Poes¨ªa inminente
Para combatir el insomnio de una noche sin fin, leo dos veces seguidas Les immin¨¨ncies, el libro de poemas (Editorial Proa, 98 p¨¢ginas, 11 euros) que acaba de publicar M¨¤rius Sampere (Barcelona, 1928). No es la mejor lectura para dormirse, lo s¨¦: contiene dosis de reflexi¨®n nada somn¨ªferas, que invitan a recorrer caminos introspectivos y espirales, que me acompa?an hasta el amanecer de un lluvioso mi¨¦rcoles. Intento seguir las instrucciones de uno de sus versos: "N'hi ha prou amb un cop de parpella / per deixar l'univers a les fosques", pero, incluso a oscuras, el universo sigue siendo un lugar fascinante. As¨ª que, dando por perdida la batalla del sue?o, a eso de las siete de la ma?ana me levanto y dos horas m¨¢s tarde, bajo los efectos de tres caf¨¦s y de cierta inquietud existencial, me persono ante el n¨²mero 363 de la calle de Cartagena, delante del portal en el que, seg¨²n cuenta en su libro, naci¨® M¨¤rius Sampere. Entonces, en 1928, la calle de Cartagena se llamaba Igualtat y el hecho de haber nacido el d¨ªa de los santos inocentes es un detalle biogr¨¢fico que, supongo, habr¨¢ quitado un poco de trascendencia a una vida marcada por la poes¨ªa, la publicidad, la m¨²sica, la fotograf¨ªa, los viajes y otros intentos de aprehender la realidad a trav¨¦s de los sentidos.
El edificio, de ocho pisos, me decepciona. No hay placa conmemorativa y es demasiado moderno para que Sampere haya nacido aqu¨ª. Deducci¨®n: la geograf¨ªa del poeta debe de haber sido arrasada por el progreso. La fachada est¨¢ cubierta por un andamio y una lona de restauraci¨®n de la empresa Vertisub. Delante de la puerta, colgadas de una farola, varias banderolas anuncian el espect¨¢culo Pel davant i pel darrera y el programa de BTV Einstein a la platja. La banderola me sugiere la imagen de un Einstein joven tocando el viol¨ªn por la playa, pero la escena resulta demasiado buc¨®lica comparada con el d¨ªa de perros que hace y el estilo de Sampere, capaz de reciclar el escepticismo y la amenaza de lo inminente en una contundente forma de belleza: "La vida ¨¦s tan absurda / que algun sentit ha de tenir". Aqu¨ª nadie dir¨ªa que la vida pueda tener sentido. Llueve, hace fr¨ªo, los transe¨²ntes est¨¢n de mala leche y el ¨²nico local que hay en los bajos de este edificio enfundado en un andamio no tiene nombre, aunque alberga un curioso negocio de venta e instalaci¨®n de puertas: varias puertas, una detr¨¢s de otra, est¨¢n expuestas bajo una hilera de focos. Abres una, y luego hay otra. A Einstein le habr¨ªa encantado. Al fin y al cabo, en eso consiste la teor¨ªa de la relatividad: en ir abriendo puertas sabiendo que detr¨¢s siempre hay otra. Y otra. Y as¨ª hasta el infinito, como en los buenos poemas. Literariamente, la imagen resulta irreprochable, pero tengo demasiado sue?o para apreciar los matices surrealistas de la situaci¨®n, as¨ª que, para reponerme, busco el bar m¨¢s cercano, 20 metros m¨¢s al sur, llamado bar Aneto, con una sola puerta. En la pared, una fotograf¨ªa a todo color de una preciosa monta?a: digo yo que ser¨¢ el Aneto. Fuera, el cielo sigue encapotado. Pienso en Sampere: "Primer va sortir el sol, / despr¨¦s van sortir-me les dents".
Pido una raci¨®n de tortilla de patatas y me dedico a observar las tapas expuestas en el mostrador: salchichas con salsa, chistorra, butifarra negra, sobrasada, chorizo. Si existe la poes¨ªa de la experiencia, ?existir¨¢ el embutido de la experiencia? Apoyado a la pared, una pizarra con una porra del Bar?a-Madrid, con resultados mayoritariamente realistas. Una placa de cer¨¢mica festiva pone: "El millor d'aquesta casa, els seus clients". Teniendo en cuenta que estoy solo, me siento halagado. Que un poeta haya sido capaz de provocarme insomnio y de traerme hasta aqu¨ª en un d¨ªa de lluvia, sin embargo, me preocupa. ?Me estar¨¦ trastocando? Jaume Subirana, una de las personas que m¨¢s sabe de Sampere, ha escrito: "La poesia de M¨¤rius Sampere ¨¦s obsessiva i tumultuosa". Es una buena descripci¨®n, aunque sospecho que en este ¨²ltimo libro, lo tumultuoso y lo obsesivo dan paso a cierta resignaci¨®n evocativa. Si la casa donde naciste ya no existe, ?existes t¨²? Si la calle donde naciste ha cambiado de nombre, ?has cambiado t¨²? La mezcla de caf¨¦, sue?o y tortilla me est¨¢ afectando al cerebro. Llevo el libro en el bolsillo de la gabardina. Un bar vac¨ªo es un buen sitio para leer poemas, as¨ª que lo abro al azar y las p¨¢ginas me escupen la siguiente frase: "La immortalitat no exclou l'agonia". ?Lo mejor de la poes¨ªa son sus lectores? Salgo. Sigue lloviendo. Delante de una tienda, un hombre est¨¢ regando el suelo con serr¨ªn para que no le pongan el negocio perdido. Empiezo a alucinar: veo a Sampere con un saco lleno de poemas en la mano, cubriendo el suelo con versos que evitan que la gente resbale y se rompa la crisma, procurando prever los inminentes y eternos peligros.
Para combatir el insomnio de una noche sin fin, leo dos veces seguidas Les immin¨¨ncies, el libro de poemas (Editorial Proa, 98 p¨¢ginas, 11 euros) que acaba de publicar M¨¤rius Sampere (Barcelona, 1928). No es la mejor lectura para dormirse, lo s¨¦: contiene dosis de reflexi¨®n nada somn¨ªferas, que invitan a recorrer caminos introspectivos y espirales, que me acompa?an hasta el amanecer de un lluvioso mi¨¦rcoles. Intento seguir las instrucciones de uno de sus versos: "N'hi ha prou amb un cop de parpella / per deixar l'univers a les fosques", pero, incluso a oscuras, el universo sigue siendo un lugar fascinante. As¨ª que, dando por perdida la batalla del sue?o, a eso de las siete de la ma?ana me levanto y dos horas m¨¢s tarde, bajo los efectos de tres caf¨¦s y de cierta inquietud existencial, me persono ante el n¨²mero 363 de la calle de Cartagena, delante del portal en el que, seg¨²n cuenta en su libro, naci¨® M¨¤rius Sampere. Entonces, en 1928, la calle de Cartagena se llamaba Igualtat y el hecho de haber nacido el d¨ªa de los santos inocentes es un detalle biogr¨¢fico que, supongo, habr¨¢ quitado un poco de trascendencia a una vida marcada por la poes¨ªa, la publicidad, la m¨²sica, la fotograf¨ªa, los viajes y otros intentos de aprehender la realidad a trav¨¦s de los sentidos.
El edificio, de ocho pisos, me decepciona. No hay placa conmemorativa y es demasiado moderno para que Sampere haya nacido aqu¨ª. Deducci¨®n: la geograf¨ªa del poeta debe de haber sido arrasada por el progreso. La fachada est¨¢ cubierta por un andamio y una lona de restauraci¨®n de la empresa Vertisub. Delante de la puerta, colgadas de una farola, varias banderolas anuncian el espect¨¢culo Pel davant i pel darrera y el programa de BTV Einstein a la platja. La banderola me sugiere la imagen de un Einstein joven tocando el viol¨ªn por la playa, pero la escena resulta demasiado buc¨®lica comparada con el d¨ªa de perros que hace y el estilo de Sampere, capaz de reciclar el escepticismo y la amenaza de lo inminente en una contundente forma de belleza: "La vida ¨¦s tan absurda / que algun sentit ha de tenir". Aqu¨ª nadie dir¨ªa que la vida pueda tener sentido. Llueve, hace fr¨ªo, los transe¨²ntes est¨¢n de mala leche y el ¨²nico local que hay en los bajos de este edificio enfundado en un andamio no tiene nombre, aunque alberga un curioso negocio de venta e instalaci¨®n de puertas: varias puertas, una detr¨¢s de otra, est¨¢n expuestas bajo una hilera de focos. Abres una, y luego hay otra. A Einstein le habr¨ªa encantado. Al fin y al cabo, en eso consiste la teor¨ªa de la relatividad: en ir abriendo puertas sabiendo que detr¨¢s siempre hay otra. Y otra. Y as¨ª hasta el infinito, como en los buenos poemas. Literariamente, la imagen resulta irreprochable, pero tengo demasiado sue?o para apreciar los matices surrealistas de la situaci¨®n, as¨ª que, para reponerme, busco el bar m¨¢s cercano, 20 metros m¨¢s al sur, llamado bar Aneto, con una sola puerta. En la pared, una fotograf¨ªa a todo color de una preciosa monta?a: digo yo que ser¨¢ el Aneto. Fuera, el cielo sigue encapotado. Pienso en Sampere: "Primer va sortir el sol, / despr¨¦s van sortir-me les dents".
Pido una raci¨®n de tortilla de patatas y me dedico a observar las tapas expuestas en el mostrador: salchichas con salsa, chistorra, butifarra negra, sobrasada, chorizo. Si existe la poes¨ªa de la experiencia, ?existir¨¢ el embutido de la experiencia? Apoyado a la pared, una pizarra con una porra del Bar?a-Madrid, con resultados mayoritariamente realistas. Una placa de cer¨¢mica festiva pone: "El millor d'aquesta casa, els seus clients". Teniendo en cuenta que estoy solo, me siento halagado. Que un poeta haya sido capaz de provocarme insomnio y de traerme hasta aqu¨ª en un d¨ªa de lluvia, sin embargo, me preocupa. ?Me estar¨¦ trastocando? Jaume Subirana, una de las personas que m¨¢s sabe de Sampere, ha escrito: "La poesia de M¨¤rius Sampere ¨¦s obsessiva i tumultuosa". Es una buena descripci¨®n, aunque sospecho que en este ¨²ltimo libro, lo tumultuoso y lo obsesivo dan paso a cierta resignaci¨®n evocativa. Si la casa donde naciste ya no existe, ?existes t¨²? Si la calle donde naciste ha cambiado de nombre, ?has cambiado t¨²? La mezcla de caf¨¦, sue?o y tortilla me est¨¢ afectando al cerebro. Llevo el libro en el bolsillo de la gabardina. Un bar vac¨ªo es un buen sitio para leer poemas, as¨ª que lo abro al azar y las p¨¢ginas me escupen la siguiente frase: "La immortalitat no exclou l'agonia". ?Lo mejor de la poes¨ªa son sus lectores? Salgo. Sigue lloviendo. Delante de una tienda, un hombre est¨¢ regando el suelo con serr¨ªn para que no le pongan el negocio perdido. Empiezo a alucinar: veo a Sampere con un saco lleno de poemas en la mano, cubriendo el suelo con versos que evitan que la gente resbale y se rompa la crisma, procurando prever los inminentes y eternos peligros.
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