Reforma, pero sin pasarse
Los afanes reformadores del presidente del COI chocan con el inmovilismo de la asamblea
El COI (Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional) es una roca y no un manzano como, ingenuamente cre¨ªa Jacques Rogge, el cirujano belga que hace 15 meses sucedi¨® a Juan Antonio Samaranch en la presidencia. Una roca s¨®lida y pr¨¢cticamente inamovible como el afanoso e impaciente Rogge ha descubierto, muy a su pesar, esta pasada semana en M¨¦xico. "Usted ha sacudido el manzano a ver cu¨¢ntas frutas ca¨ªan al suelo, pero ninguna manzana ha ca¨ªdo", le dijo gr¨¢ficamente el miembro israel¨ª Alex Gilady.
Los olimpi¨®logos, que son muchos, sabios y veteranos, ya se lo hab¨ªan advertido. Se lo dijeron antes del comienzo de la 114? Sesi¨®n del COI en el hotel Camino Real de M¨¦xico Distrito federal, propiedad del miembro ol¨ªmpico Olegario V¨¢zquez Ra?a. Le avisaron: en el COI no se puede ir as¨ª, como un toro embistiendo de frente los problemas, e, incluso, busc¨¢dolos donde no los hay; aqu¨ª hay que manejarse como hac¨ªa Samaranch, que comenzaba negando la mayor, la existencia del problema, y despu¨¦s lo elud¨ªa elegantemente. Claro que el consejo no le dec¨ªa nada a Rogge, llegado a la cima del movimiento de la mano del espa?ol pero con ideas propias y una imagen reformista muy medi¨¢tica. "Estoy aqu¨ª para conducir al olimpismo hacia una nueva era", dice.
En la sesi¨®n mexicana Rogge se somet¨ªa al primer plebiscito de los 116 miembros del COI por primera evz desde su elecci¨®n. Era una apuesta fuerte, un desaf¨ªo al basti¨®n conservador, que comenz¨® con un ¨¦xito resonante (s¨®lo seis miembros del COI se opusieron a la propuesta de la Comisi¨®n Ejecutiva de seguir prohibiendo las visitas a las ciudades candidatas para evitar tentaciones de corrupci¨®n estilo Salt Lake City) y termin¨®, como se esperaba, con una derrota clara en el asunto m¨¢s importante y revolucionario: la eliminaci¨®n de tres deportes del programa ol¨ªmpico, el b¨¦sisbol, el s¨®fbol y el pentatlon moderno. Desde 1936, desde que en Berl¨ªn se borr¨® el polo de los Juegos, ¨¦n el COI no se hab¨ªa planteado un tema similar. Pero la cosa se qued¨® en nada: el viernes por la noche, por mayor¨ªa aplastante, la asamblea del COI decidi¨® aplazar cualquier decisi¨®n hasta despu¨¦s de los Juegos de Atenas 2004, es decir, envi¨® el asunto al limbo de los justos.
La idea era bien sencilla y, al parecer, de sentido com¨²n. Desde 1984 hasta 2000, los a?os de oro del reinado de Samaranch, el hombre que convirti¨® al COI en una de las empresas m¨¢s rentables del mundo, los deportes ol¨ªmpicos de verano pasaron de 21 a 28, y el n¨²mero de deportistas en los Juegos subieron de 6.800 a 10.600. Para Rogge, los Juegos han alcanzado su techo. M¨¢s es imposible. El gigantismo es la gran amenaza, advierte. A este paso, s¨®lo las grandes potencias tendr¨¢n capacidad para organizarlos. hay que reducir, hay que reformar. Y hay deportes esperando que no pueden entrar si no eliminamos a alguno. Loables pensamientos que dejaron fr¨ªo al auditorio.
El auditorio ya estaba preparado para el rechazo porque desde que en julio la comisi¨®n de estudio presidida por Franco Carraro hiciera p¨²blico el informe recomendando el recorte las federaciones implicadas no han cesado de hacer campa?a en favor de sus deportes. Y unos d¨ªas antes de la sesi¨®n la asamblea internacional de federaciones ol¨ªmpicas y la asamblea de los comit¨¦s ol¨ªmpicos nacionales se hab¨ªan decantado por su mantenimiento.
Y aun sabiendo que ser¨ªa un imposible, Rogge mantuvo en el orden del d¨ªa del viernes la votaci¨®n sobre los deportes. Despu¨¦s de que un representante de cada uno de ellos abogara y argumentara en su favor, fue el turno de los asamble¨ªstas. Dos horas hablaron. Casi 40 miembros intervinieron, entre ellos la princesa Ana de Inglaterra y Manel Estiarte, que dijo que suprimir esos deportes arruinar¨ªa el sue?o de "muchos atletas j¨®venes" ( en Espa?a, la federaci¨®n de pentatlon contaba en 2001 con 370 licencias, y la de b¨¦isbol y s¨®fbol con 1.792: eran las dos con menos federados). Repitieron argumentos. Todos contra la eliminaci¨®n. Fue una demostraci¨®n de fuerza. Un abuso. Un aviso a Rogge, el papa, algo as¨ª como un no hay nada que hacer sin contar con los cardenales del deporte.
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