La ventana y las constelaciones
Quien a estas alturas desconozca la poes¨ªa de Jos¨¦ Hierro (1922) no deber¨ªa comenzar leyendo las po¨¦ticas con que se flagela al hablar de sus versos. En la Antolog¨ªa consultada de Ribes (1952) escribe que "si alg¨²n poema m¨ªo es le¨ªdo por casualidad dentro de cien a?os, no lo ser¨¢ por su valor po¨¦tico, sino por su valor documental". En las Poes¨ªas completas de 1962 afirma que su l¨ªrica es "seca y desnuda, pobre de im¨¢genes". Aqu¨ª y all¨¢ ha defendido el realismo, la literatura para todos y la poes¨ªa como testimonio de un hombre del com¨²n: "Yo, Jos¨¦ Hierro, un hombre / como hay muchos". Se dir¨ªa que su empe?o m¨¢s concienzudo es hacerse pasar por un qu¨ªdam que ha sustituido el coturno por la alpargata y que bebe cazalla a morro: campechan¨ªa demasiado obvia para no levantar suspicacias. Jos¨¦ Hierro es un poeta unitivo que ha logrado la fusi¨®n de contrarios al componer reportajes sacudidos por espasmos de la imaginaci¨®n y alucinaciones con un pie en el suelo. Sus poemas ocultan el complicado andamiaje de su estructura y est¨¢n alumbrados por chispazos visionarios que redimen la realidad de la modorra de la costumbre. Aunque sin la unci¨®n ceremonial a que se entregan con los ojos en blanco los m¨ªsticos de escalaf¨®n, Hierro es un poeta de sorprendente diafanidad espiritual, que conoce bien las diferencias entre ritmo y metro, y encubre el comp¨¢s bajo los vuelos del eneas¨ªlabo o del vers¨ªculo. Todo ello puede admirarse en la Antolog¨ªa po¨¦tica preparada por Jos¨¦ Olivio Jim¨¦nez, actualizaci¨®n de la editada en 1990, que compendia medio siglo de poes¨ªa, desde Tierra sin nosotros (1947) hasta Cuaderno de Nueva York (1998). Puede que el poeta se achique a la hora de explicar sus propios versos, y hasta es posible que sea sincero. ?Y qu¨¦? A fin de cuentas, un buen poema no se limita a decir lo que quiso decir el poeta.
Para contrastar lo que dice
el poeta y lo que dice el poema es muy ¨²til el volumen Guardados en la sombra, conjunto de textos ensay¨ªsticos en su mayor¨ªa, aunque tambi¨¦n hay cuentos, esbozos dram¨¢ticos y poemas, que Luce L¨®pez-Baralt ha custodiado desde que, en 1967, llegaron indirectamente a sus manos desde las de Jos¨¦ Hierro. La lectura de estos escritos tempraneros, de los que el autor se desentendi¨® entonces tanto como ahora, ilustra el proceso creativo y la genealog¨ªa est¨¦tica del escritor. Estos ensayos se empinan con diligencia para estar a la altura, pero quedan lejos de las cumbres de sus grandes poemas. Se hubiera agradecido mayor precisi¨®n en la dataci¨®n y referencia de los textos, no todos ellos in¨¦ditos, pero la desaz¨®n por salvarlos d¨¢ndolos a la imprenta ha podido m¨¢s que el prurito filol¨®gico.
La misma Luce L¨®pez-Baralt
es autora de Entre lib¨¦lulas y r¨ªos de estrellas: Jos¨¦ Hierro y el lenguaje de lo imposible, de ¨ªndice un tanto desvertebrado, pues a los cap¨ªtulos que penetran en el almario del poeta se suma otro sobre el epistolario de Hierro y Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, m¨¢s una secci¨®n con dicho epistolario, y unos ap¨¦ndices de tres ensayitos y dos cuentos de Hierro (publicados, adem¨¢s, en Guardados en la sombra). Tales a?adidos son po¨¦ticamente laterales, y a?aden poco a los cuatro asombrosos asedios cr¨ªticos al poeta: l¨ªmites de la conciencia, transformaci¨®n de la amada en el amado, m¨¢scaras y desdoblamientos, lenguaje del Para¨ªso. Es infrecuente la conjunci¨®n cr¨ªtica de tanta lucidez y tama?o apasionamiento. El an¨¢lisis de Lope. La noche. Marta es emocionante y magistral. Y eso que no es f¨¢cil mantener el pulso hermen¨¦utico ante un poema que nos descubre lo mejor de nosotros mismos mientras desgrana su an¨¦cdota: Lope de Vega, viejo ya, abre la ventana para que entre la noche, que "afuera deja sus constelaciones". A ella, a la noche, le confiesa su amor por Marta la de los ojos verdes, que ha perdido la raz¨®n y la vista, y a la que el sacerdote empecatado cuida, absuelve y ayuda a entrar en un sue?o que ¨¦l mismo interrumpe: "Abre tus ojos, Marta, que quiero o¨ªr el mar". Hay versos que valen por una literatura, y hay comentarios profesorales que van de vuelo, prendidos luminosamente del poema.
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