La chica de azul
Ojos negros, rostro achinado y melena azabache. Un breve vestido azul ci?e las vertiginosas curvas de una monta?a rusa que exhibe sobre sus puntiagudos tacones. En los primeros fotogramas s¨®lo se muestra sugerente: se estira, se toca, se sube, se agacha. Al octavo clic empieza el despelote, y para el und¨¦cimo ya est¨¢ con una mano en la entrepierna iniciando un repaso ¨ªntimo en cuya apoteosis muestra hasta el p¨¢ncreas. Es la chica azul, la protagonista del montaje fotogr¨¢fico que ha turbado la carrera pol¨ªtica de tres diputados del PP en la Asamblea de Madrid. El 21 de noviembre pasado, los parlamentarios populares Miguel ?ngel P¨¦rez Huysman, Manuel Troiti?o y Colom¨¢n Trabado eran cazados por dos periodistas de la cadena SER y Servimedia cuando visionaban, jocosos, la mencionada secuencia de im¨¢genes pornogr¨¢ficas. Cualquiera que est¨¦ habituado al ordenador sabe hasta qu¨¦ extremo es moneda corriente la recepci¨®n, muchas veces involuntaria, de fotomontajes guarretes. No es s¨®lo cosa de hombres, la variedad es mucha y las mujeres participan muy activamente en el intercambio y difusi¨®n de mensajes subidos de tono. En alguno de ellos he visto las escenas de sexo m¨¢s duras, y en ocasiones repugnantes, que cabe imaginar. Sin ir m¨¢s lejos, hace un par de semanas recib¨ª en mi correo electr¨®nico un e-mail tan asqueroso que a su lado las manipulaciones vaginales de la chica de azul se me antojan casi monjiles.
Alego en mi descargo que desconoc¨ªa el contenido hasta que lo abr¨ª, que no lo reenvi¨¦ a terceros y que estuve a punto de vomitar. As¨ª pues, no creo que los tres diputados populares sean unos pervertidos, no al menos por abrir ese mensaje envenenado que tanto perjuicio personal les ha causado. Es evidente que su error fue visionarlo y degustarlo sonrientes en el esca?o, hacerlo en un ordenador cedido por el Parlamento y adem¨¢s durante un pleno en el que, para mas inri, debat¨ªan la violencia de g¨¦nero. La falta de formalidad, respeto y decoro de sus se?or¨ªas en tales circunstancias es lo que convirti¨® su proceder en noticia a los ojos de cualquier informador que se precie.
No obstante, el incidente tampoco habr¨ªa tenido mayor calado si sus protagonistas hubieran reconocido desde el primer momento aquella ligereza disculp¨¢ndose p¨²blicamente por sucumbir a la tentaci¨®n del seductor correo. Sin embargo, nada de eso ocurri¨®; bien al contrario, el diputado P¨¦rez Huysman tuvo la desfachatez de llamar a la cadena SER para negarlo rotundamente e inventarse un rosario de pat¨¦ticas falacias con las que trat¨® de dejar por mentirosos y manipuladores a los dos periodistas que le hab¨ªan visto con sus propios ojos.
El tono de indignaci¨®n con que el joven parlamentario desminti¨® lo sucedido y la desfachatez con que abronc¨® al medio por difundir aquella supuesta infamia fue sencillamente ignominioso. A un pol¨ªtico se le puede perdonar casi todo menos que robe o que mienta. P¨¦rez Huysman minti¨®, minti¨® alevosamente como lo hizo unas horas despu¨¦s el fundador de su partido al negar su presencia en una cacer¨ªa mientras se hund¨ªa el Prestige frente a las costas gallegas. Fraga tambi¨¦n acus¨® a quienes lo contaron de urdir una patra?a contra ¨¦l, porque siempre despreci¨® a los periodistas que le incomodan con la verdad. Entiendo que tenga sus octogenarias neuronas acostumbradas a enmascarar la realidad desde los tiempos en que ejerci¨® como ministro de desinformaci¨®n con Franco, pero que las nuevas generaciones del PP hereden esos h¨¢bitos resulta preocupante. Y me preocupa que, despu¨¦s de las disculpas y las sanciones impuestas por su propio grupo para amortiguar el golpe ante la galer¨ªa, el presidente de la Asamblea de Madrid presente al implicado como una v¨ªctima diciendo que ha sido maltratado, o que el propio Ruiz-Gallard¨®n, tras el pleno del mi¨¦rcoles, le d¨¦ una palmadita como si todo hubiera sido una chiquillada.
A esos chiquillos y al resto de los diputados, no me refiero s¨®lo a los del PP, les pagamos los ciudadanos para que nos representen dignamente y trabajen en nuestros problemas, no para que pasen los plenos en la cafeter¨ªa, se diviertan con el ordenador en sus esca?os o mientan como bellacos. Ah¨ª es donde nos fallan.
Lo de la chica de azul es anecd¨®tico.
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