Obispos contra ETA

Nadie podr¨ªa hoy acusar a P¨ªo XI de intrusismo pol¨ªtico por haber condenado en 1937 los principios con que se justificaba el nazismo. La instrucci¨®n pastoral aprobada el viernes por la Conferencia Episcopal espa?ola contiene sin duda consideraciones pol¨ªticas, discutibles por definici¨®n, pero est¨¢ orientada por un criterio moral y sustentada en una s¨®lida argumentaci¨®n. Seguramente han sido los reiterados pronunciamientos pol¨ªticos de los obispos vascos los que han aconsejado a la Conferencia ir m¨¢s all¨¢ de lo obvio, la condena del terrorismo, para entrar en terrenos pol¨ªticos a fin de evitar acusaciones de otorgar callando ante un tema sobre el que, afirman, "no se puede ser neutral".

Se trata de una instrucci¨®n pastoral y no de una declaraci¨®n doctrinal, que habr¨ªa requerido la unanimidad. La ha habido respecto a cuatro de las cinco partes del documento, pero no sobre la que se refiere al "nacionalismo totalitario" como "matriz del terrorismo de ETA". Es en ella donde figuran las afirmaciones m¨¢s pol¨¦micas, en relaci¨®n sobre todo a la autodeterminaci¨®n, por una parte, y a la Constituci¨®n, por otra. Que sean pol¨¦micas no significa que no est¨¦n cargadas de razones, y, en todo caso, resulta incongruente que se irriten ante ellas quienes consideraron principos ¨¦ticos indiscutibles las razones nacionalistas contenidas en la pastoral de los obispos vascos de junio pasado contra la ilegalizaci¨®n de Batasuna.

La ambig¨¹edad de aquel texto y otros anteriores no se refer¨ªa a la condena de ETA, que era expl¨ªcita, sino a la actitud ante la legalidad democr¨¢tica, que se relativizaba desde la teor¨ªa de que existe un d¨¦ficit de legitimidad en el sistema democr¨¢tico espa?ol que s¨®lo se superar¨ªa mediante la apertura de un proceso constituyente vasco. La Conferencia contrapone a esa teor¨ªa la afirmaci¨®n de que la Constituci¨®n actual, sin ser perfecta, es el "marco jur¨ªdico ineludible" de referencia para la convivencia. El independentismo puede ser una opci¨®n leg¨ªtima, pero no siempre lo es; la pretensi¨®n secesionista unilateral que prescinde de los intereses del conjunto y de valores como la convivencia y el pluralismo es condenable.

Se trata, por tanto, de una refutaci¨®n, en estilo eclesial, pero en t¨¦rminos muy claros, de la l¨®gica subyacente a muchos pronunciamientos de la jerarqu¨ªa vasca. En un libro publicado a mediados de los noventa, Seti¨¦n consideraba que tras la violencia exist¨ªa un problema pol¨ªtico consistente en el insuficiente reconocimiento de la singularidad vasca, que se manifestaba en la "no aceptaci¨®n de sus facultades de autodeterminaci¨®n" al pueblo vasco, por lo que "no se podr¨¢ decir que hay paz solamente porque desaparezca la violencia si es que esas otras razones pol¨ªticas que existen detr¨¢s de esos planteamientos del pueblo vasco no tienen la adecuada soluci¨®n".

Los obispos advierten de que no pretenden juzgar el nacionalismo en general, sino el "nacionalismo totalitario" de ETA como ra¨ªz del terrorismo que practica. No se limita a condenar los atentados, sino el fanatismo ideol¨®gico del que la violencia es expresi¨®n. El di¨¢logo es la v¨ªa ¨®ptima para superar divergencias, pero ETA "no puede ser considerado como interlocutor pol¨ªtico de un Estado leg¨ªtimo". Hay un rechazo claro de cualquier equidistancia o pretensi¨®n de responsabilidad compartida entre quienes practican la violencia y quienes no ceden a las exigencias de las que ETA hace depender su cese.

Son argumentos presentados como emanados de valores trascendentes, pero no s¨®lo son compatibles con una moral laica, sino ampliamente compartibles por cualquier conciencia democr¨¢tica.