La 'caseta' del GATCPAC
El Colegio de Arquitectos ha conmemorado el centenario del arquitecto Josep L. Sert de la manera m¨¢s eficaz y, supongo, con la mejor intenci¨®n provocativa. En vez de hacer la consabida exposici¨®n, ha promovido la construcci¨®n en la plaza Nova de la caseta desmuntable que ¨¦l y sus socios del GATCPAC -Torres Clav¨¦, Subirana, Rodr¨ªguez Arias, Illescas y Churruca- proyectaron en 1932 y de la cual llegaron a construir dos modelos en la plaza de Ramon Berenguer y en la Gran Via de les Corts Catalanes en el a?o 1933. La idea y la direcci¨®n de este acontecimiento corresponde al empuje investigador del arquitecto Josep Llin¨¤s.
Hace unas semanas comentaba en estas mismas p¨¢ginas una exposici¨®n en Met-room conjuntamente con otras dos salas barcelonesas que se dedicaba a los arquitectos europeos y americanos que en la d¨¦cada de 1960 plantearon nuevas tipolog¨ªas residenciales basadas en las utop¨ªas tecnol¨®gicas del nomadismo, la flexibilidad, la econom¨ªa radical e incluso el usar y tirar. Estas exposiciones coincidieron con otra en el Colegio de Arquitectos de Catalu?a sobre la arquitectura catalana de la d¨¦cada de 1960, en la que se comprob¨® c¨®mo aquellas mismas preocupaciones sociales -enriquecidas aqu¨ª con la reacci¨®n contra las ignominias franquistas- encontraron otras respuestas que no pod¨ªan ni quer¨ªan orientarse hacia las utop¨ªas formales y tecnol¨®gicas, sino hacia lo que se llam¨® con algunas ambig¨¹edades realismo cr¨ªtico. Ahora el montaje de la caseta del GATCPAC ha venido a confirmar esos discursos paralelos. Sert y sus socios marcaron en su ¨¦poca la l¨ªnea de una voluntad de servicio cr¨ªtico y de eficacia inmediata -persistente en el pa¨ªs hasta la d¨¦cada de 1960, por lo menos como programa de oposici¨®n- en el proyecto y la promoci¨®n de La Ciutat de Rep¨°s i de Vacances en Viladecans, Gav¨¤ y Castelldefels, mientras aparcaban las utop¨ªas lecorbusieranas de la Ciudad Funcional en el plan Maci¨¤ para Barcelona, hecho, precisamente, con la colaboraci¨®n de Le Corbusier. La caseta fue uno de los primeros productos relacionados con La Ciutat de Rep¨°s i de Vacances y lleg¨® a tiempo para demostrar el empe?o realista y servicial de sus autores.
Para conmemorar el centenario del nacimiento del Josep Llu¨ªs Sert, el Colegio de Arquitectos ha montado en Barcelona la 'caseta demuntable' de 1933
El proyecto de esta ciudad popular y cooperativa para el deporte, el descanso y el ocio de los barceloneses se expuso en los s¨®tanos de la plaza de Catalu?a durante la primavera de 1933. Muy pronto se organiz¨® una cooperativa que empez¨® a adquirir terrenos a lo largo de 10 kil¨®metros de costa. En 1937 la operaci¨®n ya estaba en marcha. La Guerra Civil la fren¨® pero no la par¨®. La par¨® el franquismo y la caterva de alcaldes m¨¢s o menos porciolistas que convirtieron esa ¨¢rea en un despilfarro territorial.
La caseta desmuntable era una de las aportaciones para ese asentamiento residencial, pero se ofrec¨ªa adem¨¢s como una soluci¨®n de emergencias, como un rudimentario uso de fin de semana o incluso como un elemento auxiliar en otros asentamientos. Y su construcci¨®n era no s¨®lo un alarde de facilidades constructivas y econ¨®micas, sino una llamada de atenci¨®n a favor del uso de m¨¦todos y materiales tradicionales, aunque manteni¨¦ndose fiel al lenguaje impuesto por el Movimiento Moderno como signo de los nuevos tiempos y la nueva est¨¦tica. Una llamada que, consciente o inconscientemente, supo apreciar la generaci¨®n que irrumpi¨® en la d¨¦cada de 1960 con su programa de realismo cr¨ªtico, su voluntad de servir aut¨¦nticas necesidades cotidianas sin renunciar a las ilusiones de una revoluci¨®n paciente.
Se presentaron cinco modelos de caseta -con superficies entre 10,5 y 42,7 metros cuadrados- que se montaban en pocas horas y que costaban entre 480 pesetas y 2.310 de aquellos a?os, que traducidas a hoy siguen dando cifras muy asequibles. Se hab¨ªan presentado ya 70.000 solicitudes de adquisici¨®n a la cooperativa organizadora cuando se tuvo que suspender la operaci¨®n ante los ¨²ltimos desastres de la guerra y el exilio o muerte de los miembros m¨¢s activos del GATCPAC.
Es muy importante que, casi por primera vez desde hace muchos a?os, se haya celebrado el centenario de un gran arquitecto no con la exhibici¨®n de su buen gusto o de sus pruritos tecnol¨®gicos y propagand¨ªsticos al servicio de cualquier revista del coraz¨®n en clave arquitect¨®nica, sino con la muestra de su abnegada -acertada, oportuna, arriesgada- participaci¨®n en un progreso social que se exig¨ªa desde el propio panorama pol¨ªtico, al servicio de unas necesidades reales.
Oriol Bohigas es arquitecto.
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