Ciudadano K

El antiguo secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger presidir¨¢ la Comisi¨®n que, por mandato del presidente Bush, investigar¨¢ los atentados del 11-S. Nadie espera que vaya a hacerlo, pero si se remontase lo suficiente, Kissinger podr¨ªa ayudar a esclarecer los efectos de la pol¨ªtica exterior dise?ada por ¨¦l a lo largo de los a?os setenta en el surgimiento posterior de figuras como la de Bin Laden.

Bush se hab¨ªa resistido a crear una Comisi¨®n de este tipo, como le ven¨ªa pidiendo el Congreso, por temor a que pusiera en evidencia la magnitud de los fallos de los servicios secretos y de seguridad. Por ejemplo, la conexi¨®n saud¨ª: 15 de los 19 terroristas identificados ten¨ªan esa nacionalidad, y la mujer del embajador fue utilizada para canalizar entregas de dinero. Fue Kissinger el primero en advertir que si los servicios secretos no hab¨ªan sido capaces de prevenir lo ocurrido significaba que ser¨ªa necesario un nuevo servicio. Tambi¨¦n fue de los primeros en lamentar que la obsesi¨®n por la pol¨ªtica interior hubiera llevado a los estadounidenses a "ignorar al resto del mundo".

Una investigaci¨®n seria sobre el 11-S no podr¨ªa dejar de constatar los fallos de inteligencia, pero tambi¨¦n los de una pol¨ªtica exterior, que ha tenido efectos como el surgimiento de Al Qaeda, criatura p¨®stuma de los movimientos integristas armados por Estados Unidos contra la URSS en Afganist¨¢n.

Bush no quiere, sin duda, llegar tan lejos, y por eso ha definido como objetivos de la Comisi¨®n mejorar el servicio hacia el futuro antes que indagar los errores del pasado. Si se trata de no indagar en el pasado, nadie mejor que Kissinger, cuya trayectoria y ocupaciones actuales como consultor de empresas interesadas en relacionarse con el poder no hacen de ¨¦l un adalid de la independencia de criterio. Y no parece que pueda llegarse muy lejos sin incomodar a los funcionarios p¨²blicos a los que la comisi¨®n tendr¨ªa que interrogar.