La combativa se?ora Duisenberg

Un comentario acerca del n¨²mero de firmas recogidas en apoyo de una campa?a civil contra la ocupaci¨®n israel¨ª de la franja de Gaza podr¨ªa llevar a la holandesa Gretta Duisenberg, esposa del presidente del Banco Central Europeo, ante los tribunales de su pa¨ªs. Preguntada en octubre pasado en un programa de radio sobre dichas r¨²bricas, que entonces sumaban ya 6.000, esta antigua coordinadora de ensayos cl¨ªnicos hospitalarios convertida en la primera dama de la banca continental respondi¨® bromeando: "Seis millones". Como ¨¦sa fue la cifra de jud¨ªos v¨ªctimas del holocausto, las cr¨ªticas no se hicieron esperar. Aunque ella aclar¨® que se trataba de una simple exageraci¨®n, un abogado de Amsterdam interpuso una demanda en su contra por fomentar el odio antisemita, demanda que est¨¢n estudiando los fiscales. Este incidente ha supuesto un nuevo quebradero de cabeza para Wim Duisenberg, marido de la demandada, que est¨¢ siendo blanco de cr¨ªticas por no frenar las actividades de su mujer.

El Gobierno de Sharon calific¨® de poco grata su presencia en una visita a Israel por su apoyo a los palestinos

"Lucho por los derechos humanos y las libertades. La libertad no puede disociarse de la paz, que es una misi¨®n para todos, y no s¨®lo un ideal. Estoy en contra de las decisiones pol¨ªticas del Gobierno de Israel, pero no contra el pa¨ªs o los jud¨ªos en general", aseguraba el pasado fin de semana la propia Gretta Duisenberg en un art¨ªculo en forma de agenda ilustrada sobre su semana publicado por el rotativo NRCHandelblad. Las declaraciones acerca de su apoyo a la causa palestina estaban fechadas el 6 de noviembre, d¨ªa de su 60? cumplea?os. En ese momento, todav¨ªa pensaba visitar Israel y los territorios palestinos con el grupo c¨ªvico que anima, bautizado Fin a la Ocupaci¨®n. Un deseo que tardar¨¢ en hacerse realidad, porque el Ministerio de Asuntos Exteriores israel¨ª calific¨® su presencia de poco grata y el viaje fue anulado indefinidamente. El entorno de Duisenberg aleg¨® motivos de seguridad para posponer la salida, y ella misma, siempre optimista, tuvo que cerrar su period¨ªstico recuento semanal haciendo votos por pisar Gaza el pr¨®ximo a?o.

Siempre sol¨ªcito y tal vez para consolarla por este contratiempo, su esposo le pidi¨® que le acompa?ara a una visita de trabajo a M¨¦xico. En lugar de mostrarse como Gretta Duisenberg, la activista, tendr¨ªa que seguir all¨ª el programa establecido para las se?oras en este tipo de reuniones, pero no perdi¨® el buen humor. "Estoy en la ciudad de M¨¦xico con Wim en lugar de pasear por Ramala. Qu¨¦ extra?o. Sin embargo, debo admitir que resulta muy agradable salir un par de d¨ªas despu¨¦s de tanta reuni¨®n, llamadas de tel¨¦fono y faxes", dec¨ªa en su diario. Una franqueza que no llama la atenci¨®n al verla impresa, pero que le ha valido m¨¢s de un insulto cuando ha expresado en voz alta sus opiniones. O cuando ha utilizado s¨ªmbolos tan conflictivos como algunas banderas para airearlas.

En mayo pasado, sin ir m¨¢s lejos, colg¨® la de Palestina del balc¨®n de su casa de Amsterdam. Su foto apareci¨® en toda la prensa holandesa y sus vecinos jud¨ªos se quejaron de que pareciera apoyar los atentados suicidas palestinos. El matrimonio recibi¨® m¨²ltiples amenazas acus¨¢ndoles de atacar al pueblo jud¨ªo. Despu¨¦s de muchas discusiones y cuando las cr¨ªticas sobre la tibieza con que Wim Duisenberg, el banquero que dicta el vaiv¨¦n de los tipos de inter¨¦s europeos y gestiona el euro, abordaba las inclinaciones pol¨ªticas de su esposa, la bandera fue retirada. Sin que mediara consigna, otros ciudadanos tomaron el relevo y la ense?a palestina onde¨® poco despu¨¦s en numerosos edificios privados de la capital holandesa.

Despu¨¦s de que Wim Duisenberg descolgara la expuesta por su esposa, ¨¦l mismo anunci¨® que la decisi¨®n hab¨ªa sido tomada de mutuo acuerdo. Un gesto t¨ªpico del que fuera presidente del Banco Central holand¨¦s, un hombre que suele destacar en p¨²blico por su estatura (193 cm), su poblada cabellera blanca y, sin duda, la caballerosidad con que trata a su esposa. En mayo, cuando las cr¨ªticas por la bandera arreciaban y hasta algunos diputados holandeses se vieron obligados a recordar que la vida privada de sus compatriotas en altos cargos europeos no les incumb¨ªa, los Duisenberg acapararon la atenci¨®n tambi¨¦n por otros motivos. Llegados a la ciudad alemana de Aquisgr¨¢n para recibir el Premio Carlomagno, otorgado este a?o al euro, Gretta Duisenberg tuvo dificultades para pasear por las viejas calles de la monumental ciudad con sus zapatos de fino tac¨®n. Siempre sol¨ªcito, su esposo le prest¨® los suyos y sigui¨® andando con el calzado de su esposa en la mano, para deleite de los fot¨®grafos.