Cascos, qu¨¦ asco
Hace un par de noches, tuve un sue?o que no era s¨®lo m¨ªo, era tambi¨¦n del dibujante Forges, seg¨²n vi a la ma?ana siguiente en el peri¨®dico. En mi sue?o, yo era el piloto del batiscafo franc¨¦s, ese peque?o submarino de novela de Julio Verne que film¨® el coraz¨®n del Titanic y ahora ha bajado a ver el infierno del Prestige. Estaba muy guapo, con mi traje de neopreno y mi escafandra, pero mi misi¨®n era horrible: ten¨ªa que descender a ?lvarez-Cascos y estudiar sus profundidades abisales. No recuerdo con exactitud lo que vi, aunque s¨¦ que hab¨ªa grutas oscuras, pulpos transparentes y morenas que recitaban versos de Pem¨¢n; al respirar, la palabra c¨®lera sal¨ªa y entraba por las agallas de Cascos, que ten¨ªa un saco lleno de culebras negras y se dedicaba a perseguir e intentar devorar unos peces de su invenci¨®n llamados polancos. Finalmente, recuerdo que yo entregaba en el palacio de la Moncloa un informe de mil p¨¢ginas en forma de trabalenguas que no dec¨ªa m¨¢s que, una y otra vez, lo mismo: "El saco de Cascos es cosa que da asco. El saco de Cascos es cosa que da asco. El saco de Cascos es cosa que da asco". Fui detenido por los servicios secretos, que me embrearon, me cubrieron con plumas de codorniz y me soltaron en un coto de caza. En ese coto, que de pronto se transform¨® en una selva, hab¨ªa unos ind¨ªgenas con pinta de hechiceros que tocaban tambores rituales y gritaban: "Don Manuel, Don Manuel, Don Manuel", como si dijeran King Kong, King Kong. En el momento en que iba a ser abatido con unas escopetas de postas, me despert¨¦, gracias a Dios. Y, a la ma?ana siguiente, como ya he dicho, vi que Forges hab¨ªa tenido mi sue?o y lo hab¨ªa dibujado en EL PA?S. Qu¨¦ raro todo.
Los sue?os son as¨ª, siempre est¨¢n a punto de convertirse en pesadillas y siempre son so?ados por muchas personas a la vez, aunque ninguna lo sepa. No hay m¨¢s que ver, por ejemplo, lo que les ocurre a las personas que pretenden comprarse un piso en Madrid. Acu¨¦rdense de la pesadilla de los cientos que so?aron con tener una de las casas que les iba a hacer la constructora CPV; f¨ªjense en esas noticias que dicen que hay miles de viviendas vac¨ªas en la ciudad, metros y metros cuadrados que son como un agua estancada que pudre poco a poco el agua corriente, a trav¨¦s de una sencill¨ªsima operaci¨®n especuladora con pinta de delito mafioso: cuantos m¨¢s pisos se mantienen cerrados, m¨¢s caros se pueden cobrar los que est¨¢n en venta. A lo mejor Cascos, que es ministro de Fomento, pod¨ªa ver alg¨²n tipo de monopolio, parecido al que ve en otras cosas que le convienen, en esa acumulaci¨®n de metros cuadrados de las constructoras y grupos inmobiliarios. Igual la pr¨®xima vez que vaya de caza le podemos poner unos cuantos ciervos, perdices o jabal¨ªes a tiro, como le hac¨ªan a Franco. Lo digo siguiendo aquella m¨¢xima de Mel Brooks acerca de la necesidad de que los pol¨ªticos estuviesen enamorados y fueran felices: "Hay que conseguir que se lo hagan a sus parejas, o se lo har¨¢n al pa¨ªs". Bueno, pues lo mismo pero en plan cacer¨ªa.
El sue?o, transformado en pesadilla, de comprar un piso, tuvo un titular impresionante esta misma semana: "13.476 personas han solicitado ya uno de los 1.125 pisos de la EMV". Si segu¨ªas leyendo, te enterabas de que otros 30.000 ten¨ªan cita pedida para a?adirse a la lista, y segu¨ªan llegando aspirantes, cientos cada d¨ªa. ?No es alucinante? ?Cu¨¢ntos ser¨¢n al final, cuando se cumpla el plazo, dentro de nueve d¨ªas, los que soliciten un piso de protecci¨®n p¨²blica a la Empresa Municipal de Vivienda? ?40.000, 50.000? Si a 40.000 le quitas 1.125 te salen 38.875 personas que se quedan sin casa, que le sobran a Madrid. Pisos vac¨ªos y gente sin casa, qu¨¦ raro es todo, otra vez.
Contando gente sin casa me qued¨¦ dormido. ?Qu¨¦ sucede? Se oye un tumulto, hay sirenas de polic¨ªa y manifestantes que gritan a trav¨¦s de sus meg¨¢fonos: "Cascos, qu¨¦ asco; Cascos, qu¨¦ asco". Y se ve a Fraga llegar con un sombrero verde, gritando "La calle es m¨ªa" y con unas codornices colgadas del cintur¨®n. Por Dios santo, que alguien me llame y me despierte.
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