El c¨ªrculo vicioso
Supongamos que usted decide escribir un ensayo y le sale un relato fant¨¢stico. Imaginemos que se matricula en una ingenier¨ªa y le dan la licenciatura en Filosof¨ªa. P¨®ngase, si no, en la situaci¨®n de alguien que, detestando las novelas sentimentales, acaba haciendo de su vida un melodrama. Tal es el problema del protagonista de esta novela, Walter Faber, un t¨¦cnico que, cuanta m¨¢s racionalidad aplica a su existencia, m¨¢s disparatada le sale. Dec¨ªa Freud que el hombre ha soportado tres afrentas casi insoportables a lo largo de su historia: la cosmol¨®gica, infligida por el descubrimiento de que la Tierra no era el centro del universo; la biol¨®gica, representada por la teor¨ªa evolucionista, que nos equipara al mono, y la psicol¨®gica, por la que se demuestra que somos v¨ªctimas de nuestro inconsciente, frente al que el "yo" consciente es un pobre diablo.
Nuestro Homo Faber constituye un magn¨ªfico ejemplo de esta ¨²ltima afrenta, pues, aunque intenta dirigir su vida desde el lado consciente (el ¨²nico en el que cree, por otra parte), es el inconsciente quien toma las decisiones por ¨¦l conduci¨¦ndole con una precisi¨®n asombrosa a lo que m¨¢s miedo le da (que tambi¨¦n es, ?l¨®gicamente?, lo que m¨¢s desea). Cuanto m¨¢s se aleja de un destino sentimental, en fin, m¨¢s se acerca a ¨¦l. Hay en esta novela una lucha estremecedora entre la escritura de lo manifiesto y la de lo latente, de la que sale vencedora la segunda, dejando perplejo y derrotado a un ingeniero que a¨²n no se ha dado cuenta de que ser¨¢n las ciencias las que terminar¨¢n acerc¨¢ndose a la literatura, y no al rev¨¦s.
La acci¨®n de la novela transcurre en 1957. Los personajes principales han conocido el espanto de la Segunda Guerra Mundial y el horror de la persecuci¨®n jud¨ªa por parte de los nazis. Tales referencias conforman en cierto modo el paisaje moral del relato. La actitud del narrador frente a la vida es la de un desgarro existencialista que combate con una fe religiosa en la raz¨®n. Vean, sin embargo, la extra?a inquietud que causa en nuestro personaje un eclipse de Luna cuando, mediada la novela, comprende que la realidad ha comenzado a escap¨¢rsele de las manos: "El mero hecho de que tres cuerpos celestes, el Sol, la Tierra y la Luna, coincidieran en una l¨ªnea recta, lo cual produce irremisiblemente el oscurecimiento de la Luna, me puso inquieto como si no supiera con relativa exactitud lo que es un eclipse de Luna".
Y es que no lo sabe, o ignora al menos lo que simboliza ese oscurecimiento, porque no tiene conciencia de la parte oscura de s¨ª mismo. En esa parte va creciendo un bulto cuya presencia no ser¨¢ capaz de advertir hasta que se manifiesta en toda su plenitud. Por si fuera poco (iron¨ªas del destino), la peripecia vital que se narra en la novela arranca gracias a un fallo de la t¨¦cnica. En efecto, cuando nuestro hombre viaja a Guatemala para instalar unas turbinas, una aver¨ªa obliga al avi¨®n a hacer un aterrizaje forzoso en Taumalipas, M¨¦xico, y a partir de ese fallo t¨¦cnico comienza a funcionar con una precisi¨®n asombrosa la maquinaria del destino.
Faber se convertir¨¢ en un Edipo inverso, en cuya vida se cruzar¨¢ una hija cuya existencia ignoraba y de la que se enamorar¨¢ perdidamente. No estoy descubriendo nada que perjudique al lector: no es una novela de intriga. Es m¨¢s, el propio lector se entera muchas veces de lo que est¨¢ ocurriendo antes que el protagonista, pese a que es tambi¨¦n el narrador de la historia. La ignorancia de Walter Faber respecto a s¨ª mismo contrasta con la sabidur¨ªa del azar, que no deja un solo cabo suelto, valga la paradoja, a la improvisaci¨®n.
Homo Faber fue la primera novela de Max Frisch que cay¨® en mis manos, calculo que en los primeros setenta del pasado siglo, qu¨¦ v¨¦rtigo. Entonces no sab¨ªa qui¨¦n era este escritor. Compr¨¦ el libro porque al olfatear sus p¨¢ginas me gust¨® el olor que desprend¨ªa su escritura. Cuando me encerr¨¦ con ¨¦l en casa, no pude dejarlo hasta que llegu¨¦ al final y entonces lo comenc¨¦ de nuevo. Cuando una novela te atrapa de ese modo, sobre todo si eres joven, es porque habla de ti, porque cuenta tu vida, aunque aparente contar la de otro. Yo estaba descubriendo por aquellos d¨ªas que mi existencia era manejada por fuerzas que, aunque se encontraban dentro de m¨ª, permanec¨ªan fuera de mi control. Walter Faber era un cincuent¨®n y yo un joven, pero me identifiqu¨¦ con ¨¦l porque a m¨ª tambi¨¦n, cuando intentaba hacer un cuadrado, me sal¨ªa un c¨ªrculo (generalmente, un c¨ªrculo vicioso), y cuando intentaba escribir un curr¨ªculum, me sal¨ªa un cuento. O cuando iba a Palencia, amanec¨ªa en Par¨ªs. Una vez, muchos a?os despu¨¦s, amanec¨ª en M¨¦xico, en el mismo M¨¦xico que describe Max Frisch en Homo Faber, y sent¨ª que se hab¨ªa cerrado un c¨ªrculo (un c¨ªrculo vicioso, por supuesto).
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