La mujer de Olot
Hay casos que por su especial naturaleza se convierten r¨¢pidamente en el centro de la atenci¨®n p¨²blica. El secuestro de la farmac¨¦utica de Olot ten¨ªa desde el principio los ingredientes necesarios para ello. Diez a?os y una semana despu¨¦s de haberse cometido el secuestro de Maria ?ngels Feliu, el caso llega por fin a la fase de juicio oral y, en este tiempo, no s¨®lo se ha mantenido como fen¨®meno medi¨¢tico, sino que se ha convertido en un paradigma de algunos de los males end¨¦micos que aquejan al sistema judicial espa?ol.
Tras dos a?os de investigaciones policiales, en algunos momentos rocambolescas, el secuestro se resolvi¨® inesperadamente, no se sabe a¨²n si porque se pag¨® un rescate o por el cansancio de los secuestradores. En esa azarosa investigaci¨®n, que lleg¨® a dar por muerta a la secuestrada, la instrucci¨®n pas¨® por las manos de tres jueces y a veces tom¨® direcciones incomprensibles. La dilaci¨®n de la causa, que se ha prolongado durante m¨¢s de ocho a?os, ha dado pie a situaciones estramb¨®ticas. Por ejemplo, que los acusados del secuestro pudieran pasearse tranquilamente por Olot, e incluso encararse con su v¨ªctima, durante a?os.
Es bueno que la justicia recurra con mesura a la figura de la prisi¨®n preventiva como instrumento para reducir la alarma social que puede generar un delito, especialmente cuando la justicia se aplica con tanta lentitud. Pero es evidente que, en este caso, la libertad condicional de que han disfrutado los acusados y la demora judicial no han hecho sino agravar el da?o sufrido por la v¨ªctima. Maria ?ngels Feliu no s¨®lo sufri¨® un encierro infernal durante 492 interminables d¨ªas, sino que luego ha tenido que soportar ocho a?os de una instrucci¨®n tormentosa para ella.
Con estos antecedentes ha hecho bien el magistrado Fernando Lacaba en intentar atajar lo que ten¨ªa visos de convertirse en un juicio paralelo en los medios de comunicaci¨®n. El juez ha pedido mesura en el tratamiento informativo y han sido numerosas las voces que se han alzado para evitar que la vista se convierta en un esperpento medi¨¢tico, como fue el juicio por el asesinato de las ni?as de Alc¨¤sser. Ser¨ªa deseable que todos contribuy¨¦ramos a no agravar el da?o sufrido por la v¨ªctima y el desprestigio de la justicia.
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