Petr¨®leo espa?ol en Argelia
Los ingenieros de Cepsa ponen en marcha en medio del desierto el yacimiento de Ourhoud
Los ingenieros de Cepsa ponen en marcha en medio del desierto el yacimiento de Ourhoud
Ourhoud era hace siete a?os un punto sin nombre en el desierto argelino, a 1.200 kil¨®metros al sur de la capital. Hoy es un campo petrol¨ªfero, el segundo m¨¢s grande del pa¨ªs, con una superficie similar a Madrid, en medio de una inabarcable extensi¨®n de dunas bajo una capa de yeso, cuyo rastro blanquecino aflora en cuanto se escarba un poco. La vista del visitante echa en falta alg¨²n rastro de vegetaci¨®n o, al menos, una roca que amenice el paisaje, que en verano reverbera bajo los m¨¢s de 50 grados cent¨ªgrados que aploman la zona.
La poblaci¨®n tambi¨¦n ha crecido a medida que el campo se iba poniendo en pie. Cuando se descubri¨® el yacimiento en septiembre de 1995 s¨®lo dejaban sus huellas sobre la arena el grupo de ge¨®logos y exploradores que sondeaban las profundidades de este desierto en busca de petr¨®leo. Atravesaban el mar de dunas en sus todoterreno orient¨¢ndose gracias al sistema de localizaci¨®n por sat¨¦lite (GPS) y pernoctaban en tiendas de campa?a, pues no hab¨ªa carreteras y la poblaci¨®n m¨¢s cercana era Hassi Messaoud, a 320 kil¨®metros al noroeste, desde cuyo aeropuerto se accede a los campos petrol¨ªferos de esta zona del Berkine Sahariano.
Hoy en el campo viven y trabajan 1.500 personas, aunque durante la construcci¨®n (que moviliz¨® el 80% de la maquinaria pesada del pa¨ªs) llegaron a ser m¨¢s de 4.500, que habitan barracones prefabricados conformando una verdadera ciudad en medio de la nada que, acertadamente, se denomina "base de vida". En ese oasis artificial dominado por los aparatos de aire acondicionado conviven ingenieros y trabajadores, argelinos y expatriados, como aqu¨ª se llama a los extranjeros, ya sean estadounidenses, japoneses, italianos o espa?oles. Hay comedores, piscina, gimnasio, biblioteca, campo de f¨²tbol, una promesa de jard¨ªn con brotes de palmeras azotadas por el viento y, por supuesto, una mezquita.
Duras condiciones
En Ourhoud se habla espa?ol. Tras su descubrimiento, Cepsa firm¨® un acuerdo en 1997 con la empresa p¨²blica argelina Sonatrach para explotar su riqueza: 230.000 barriles diarios que reportar¨¢n m¨¢s de 4,1 millones de euros al d¨ªa. Todo el que quiera hacer negocios en Argelia est¨¢ obligado a contactar con la todopoderosa Sonatrach, que ha firmado ya 44 contratos con 25 petroleras para la explotaci¨®n a trav¨¦s de sociedades mixtas de la inmensa riqueza de petr¨®leo y gas del pa¨ªs, y que le reporta el 97% de sus divisas. El poder de Sonatrach se hace visible en la designaci¨®n del m¨¢ximo responsable de todas las explotaciones.
Los m¨¢s de 30 espa?oles, todos ellos ingenieros o directivos, que viven aqu¨ª soportan con buen talante las duras condiciones del campo, que inici¨® este mes la producci¨®n. Trabajan 28 d¨ªas sin descanso a cambio de otras cuatro semanas de vacaciones. "La primera semana es la peor. Vienes de Espa?a, de estar con la familia, y te encuentras otra vez aqu¨ª, en medio del desierto. Menos mal que no paramos de trabajar. El trabajo espanta la nostalgia", dice Pedro Arias, director de operaciones de Cepsa en el campo.
Y es que si no se trabaja, en Ourhoud, y en la propia Argelia, hay poco que hacer. El terrorismo fundamentalista ahuyenta cualquier veleidad tur¨ªstica. De hecho, todas las instalaciones est¨¢n amuralladas y rodeadas con alambre de espinos. Los viajes hasta Hassi, de donde proceden la mayor parte de las provisiones, se deben realizar con escolta militar. Adem¨¢s del visado se exige un salvoconducto especial, el "pase del desierto", por lo que, salvo accidente grave, es imposible tomarse por sorpresa unos d¨ªas de vacaciones.
Sin embargo, esta semana a los ingenieros espa?oles les ha tocado hacer de gu¨ªas para un grupo de periodistas y de altos directivos de Cepsa. En su labor de cicerone, muestran con orgullo las instalaciones del CPF (Central Processing Facilities), el n¨²cleo donde se procesa el petr¨®leo que sale de los 50 pozos y desde el que se env¨ªa al oleoducto que viaja luego hacia los puertos de la costa. No es f¨¢cil sacar el combustible f¨®sil de la tierra. No basta con perforar y esperar a que se eleve como un sif¨®n negro. Es preciso reinyectar el agua y el gas del que viene acompa?ado el crudo extra¨ªdo para mantener la presi¨®n y que siga brotando. Y es que las entra?as de Ourhoud, pese a ser un desierto, esconden m¨¢s agua incluso que petr¨®leo.
La visita al campo se inscribe tambi¨¦n en la nueva pol¨ªtica del Gobierno de Abdelaziz Buteflika, empe?ado en demostrar que los peores tiempos del terror fundamentalista pasaron y que, aunque Argelia tardar¨¢ en ser un destino tur¨ªstico como el cercano T¨²nez, al menos las inversiones extranjeras est¨¢n seguras. Cepsa ha invertido en el proyecto m¨¢s de 700 millones de euros.
Ourhoud est¨¢ aislado pero sigue siendo territorio creyente. Es el mes del Ramad¨¢n y los cocineros tienen turno doble. Por la ma?ana deben preparar el desayuno y la comida de los t¨¦cnicos extranjeros. Cuando el sol se pone con la magnificencia que le presta el desierto, la cocina vuelve a poner sus hornos en marcha para dar de comer al ej¨¦rcito de argelinos que no han probado bocado (ni agua) durante el d¨ªa. El cumplimiento del ayuno es tan radical que cuando hace unos d¨ªas los operarios sufrieron una leve intoxicaci¨®n alimentaria y el m¨¦dico les dio, al comenzar la jornada, una p¨ªldora para cortar la indisposici¨®n, se la guardaron en el bolsillo y esperaron a la noche para tomarla. En Ourhoud tampoco se ve ning¨²n velo, pero por la sencilla raz¨®n de que no se hospeda ninguna mujer.
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