La tristeza de tener una parcela
Una familia humilde, cuyo terreno expropi¨® la Comunidad para levantar viviendas de protecci¨®n oficial, pide a cambio un piso
La locura constructora ha creado en Madrid dos tipos de propietarios: unos muy afortunados y otros mucho menos. Los primeros son los due?os de suelo que han podido venderlo al precio que han querido (en general, alt¨ªsimo) a promotoras y constructoras. Ejemplo: los futuros barrios de Sanchinarro y Las Tablas. Los otros son aquellos cuyos terrenos han sido elegidos por la Comunidad para edificar sobre ellos a trav¨¦s de consorcios. Este sistema supone, en la mayor¨ªa de los casos, la expropiaci¨®n, un t¨¦rmino que aterra a los propietarios porque el precio obtenido es muy peque?o.
Antonia Mart¨ªn Alfonso tiene 57 a?os y corresponde a esta ¨²ltima categor¨ªa. Ella y sus cinco hermanos eran propietarios de un peque?o terreno de 210 metros cuadrados en el barrio de La Fortuna, en Legan¨¦s. Era la ¨²nica herencia de su madre, una portuguesa que enviud¨® pronto y trabaj¨® muy duro. Ninguno de los hijos sab¨ªa bien a qu¨¦ destinar¨ªan aquel terrenito, en su d¨ªa situado en pleno campo y hoy vecino de un flamante instituto y de un futuro polideportivo.
Desde hace tres a?os la duda no se plantea, porque ya no hay terreno. En 1999, la Comunidad les expropi¨® el suelo a ellos y a sus vecinos para levantar 763 viviendas destinadas a gente con pocos recursos. A cambio, el Gobierno propuso inicialmente a esta familia una compensaci¨®n de s¨®lo 1.800 euros, seg¨²n Antonia. Despu¨¦s del reparto, cada hermano tendr¨ªa en el bolsillo 300 euros, lo que cuesta una televisi¨®n. Indignados, acudieron a un abogado, F¨¦lix P¨¦rez. Y, finalmente, Urbanismo accedi¨® a subir el justiprecio hasta 3.600 euros, seg¨²n fuentes de la consejer¨ªa. "Me sigue pareciendo una miseria. Nos est¨¢n robando", se queja Antonia. Esta sensaci¨®n ha llevado a la familia hasta los tribunales. La tasaci¨®n que han presentado al juez valora el solar en al menos 12.000 euros.
Antonia, limpiadora en el Ministerio de Defensa desde hace 21 a?os, con un sueldo de 700 euros, es todo menos una terrateniente. Tampoco lo son sus hermanos. Ninguno de los seis herederos quiere dar un pelotazo con sus 200 metros de suelo. Pero, como alega el abogado, si la Administraci¨®n "pretende hacer promoci¨®n social para los m¨¢s necesitados, debe hacerla no a costa de la clase m¨¢s desprotegida econ¨®micamente". Resignada a la expropiaci¨®n, esta familia s¨®lo pidi¨® que les dejaran quedarse con uno de los pisos que se iban a construir. "Es imposible que les demos un piso porque s¨ª", contestan desde la Consejer¨ªa de Urbanismo. "No podemos hacer esa distinci¨®n, porque cuando se ha expropiado a otros no les hemos dado un piso. Si quieren una casa, tendr¨¢n que optar a ella por las v¨ªas normales".
Antonia asegura que esa "distinci¨®n" ya existe. Los vecinos que hab¨ªan levantado alg¨²n tipo de edificaci¨®n sobre su suelo, "chabolas con cuatro tablas", s¨ª han obtenido un piso de protecci¨®n. "Entiendo que hay que hacer casas baratas para la gente con poco dinero, pero mi familia no es rica y nos gustar¨ªa dejar algo a nuestros hijos", concluye.
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