Madrid cortesano y menestral
La ciudad es perezosa. Aunque pol¨ªticos y arquitectos se empe?an epis¨®dicamente en configurar un paisaje voluntario, la inercia f¨ªsica del relieve, las trazas y el car¨¢cter dotan a la materia urbana de una memoria tenaz que se resiste a la mudanza. Esta indolencia rutinaria y eficaz de los emplazamientos, semejante a la hist¨¦resis con la que los ecol¨®gos explican la persistencia morfol¨®gica en la naturaleza, contamina el entusiasmo propositivo de los proyectos con un perfume de realidad que los adapta o los elimina. As¨ª ocurri¨® con la fantasiosa propuesta de un colosal complejo cultural de vanguardia entre las naves de una vieja industria junto a la madrile?a estaci¨®n de Delicias, realizada al cabo como un inerte almac¨¦n de los libros del Dep¨®sito Legal y los expedientes administrativos que prol¨ªficamente producen los funcionarios regionales; y as¨ª est¨¢ ocurriendo con la a?eja idea de un museo de tapices junto al Palacio Real, que en sus ¨²ltimas encarnaciones va encontrando el lugar que le corresponde en la cornisa madrile?a, y que todav¨ªa experimentar¨¢ previsiblemente alg¨²n ajuste para acomodarse al perfil paulatino de la acr¨®polis del Manzanares.
Junto a catedrales y palacios o entre f¨¢bricas y v¨ªas de ferrocarril, la ciudad de arriba y la de abajo dibujan paisajes segregados
En las alturas f¨ªsicas y simb¨®licas de la capital espa?ola, el Museo de las Colecciones Reales ha sido encomendado a Luis Moreno Mansilla y Emilio Tu?¨®n tras un irregular concurso que originalmente hab¨ªa dado por ganadores a los hermanos Cano Pintos, y que una sentencia de la Audiencia Nacional -motivada por un recurso del arquitecto Antonio V¨¢zquez de Castro- hab¨ªa obligado a repetir. El resultado ha sido especialmente decepcionante para el estudio de los hijos del fallecido Julio Cano Lasso, un arquitecto de cauta modernidad que dibuj¨® con sol¨ªcita reiteraci¨®n los perfiles reales e imaginados de la cornisa monumental madrile?a, y lo cierto es que todo el proceso ha sido conducido por Patrimonio Nacional con tan ensimismada indecisi¨®n y herm¨¦tica reserva que hace obligado atribuir a este organismo la principal responsabilidad del barullo. Ya en la presentaci¨®n inicial de 1999, Mansilla y Tu?¨®n hab¨ªan propuesto realizar el museo sin vaciar la explanada frente a la catedral, construy¨¦ndolo en la banda que delimita la plataforma, ampliada con un solar propiedad de la iglesia; tres a?os despu¨¦s, y obtenido por Patrimonio el solar en cuesti¨®n, los concursantes seleccionados -entre los que ya no se encontraban los hermanos Cano- han podido tomar como punto de partida la opci¨®n originaria de Mansilla y Tu?¨®n, y el desenlace definitivo de este enredado procedimiento ha confirmado la solidez estrat¨¦gica del planteamiento de la pareja madrile?a.
El proyecto, configurado como
una apretada celos¨ªa monumental de grandes pilares de granito que sirve como basamento de la plaza donde se levanta la Almudena, tiene la l¨®gica impecable y excesiva de su n¨ªtida reiteraci¨®n estructural y -m¨¢s all¨¢ de an¨¦cdotas triviales como la escenogr¨¢fica embocadura de oro o las grandes letras exentas de sabor pop- a su inteligente interpretaci¨®n topogr¨¢fica del emplazamiento s¨®lo cabe reprochar la presencia rotunda y prism¨¢tica del cuerpo situado sobre el nivel de la plaza, que al extender el museo hasta la altura de las alas del palacio resta dramatismo a la implantaci¨®n de los vol¨²menes escalonados de la catedral sobre el extremo de la cornisa: con 40.000 metros cuadrados, el edificio puede permitirse perder superficie para ensamblarse con m¨¢s cortes¨ªa en la memoria perezosa de la ciudad, que lo metabolizar¨¢ de forma m¨¢s pac¨ªfica cuanto m¨¢s asuma su condici¨®n de z¨®calo.
Que Mansilla y Tu?¨®n saben escuchar el rumor de los lugares lo prueba el conjunto que actualmente rematan en el barrio de Arganzuela, una antigua f¨¢brica de cervezas que los arquitectos han transformado en archivo y biblioteca con la ¨¢spera contundencia y la expeditiva ejecuci¨®n propias de su condici¨®n industrial. En contraste con la solemnidad arcaica de los monolitos gran¨ªticos en las alturas ¨¢ulicas de Palacio, la desolaci¨®n proletaria de estas mediocres construcciones neomud¨¦jares junto a las v¨ªas tristes de una estaci¨®n obsoleta se interpreta con un collage distra¨ªdo de prismas de hormig¨®n y vidrio que se maclan con las naves minuciosas de ladrillo y los cilindros carenados de los silos met¨¢licos. Elegante y eficaz, el centro documental se ejecuta por los arquitectos con el aplomo compacto que ya manifestaron en sus museos de Zamora y Castell¨®n, y ¨²nicamente el capricho pol¨ªcromo de los seis tonos de rojo con los que decoran la fachada del archivo -tomados de Te mando este rojo cadmio..., un prescindible volumen epistolar del alternativamente l¨²cido y lacrim¨®geno John Berger- permite que los intereses literarios y art¨ªsticos de los autores se asomen por las rendijas de lo que est¨¢ concebido con s¨®lida persuasi¨®n constructiva y funcional.
El concurso de 1994 que est¨¢
en el origen de esta obra propon¨ªa levantar en el recinto un gran centro cultural capaz de extender el eje art¨ªstico del paseo del Prado hasta el sur ferroviario y profundo de Delicias, pero el voluntarismo ingenuo de los pol¨ªticos qued¨® varado en la inercia reticente y sabia de la ciudad, que transform¨® el volc¨¢nico "Leguid¨²" en una rutinaria Biblioteca Joaqu¨ªn Leguina, nombre definitivo de la instituci¨®n que ahora se inaugura junto al voluminoso archivo regional y una modesta sala de exposiciones para el barrio. Escenario durante un tiempo del tango entre Alberto Ruiz Gallard¨®n y su predecesor socialista en la presidencia madrile?a, el complejo de El ?guila se bota en un momento en el que el retorno al redil de G¨¦nova del ambicioso y brillante pol¨ªtico conservador -que competir¨¢ por la alcald¨ªa con la presumible presencia de Ana Botella en su lista electoral- obliga a difuminar los rastros de su conducta revoltosa, poniendo en sordina este brindis al sol p¨¢lido de los lunes. Pero la indolencia urbana se hab¨ªa ocupado ya de conferir a este bodeg¨®n heter¨®clito de dep¨®sitos el car¨¢cter menestral y burocr¨¢tico que conviene a su entorno y su funci¨®n, levantando una naturaleza muerta que s¨®lo los viejos en busca de calefacci¨®n y peri¨®dico o los j¨®venes con los apuntes escolares redimir¨¢n de su vocaci¨®n inm¨®vil.
Junto a catedrales y palacios o entre f¨¢bricas y v¨ªas de ferrocarril, la ciudad de arriba y la de abajo dibujan paisajes segregados que la deliberaci¨®n individual apenas altera: asumiendo esta testaruda resistencia urbana, es rasgo caracter¨ªstico del talento arquitect¨®nico la capacidad de interpretar partituras diversas, como en estos lugares tan pol¨¦micamente alejados han sabido hacer Mansilla y Tu?¨®n, que en esta etapa de madurez manifiestan ser capaces de competir en cintura y agilidad adaptativa con su maestro Rafael Moneo. Y acaso tambi¨¦n como su actual cliente Ruiz Gallard¨®n, quien, imitando a los tenistas, se desplaza a la izquierda o a la derecha para regresar siempre al centro, ese lugar de incierto equilibrio donde habita la inercia de la opini¨®n que gobierna las grandes urnas y los grandes proyectos.
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