la anterior corporaci¨®n republicana. Dionisio Cantalapiedra ve la lista sobre la mesa de la alcald¨ªa; consigue cogerla y se la come. Pide que le maten a ¨¦l, que ten¨ªa 63 a?os, y que dejen libres a sus dos yernos, Celedonio Mart¨ªn y Florentino Recio, padres de 9 y 6 hijos, respectivamente. Florentino lograr¨¢ salvar la vida, al igual que la mitad de los apresados. As¨ª se lo hicieron saber los falangistas, cuando les subieron al cami¨®n: "Unos vais con billete de ida y vuelta, y otros, s¨®lo con billete de ida". A los primeros, les dejaron en las cocheras de tranv¨ªas de Valladolid, que se utilizaban como c¨¢rcel. A los otros nueve se los llevaron, ya muy entrada la noche, por la carretera de Torozos hasta el cruce de Meneses, donde les esperaba otro falangista del pueblo.
All¨ª, maniatados unos con otros, les bajan del cami¨®n y son abatidos a tiros en la cuneta junto a una chopera, a unos dos kil¨®metros del pueblo. A primeras horas de la ma?ana, la noticia corre entre el vecindario. El terror contin¨²a seg¨²n lo previsto. El alcalde ordena que vayan cavando una fosa en la parte civil del cementerio, y obliga al panadero a recoger los cuerpos en un remolque tirado por dos mulas y rodeado por una romer¨ªa macabra, que encabezan los falangistas locales, sus seguidores y algunos curiosos. Al final de la ma?ana, despu¨¦s de desvalijarlos, los cad¨¢veres fueron arrojados a la fosa com¨²n. Algunos falangistas, ante el horror de la concurrencia, saltaron sobre los cad¨¢veres, antes de enterrarlos, como escena culminante de aquella ceremonia dantesca.
Acabada la guerra civil, a?o tras a?o, las mujeres de tres de los asesinados acudieron puntualmente al cementerio de Meneses el d¨ªa de Todos los Santos, con la ayuda de una familia del pueblo, para depositar una corona de flores en memoria de los asesinados ante una cruz en la que inscribieron los nombres de sus muertos.
66 a?os despu¨¦s, los nueve de Valdestillas descansan ya en el cementerio de su pueblo, gracias al trabajo realizado, con el respaldo de sus familias, por la delegaci¨®n vallisoletana de la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica. Esta vez, el Ayuntamiento de Valdestillas se ha hecho cargo de la mayor parte de los gastos de traslado y entierro.
El hijo de uno de los nueve fusilados, maderero de profesi¨®n y actualmente jubilado y en una residencia de ancianos de Valladolid, le cont¨® a Asunci¨®n Esteban que hace a?os compr¨® en una subasta los chopos del lugar donde se produjo el asesinato. En los troncos segu¨ªan las balas que acabaron con los nueve de Valdestillas. El s¨¢bado, en el multitudinario y emotivo encierro, Sabina de la Cruz, la viuda de Blas de Otero, ley¨® el poema de Miguel Hern¨¢ndez que figurar¨¢ en las l¨¢pidas de los nueve de Valdestillas: "Porque soy como el ¨¢rbol talado, que reto?o porque a¨²n tengo la vida".
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