Juli¨¢n Besteiro: octubre de 1934
Juli¨¢n Besteiro naci¨® en Madrid en 1870 y falleci¨® en 1940. Fue catedr¨¢tico de L¨®gica en la Complutense, presidente del PSOE y de UGT, presidente de las Constituyentes de 1931. Estuvo preso en dos ocasiones: tras la huelga revolucionaria de 1917 y al acabar la Guerra Civil. Muri¨®, anciano y enfermo, en la prisi¨®n de Carmona, condenado a 30 a?os. Los autores del libro, padre e hija, son, respectivamente, catedr¨¢tico de Historia y documentalista.
'Juli¨¢n Besteiro. Nadar contra corriente'
Patricio de Blas y Eva de Blas. Algaba Ediciones (EDAF).
Los caballeristas se lanzaron decididamente por la senda de la bolchevizaci¨®n, pugnando por la purificaci¨®n del partido y la unidad proletaria para la conquista del poder
La posici¨®n de Besteiro y sus partidarios era contraria a la revoluci¨®n de 1934. Por eso defend¨ªan la permanencia en el Parlamento y el respeto a las reglas de juego de la democracia
El sector caballerista del PSOE ten¨ªa menos confianza que Besteiro en la sinceridad democr¨¢tica de las derechas parlamentarias. Esas derechas tampoco ignoraban los acuerdos de los organismos socialistas para defender "por cualquier medio" las instituciones republicanas y las conquistas revolucionarias del primer bienio. Indalecio Prieto lo hab¨ªa advertido solemnemente al comienzo del periodo legislativo.
Entretanto, los movimientos de signo fascista y totalitario (Falange Espa?ola, Bloque Nacional) multiplicaban su presencia y sus actividades. El 31 de marzo, una delegaci¨®n compuesta por Goicoechea, el general Barrera y los carlistas Olaz¨¢bal y Lizarza se hab¨ªa entrevistado con Mussolini y hab¨ªa conseguido ayuda econ¨®mica y armamento para la ultraderecha. ?ste era el ambiente.
Y en este contexto, la entrada de la CEDA [Confederaci¨®n Espa?ola de Derechas Aut¨®nomas], el partido cat¨®lico de Gil-Robles que no hab¨ªa votado la Constituci¨®n, en el Gobierno -con tres ministros, entre los que estaba el jefe de filas del partido como ministro de la Guerra-, el 4 de octubre, desat¨® la insurrecci¨®n del sector mayoritario de los socialistas. Era, precisamente, la se?al que esperaban. Bien lo sab¨ªan los cedistas.
En un discurso que pronunci¨® Gil-Robles, el 15 de diciembre en Salamanca, declar¨®: "Ten¨ªa la seguridad de que la llegada nuestra al poder desencadenar¨ªa un movimiento revolucionario. Era cosa sabida. Alguien me ha dicho que yo tuve culpa en el movimiento (...). En aquellos momentos en que yo ve¨ªa la sangre que se iba a derramar, me hice esta cuenta: puedo dar a Espa?a tres meses de aparente tranquilidad si no entro en el Gobierno. ?Ah!, pero entrando, ?revienta la revoluci¨®n? Pues entonces, que estalle".
Contrario a la aventura
Naturalmente, la posici¨®n de Besteiro era radicalmente contraria a esta aventura. Para evitar verse "envueltos en una responsabilidad que nos amargar¨ªa toda la vida" hab¨ªan dimitido ¨¦l y sus partidarios, en enero, de sus cargos en la Ejecutiva de la UGT. Por eso defend¨ªan la permanencia en el Parlamento y el respeto a las reglas de juego de la democracia. Y sin embargo, antes del movimiento de octubre, relata Saborit, todav¨ªa Prieto y Fernando de los R¨ªos visitaron a Besteiro en su casa e intentaron convencerle para que se incorporase a los puestos directivos y actuara al frente de ellos solidariz¨¢ndose con la revoluci¨®n en proyecto.
La entrevista, cuyos detalles expuso el propio Besteiro a sus compa?eros Trif¨®n G¨®mez, Lucio Mart¨ªnez y Saborit, fue tormentosa, y la negativa, rotunda. Es seguro que Besteiro no se recat¨® de echar en cara a sus interlocutores el apoyo que estaban dando a una revoluci¨®n con la que no estaban de acuerdo y de la que, de hecho, renegaron m¨¢s tarde.
La revoluci¨®n, es de sobra conocido, fracas¨® en Madrid y en la mayor parte de Espa?a; tuvo un ¨¦xito ef¨ªmero en Catalu?a, con un car¨¢cter m¨¢s nacionalista que revolucionario, y triunf¨® en Asturias, donde los obreros se adue?aron de ayuntamientos, minas y f¨¢bricas, y donde implantaron por unos d¨ªas la revoluci¨®n. El Gobierno encarg¨® al Ej¨¦rcito de ?frica la represi¨®n del movimiento y decret¨® una f¨¦rrea censura de prensa que impidi¨® a los espa?oles conocer las dimensiones exactas de la tragedia que all¨ª se hab¨ªa producido. Desde Madrid, por encargo del ministro de la Guerra, Diego Hidalgo, el general Franco se encarg¨® de coordinar la represi¨®n con una fr¨ªa crueldad que le hizo aparecer como el vencedor de los revolucionarios en la prensa de derechas.
Despu¨¦s vinieron los consejos de guerra y las ejecuciones. Algunos dirigentes, como Prieto y Margarita Nelken, pudieron escapar al extranjero; otros, entre los que se encontraba Largo Caballero, fueron encarcelados. Peor suerte tuvieron Gonz¨¢lez Pe?a y Teodomiro Men¨¦ndez, condenados a muerte.
Los socialistas contrarios a la insurrecci¨®n s¨®lo pudieron intervenir a favor de sus compa?eros para evitar que las sentencias se llegaran a ejecutar. En una reuni¨®n tormentosa de la minor¨ªa socialista presidida por Negr¨ªn se pidi¨® a Besteiro que encabezase una comisi¨®n que gestionara el indulto ante el presidente de la Rep¨²blica.
Besteiro intervino aceptando el encargo que se le hac¨ªa, pero conden¨® airadamente el movimiento de octubre como una aut¨¦ntica locura. Alguno de los presentes record¨® a Besteiro su participaci¨®n en la huelga de 1917. La gesti¨®n se realiz¨® y tuvo ¨¦xito. El presidente de la Rep¨²blica concedi¨® el indulto, que supuso, por disconformidad con la medida, el abandono del Gobierno por los ministros de la CEDA.
Como explica Alcal¨¢ Zamora en sus Memorias, "los m¨¢s moderados acudieron a pedir gracia llevando a su cabeza a Besteiro, quien volvi¨® a expresarme su agradecimiento; ¨¦l, que tan amenazado se vio por los elementos extremistas durante los d¨ªas de la rebeli¨®n en la que no tom¨® parte".
Alud¨ªa, sin duda, don Niceto a la agresi¨®n de que fue v¨ªctima Besteiro, que Saborit relata as¨ª: "J¨®venes con carn¨¦ de nuestra federaci¨®n asaltaron la vivienda particular de Juli¨¢n Besteiro, por fortuna acompa?ado en aquellos momentos por afiliados a nuestra Uni¨®n General de Trabajadores, que les obligaron a huir. Es conocido el nombre del que mandaba el grupo asaltante, muerto en la Guerra Civil".
A partir del fracaso del movimiento, las posturas en el seno del socialismo se extremaron. Besteiro perdi¨® mucha influencia ante una parte de los militantes que ve¨ªan en Largo Caballero y en los compa?eros que permanec¨ªan en la c¨¢rcel a los aut¨¦nticos defensores del socialismo. Los caballeristas se lanzaron decididamente por la senda de la bolchevizaci¨®n, pugnando por la purificaci¨®n del partido y la unidad proletaria como f¨®rmulas para la conquista del poder.
Para este sector del PSOE, la presencia en el Parlamento dej¨® de tener inter¨¦s, y, como hemos visto, Largo Caballero se opuso desde la c¨¢rcel a que la minor¨ªa volviese a la C¨¢mara, en contra de las exigencias de los dem¨¢s sectores del partido. Para ganarse a los dirigentes y militantes adictos al centrismo de Prieto y De los R¨ªos, e incluso a los partidarios de Besteiro, que ve¨ªan con temor y recelo esta deriva, desplegaron una ofensiva ideol¨®gica dirigida por Luis Araquist¨¢in y Carlos de Bar¨¢ibar desde los medios de prensa que controlaban y desde otros nuevos creados para el proyecto.
En esa empresa colaboraron Renovaci¨®n, el ¨®rgano de expresi¨®n de las Juventudes Socialistas; la revista Leviat¨¢n, creada y dirigida por Araquist¨¢in en mayo de 1934, y la revista, luego peri¨®dico, Claridad, fundada en 1935 y dirigida por Carlos de Bar¨¢ibar.
M¨¢s radicales se mostraron las Juventudes Socialistas, que publicaron y divulgaron el folleto Octubre, en el que ped¨ªan abiertamente la expulsi¨®n de los "reformistas" (l¨¦ase, de Besteiro y sus partidarios) y la exclusi¨®n de los "centristas" de los ¨®rganos de direcci¨®n del PSOE.
Para tratar de contrarrestar esa ofensiva, el sector partidario de Besteiro, con un activ¨ªsimo Saborit al frente, edit¨®, desde el 15 de junio de 1935, el semanario Democracia, que aparec¨ªa los s¨¢bados y que vino a sumar sus esfuerzos a la revista quincenal Tiempos Nuevos, dedicada a cuestiones municipales, que hab¨ªa fundado Saborit en abril del a?o 1934.
El peso de la pol¨¦mica lo llevaron las revistas Claridad y Democracia. En estos medios polemizaron, durante 1935, Araquist¨¢in (Claridad y tambi¨¦n Leviat¨¢n) y Besteiro (Democracia).
Dictadura del proletariado
El debate te¨®rico se refer¨ªa al concepto marxista de "dictadura del proletariado", pero, tras la pol¨¦mica te¨®rica, lo que se debat¨ªa en verdad era la t¨¢ctica que deb¨ªa seguir el socialismo en aquel momento. Araquist¨¢in sosten¨ªa una visi¨®n leninista de la toma del poder por un partido proletario f¨¦rreamente dirigido, lo que proporcionaba la justificaci¨®n te¨®rica que necesitaba la pol¨ªtica seguida por los partidarios de Largo Caballero: la bolchevizaci¨®n del PSOE.
Besteiro sosten¨ªa una interpretaci¨®n basada en las doctrinas de Kaustky, que ¨¦l cre¨ªa m¨¢s fiel al esp¨ªritu de Carlos Marx, seg¨²n la cual la conquista del poder se producir¨ªa por m¨¦todos democr¨¢ticos, y en su ejercicio el proletariado no habr¨ªa de emplear medios coactivos superiores a los que el mismo Estado burgu¨¦s emplea en dictadura seudodemocr¨¢tica. Se trataba, en fin, de la l¨ªnea gradualista dentro de las instituciones democr¨¢ticas que ya conocemos.
Con el fin de evitar un enfrentamiento que consideraba da?oso para la unidad del partido, el 17 de diciembre el Comit¨¦ Nacional del PSOE invit¨® a los directores de ambos semanarios a que desistieran de su publicaci¨®n.
Saborit accedi¨® a las indicaciones del comit¨¦ y suspendi¨® la publicaci¨®n de Democracia, por la unidad del socialismo. Araquist¨¢in, en cambio, no sigui¨® aquellas indicaciones y continu¨® la publicaci¨®n de Claridad, ahora convertida en un arma dial¨¦ctica contra la l¨ªnea centrista que hab¨ªa conseguido la mayor¨ªa en el Comit¨¦ Nacional del PSOE.
D¨ªas antes de la supresi¨®n de Democracia, otro partidario de la l¨ªnea defendida por Besteiro, Gabriel Mario de Coca, inici¨® la publicaci¨®n de Los Marxistas, que hered¨® la enemiga de Democracia y se convirti¨® en la bestia negra del ¨®rgano caballerista. La Agrupaci¨®n Socialista Madrile?a tom¨® cartas en el asunto: expuls¨® a Mario de Coca del partido y dirigi¨® dos escritos a Besteiro, el 26 y el 31 de diciembre de 1935, exigi¨¦ndole que desmintiera p¨²blicamente cualquier vinculaci¨®n, directa o indirecta, con la nueva revista, en cuyo primer n¨²mero aparec¨ªan unas declaraciones suyas, puesto que "ya se han publicado tres n¨²meros y no hemos recibido una explicaci¨®n espont¨¢nea de que nada tiene que ver".
Besteiro interpret¨® como una ofensa aquella requisitoria y se neg¨® rotundamente a cualquier explicaci¨®n. Ante aquella insistencia, en carta del 2 de enero de 1936, escribi¨® a la Ejecutiva de la Agrupaci¨®n: "Comprender¨¢n ustedes que, despu¨¦s del tiempo que llevo observando en el Partido Socialista una conducta cuya lealtad considero insuperable, es natural que me crea con derecho a alg¨²n mayor respeto que el que suponen esas sospechas a que usted alude (...). Ello no me ha de desviar de mi camino recto y claro. Y estoy seguro de encontrarme en ese buen camino al reiterarles ahora lo que ya les he manifestado en carta anterior, a saber: que no me creo obligado a dar explicaci¨®n alguna, y que, aun en el caso de verme obligado, no la dar¨ªa nunca despu¨¦s de la medida que han tomado ustedes con el se?or Coca, porque estimo que, en esas circunstancias, cualquier explicaci¨®n m¨ªa implicar¨ªa ensa?amiento con una persona que ha sido v¨ªctima de una sanci¨®n que considero muy grave".
La Ejecutiva socialista hab¨ªa convocado un congreso del partido para el mes de octubre de 1936. La direcci¨®n socialista, controlada desde diciembre de 1935 por Indalecio Prieto, se propon¨ªa celebrar en Mieres el congreso, en homenaje a los socialistas que se sublevaron en octubre de 1934.
Tal vez el congreso habr¨ªa podido sacar lecciones del fracaso de octubre; quiz¨¢ hubiera revelado una correlaci¨®n de fuerzas diferente... Pero es in¨²til hacer c¨¢balas sobre el resultado del mismo. No lleg¨® a celebrarse. El 17 de julio se sublev¨® el Ej¨¦rcito y estall¨® la guerra. (...)
Sensaciones agridulces
En abril de 1935 se produjo otro acontecimiento que dej¨® seguramente una sensaci¨®n agridulce en el ¨¢nimo de Besteiro. El domingo 28 pronunci¨® su discurso de ingreso en la Academia de Ciencias Morales y Pol¨ªticas, para la que hab¨ªa sido elegido en 1932. Niceto Alcal¨¢ Zamora dio la r¨¦plica al nuevo acad¨¦mico. El discurso de Besteiro es una exposici¨®n de su visi¨®n del marxismo, y es tambi¨¦n un an¨¢lisis de la realidad internacional y espa?ola desde ese punto de vista marxista. Era adem¨¢s un cap¨ªtulo m¨¢s en la pol¨¦mica que ven¨ªa manteniendo con el sector caballerista. Entresacamos este p¨¢rrafo: "Un partido socialista en el poder que, por las circunstancias que sea, no puede acometer la soluci¨®n de los grandes problemas econ¨®micos con su orientaci¨®n propia, corre gran riesgo de desdibujarse y confundirse con la psicolog¨ªa y los h¨¢bitos de acci¨®n propios de la burgues¨ªa intervencionista y reformadora. Y un partido socialista fuera del poder que acent¨²e el culto de la violencia, pero no se cuide de construir, al modo de los laboristas ingleses, un programa bien maduro de pol¨ªtica gubernamental, que comprenda puntos tan esenciales como la socializaci¨®n de las industrias principales y de las grandes explotaciones agr¨ªcolas; la socializaci¨®n de los transportes, de los establecimientos de cr¨¦dito y de las funciones principales del comercio, puede f¨¢cilmente degenerar en un reformismo revolucionario y violento de psicolog¨ªa y de actuaci¨®n muy semejante a la del fascio". Alcal¨¢ Zamora pronunci¨® uno de los discursos floridos que sol¨ªa, y al comentar la trayectoria de Besteiro, "juzgado unas veces como revolucionario y condenado otras por suponerle inclinado a lo contrario", destac¨® "lo constante, lo firme en su lucha", que es "la noci¨®n de la responsabilidad como caudillo y conductor de masas; la prodigalidad en el riesgo propio y la avaricia para el ajeno, ya sea de sus propias huestes, ya de v¨ªctimas extra?as; la convicci¨®n de que la fuerza y las revoluciones, medio eventual, obligado de todo partido, base de programa y dogma de ideario en el suyo, son necesidad extrema al servicio del bien general, sin mezcla de impureza; la pr¨¢ctica del desinter¨¦s que contempla, sin sentir la impaciencia del goce, la lejan¨ªa ineludible del triunfo...".
Dec¨ªamos "sensaci¨®n agridulce" en este acontecimiento de la vida de Besteiro. Lo agrio vino a continuaci¨®n, pues este discurso signific¨® el comienzo de la pol¨¦mica con Araquist¨¢in a la que nos hemos referido hace poco. Resultaba que Besteiro ven¨ªa a cubrir, en la Academia, la vacante dejada por Bugallal, que hab¨ªa sido ministro de la Gobernaci¨®n cuando Besteiro fue vejado en Villacarrillo y que pronunci¨® su discurso de ingreso en la Academia sobre el tema La inviolabilidad parlamentaria: su origen y naturaleza, sus l¨ªmites y sanciones posibles. Efectivamente, como Araquist¨¢in titulaba el primer p¨¢rrafo de su art¨ªculo contra Besteiro, hab¨ªa sido "una broma de Urania".
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