El espejo turco
Tras la aplastante victoria electoral del partido de Erdogan, la Uni¨®n Europea ha comenzado a mirarse en el espejo de Turqu¨ªa, cuya aspiraci¨®n a entrar en su seno le plantea una dif¨ªcil cuesti¨®n. ?Es Turqu¨ªa Europa? En sus momentos m¨¢s bajos, el Imperio Otomano fue "el enfermo de Europa", y no "de Asia", recuerda, en una carta abierta a Giscard d'Estaing, Mehmet ?g¨¹t?¨¹, funcionario de la OCDE (a la que pertenece Turqu¨ªa, como tambi¨¦n a la OTAN y al Consejo de Europa). Parad¨®jicamente, los turcos pueden estarle agradecidos a Giscard, presidente de la Convenci¨®n constitucional de la UE, pues, con sus declaraciones estrepitosas sobre la disoluci¨®n de la Uni¨®n si llega a entrar Turqu¨ªa, el gran valedor de la rapid¨ªsima entrada de Grecia cuando era jefe del Estado franc¨¦s ha reducido el margen de maniobra de la pr¨®xima cumbre de Copenhague. Aunque no acabe siendo todo lo positiva que quisieran los turcos, el Consejo Europeo dif¨ªcilmente podr¨¢ dar una respuesta negativa a Ankara que aspira, al menos, a que no se produzca la ampliaci¨®n a los 10 nuevos miembros sin un calendario para su inclusi¨®n. Chirac y otros se han decantado a favor.
Turqu¨ªa vive un nuevo momento definitorio. La experiencia de un movimiento isl¨¢mico (que insiste que no lo califiquen de islamista) en democracia secular puede ser esencial no s¨®lo para Turqu¨ªa, sino para el conjunto del mundo musulm¨¢n. Si la UE le dice no, puede provocar una involuci¨®n en Turqu¨ªa y en buena parte del islam, y facilitar el empuj¨®n, directo o indirecto, de los militares. ?En nombre de un laicismo controlado por los militares se va a preferir la dictadura a la democracia? Incluso est¨¢ por demostrar si el laicismo turco puede llegar a ser liberal y, por ejemplo, dejar de prohibir el uso del pa?uelo en los centros oficiales, como es el caso en la actualidad, norma que ya ha empezado a violar la esposa del nuevo primer ministro Abdul¨¢ Gul. Si la UE sabe gestionar la situaci¨®n puede contribuir a profundizar el r¨¦gimen de libertades y democracia que formalmente propugna Erdogan, cuyo ¨¦xito no est¨¢, sin embargo, asegurado, pues tendr¨¢ que hacer equilibrios para frenar las demandas de sus bases.
Cabe considerar que, por cuesti¨®n de tama?o, econom¨ªa y ubicaci¨®n estrat¨¦gica, Turqu¨ªa, en el futuro previsible, no tiene f¨¢cil en la UE, sino con la UE. Pero, llegados a este punto, despu¨¦s de que los Quince aseguraran en 1999 que Turqu¨ªa "est¨¢ destinada a entrar en la EU sobre la base de los mismos criterios que se aplican a otros Estados candidatos", no hay vuelta atr¨¢s. Se ha de exigir el cumplimiento de esos criterios, y Erdogan sabe que esa meta le ayuda a avanzar hacia una democracia plena. Quiz¨¢ las futuras negociaciones de adhesi¨®n y la propia evoluci¨®n de la Uni¨®n y de Turqu¨ªa acaben demostrando a los turcos y a los comunitarios que ese pa¨ªs no encaja bien en la UE y se busque entonces una status especial. Pero ese puede ser el final de un proceso, no un punto de partida. Y si hay encaje, podr¨¢ entrar. No se sabe c¨®mo ser¨¢ la UE, tras el big bang de una ampliaci¨®n cuya mala preparaci¨®n, aunque hist¨®ricamente comprensible, puede haber favorecido la alergia a la perspectiva de ingreso de Turqu¨ªa. De la pr¨®xima ampliaci¨®n se quedan fuera, al menos de momento, Bulgaria y Rumania, que, seg¨²n testigos presenciales, el comisario de la ampliaci¨®n, el alem¨¢n Verheugen, considera "del otro lado de la l¨ªnea de divisi¨®n cultural". Una visi¨®n un tanto peregrina que puede llevar al ostracismo a una parte de los Balcanes, cuando la perspectiva de ingreso en la Uni¨®n Europea es el factor m¨¢s din¨¢mico y potente de modernizaci¨®n.
Quiz¨¢ Giscard crea, como Chateaubriand, que "pretender civilizar Turqu¨ªa no es extender la civilizaci¨®n en Oriente, es introducir la barbarie en Occidente". Si se rechaza a Turqu¨ªa por razones religiosas o culturales, los casi 20 millones de musulmanes que viven en la actual Uni¨®n Europea se sentir¨¢n como prisioneros. Guste o no, Europa es crecientemente multicultural.
aortega@elpais.es
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.