Fraga y los bombones esf¨¦ricos

No soy de los que en Navidad -o en cualesquiera otra ¨¦poca del a?o- precisan bombones esf¨¦ricos o mariscos gallegos para sentirme vivo. Por eso, que este a?o haya de v¨¦rmelas sin percebes, sin langostinos o sin almejas es algo que me preocupa bastante poco.

S¨ª me preocupa, sin embargo, que aquellos que me proveen, nos proveen, de tan suculentos manjares -me refiero a los mariscos, no a los bombones dorados, claro est¨¢- y que han hecho de ello su modo de ganarse la vida honradamente, no puedan tener motivos para sentirse, como yo, felices. A otros, por el contrario, no parece interesarles mucho todo ello. Mientras miles de familias gallegas abandonan obligadamente la pesca, otros retoman escopetas, perros y cartuchos y se van de fiesta cineg¨¦tica, entre ellos el m¨¢ximo responsable territorial y su consejero de Medio Ambiente. Para ambos el medio ambiente estaba en Aranjuez y no en la Costa da Morte.

Espero y deseo que los gallegos hayan aprendido la lecci¨®n. La democracia y sus procedimientos van a poner en sus manos la posibilidad de premiar o castigar.

?Qu¨¦ hay en Aranjuez que le interese al se?or Fraga m¨¢s que Galicia? ?Sigue en busca del tiempo servido, como rezaba el t¨ªtulo de uno de sus libros? Sospecho que as¨ª no lo va a encontrar.

Al final, me parece que Fraga y los bombones esf¨¦ricos son igualmente prescindibles.