La isla del pescado
El mercado de la Boqueria de Barcelona estrena su parte central
Nieto, hijo y padre de pescaderos, Manel Ripoll se pasea estos d¨ªas orgulloso por la zona del pescado del mercado de la Boqueria de Barcelona. La llamada isla del pescado, en la zona central del recinto, acaba de ser reformada. "Puestos nuevos con iluminaci¨®n que no da?a el pescado, mostradores de acero inoxidable, pavimento a prueba de resbalones y hasta dos grandes fuentes de inspiraci¨®n gaudiniana". Ripoll, que adem¨¢s de pescadero es el presidente del mercado, detalla en qu¨¦ ha consistido la reforma, "que buena falta hac¨ªa".
Mientras este hist¨®rico de la Boqueria prosigue con sus explicaciones, sobre la capa de hielo de los puestos de la Boqueria el pescado y el marisco lucen tan frescos que, si los pescaderos se descuidan, alguna langosta trepa sobre las dem¨¢s hasta ir a parar al suelo. Ripoll devuelve la langosta a su mont¨®n y, mirando a la pescadera, afirma: "Yo nunca he estado detr¨¢s del mostrador, me pondr¨ªa muy nervioso con las exigencias de la clientela. Adem¨¢s, tradicionalmente, el pescado lo han comprado los hombres y lo han vendido las mujeres".
Y es que aunque cada vez hay m¨¢s hombres detr¨¢s de los mostradores, las pescaderas contin¨²an siendo mayor¨ªa. "Pero ya no somos como las de antes. Nuestras madres y nuestras abuelas eran pescaderas. Nosotros vendemos pescado". Pilar¨ªn S¨¢nchez es otra de las veteranas de la Boqueria y asegura que las pescaderas t¨ªpicas y t¨®picas "ya no existen". "Ahora ya no gritamos, tenemos cultura y trabajamos en mejores condiciones", dice.
Sin embargo, al hablar de su oficio, S¨¢nchez emite un rosario de quejas: "Dormimos muy poco y trabajamos de siete de la ma?ana a nueve de la noche, de pie y pasando fr¨ªo, nos mojamos, no tenemos vacaciones y encima tenemos que estar siempre con una sonrisa de oreja a oreja". "He tenido dos hijas y si me descuido las tengo aqu¨ª, en el puesto. Esto no es vida", concluye. Probablemente por la dureza del oficio, y aunque se gane mucho dinero, los puestos de pescado de la Boqueria han pasado de padres a hijos durante tres y hasta cuatro generaciones.
Se quejan, pero a la vez se muestran orgullosos de formar parte de uno de los mercados m¨¢s famosos del mundo, en el que compran no pocos restauradores tambi¨¦n famosos. Ayer estaban de fiesta, porque por la tarde el alcalde, Joan Clos, inaugur¨® oficialmente las obras de reforma, una celebraci¨®n sobre la que plane¨® la preocupaci¨®n acerca de las repercusiones que pueda tener en la Boqueria la marea negra que amenaza la pesca gallega.
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