Vivo contra todo pron¨®stico
Verdes prados, sotos y acantilados acompa?an al r¨ªo reci¨¦n salido de la ciudad hasta dar en el Jarama
El bajo Manzanares no es, por razones que est¨¢n en la mente de todos -o, m¨¢s bien, en el vientre de todos-, un r¨ªo como para zambullirse de cabeza y hacer alegres surtidorcitos con la boca. Pero una cosa es que no sea una escuela de sirenas y otra que no maraville hallar en sus riberas, justo a la salida de la ciudad que lo usa como cloaca, milagrosas dehesas, alamedas, saucedas, tarayales y acantilados donde el sol crepuscular arranca destellos de plata a los cristales de yeso.
Una larga lista de aves (180 especies), mam¨ªferos (17), reptiles (8) y anfibios (4) confirma el para¨ªso que se pierden quienes prejuzgan que el Manzanares, de Madrid pa'bajo, es un asco. Este tramo final del Manzanares, considerado por cuantos lo conocen como la joya del Parque Regional del Sureste, lo encontraremos a tres kil¨®metros de Rivas-Vaciamadrid, al final de la carreterilla que conduce hasta la Escuela Nacional de Protecci¨®n Civil.
Una larga lista de aves, mam¨ªferos, reptiles y anfibios confirman que el paraje es un para¨ªso
Poco m¨¢s all¨¢, descubriremos un puente y, por la pista que cruza el r¨ªo, nos echaremos a andar a trav¨¦s de una buc¨®lica dehesa de corpulentos fresnos, donde pacen vacas y toros bravos, reses sobre las que cabalgan, buscando par¨¢sitos, las garcillas bueyeras. Visto lo cual, nos pellizcaremos las carnes para verificar que estamos realmente en las afueras de Madrid, y no sesteando tras un documental de La 2.
As¨ª, como en un sue?o, nos plantaremos de s¨²bito ante los cortados de la Mara?osa, sobre cuyo espinazo se busca la vida -al igual que la garcilla sobre el torete- un pinar de repoblaci¨®n.
Al pie mismo del cantil, junto al viejo cortijo de Casa Eulogio, se nos presentar¨¢ una bifurcaci¨®n en la que tiraremos a la izquierda, para seguir rodeando el escarpe, ya sin p¨¦rdida posible, hasta el final de la jornada. Estos paredones de 60 metros, formados al evaporarse los lagos ricos en sales que anegaban Madrid en el Terciario, han sido erosionados por el r¨ªo y los meteoros hasta lo indecible, y el peligro de desprendimientos -como advierte un cartel- es tambi¨¦n muy real.
El acantilado yes¨ªfero, con sus mil grietas, oquedades y pin¨¢culos, no es s¨®lo un regalo para la vista, sino para la vida, pues en ¨¦l anidan halcones peregrinos, milanos negros, roqueros solitarios, collalbas negras, grajillas, chovas piquirrojas..., mientras que en el pinar cimero se emboscan zorros, gatos monteses y jabal¨ªes.
El bestiario del bajo Manzanares fue anta?o mucho mayor, a juzgar por top¨®nimos como el Sotil de los Lobos o el Rinc¨®n de los Ciervos. Y luego est¨¢n los huesos que han ido apareciendo, para pasmo de los paleont¨®logos, en las cintas continuas de las extracciones de ¨¢ridos: rinocerontes lanudos, mamuts, bos, tortugas del Mioceno...
Describiendo una kilom¨¦trica curva a la derecha por la base del cantil, con el Manzanares cada vez m¨¢s pr¨®ximo a la izquierda, la pista nos har¨¢ rebasar, como a una hora del inicio, la casa de los Conejos, una de las pocas que a¨²n siguen habitadas en la zona, si bien los restos de muchas otras edificaciones y casas-cueva evocan los d¨ªas no muy lejanos en que 500 familias de campesinos viv¨ªan de continuo en las vegas del Manzanares y del Jarama. Ambos r¨ªos confluyen poco m¨¢s adelante, en un espl¨¦ndido soto de sauces, tarayes y ¨¢lamos blancos, donde los ruise?ores, los carboneros y mil otras avecicas trinan como si festejaran la desbandada humana.
Como estaba advertido, un reciente derrumbamiento nos cortar¨¢ el paso por la pista, oblig¨¢ndonos a culebrear entre los bloques para salir al rato junto a una garita almenada -recuerdo de la Guerra Civil- y arribar, tras una hora y media de marcha, a la presa del Rey. A un lado, nace la Real Acequia del Jarama, que desde 1578 riega los cultivos de San Mart¨ªn de la Vega.
Al otro, se extiende la laguna del Porcal, una de las 30 graveras inundadas que salpican el Parque Regional del Sureste, haciendo de ¨¦l un formidable reclamo para las aves acu¨¢ticas. Pero de esto hablaremos largo y tendido cuando visitemos, pr¨®ximamente, la laguna del Campillo.
A s¨®lo 19 kil¨®metros de Madrid
- D¨®nde. Rivas-Vaciamadrid dista 19 kil¨®metros de la capital yendo por la carretera de Valencia (N-III) y tomando la desviaci¨®n se?alizada como Rivas-Este. En la misma salida, hay que volver a desviarse a la derecha siguiendo las indicaciones hacia Viveros ?ngel, continuar tres kil¨®metros hasta rebasar la Escuela Nacional de Protecci¨®n Civil y aparcar junto al primer puente sobre el Manzanares. La l¨ªnea 9 del metro, con parada en Rivas-Vaciamadrid, es una buena opci¨®n para los que deseen hacer la ruta en bicicleta.
- Cu¨¢ndo. Paseo de 12 kil¨®metros -ida y vuelta por el mismo camino- y tres horas de duraci¨®n, completamente llano y con una dificultad muy baja, recomendable en cualquier ¨¦poca del a?o excepto en verano, tanto por el calor como por los malos olores.
- Qui¨¦n. Juan Jos¨¦ Garc¨ªa es el autor de Cincuenta propuestas para el fin de semana, gu¨ªa de Los Libros de la Catarata (tel. 91 532 05 04), en la que se describen diversos itinerarios por el Parque Regional del Sureste. Tambi¨¦n puede consultarse la secci¨®n de rutas de la web de la asociaci¨®n ecologista El Soto: www.elsoto.org
- Y qu¨¦ m¨¢s. Cartograf¨ªa: hoja 19-23 del Servicio Geogr¨¢fico del Ej¨¦rcito, o la equivalente (582) del Instituto Geogr¨¢fico Nacional.
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