Bonito espect¨¢culo
Ni una tragedia tan sucia y est¨²pida como la del Prestige deja de tener aspectos de gran belleza. No me refiero, claro est¨¢, a las playas mil veces mancilladas ni a la c¨®lera justa de los vecinos. En toda tragedia hay siempre un punto que revela que aunque lo peor de la cat¨¢strofe est¨¢ a¨²n por llegar hay elementos que parecen dispuestos a congraciarse, a poner en manos del futuro la belleza y la entrega: as¨ª lo sent¨ª el primer d¨ªa en el que vi a un joven franc¨¦s haciendo autoestop para tratar de llegar a limpiar las playas de Mux¨ªa.
El joven no era el ¨²nico: eran miles los que como ¨¦l trataban de organizarse sin hacer mayor caso a los insultos y bravatas de unas autoridades que, no sab¨ªan, que la mano de obra ecologista es muy apreciada: aqu¨ª, en Andaluc¨ªa, sin ir m¨¢s lejos, no se podr¨ªan anillar los pollos de flamenco de Fuente de Piedra sin la colaboraci¨®n de los voluntarios.
Por lo que leo en los peri¨®dicos, muchos de los voluntarios extranjeros han recibido en Galicia un trato humillante, incluyendo aquellos que, adem¨¢s, formaban parte de los ej¨¦rcitos de sus respectivos pa¨ªses. ?Resabios de las Brigadas Internacionales?
No soy yo de los que creen que los incidentes colaterales cineg¨¦ticos de esta picaruela historia carecen de inter¨¦s. Lo tienen, y mucho. Galicia -como Andaluc¨ªa- es un pa¨ªs pobre que vive muy por encima de sus posibilidades, gracias, en buena parte a los recursos que sigue recibiendo de la UE. Los contribuyentes -padres, quiz¨¢ de esos ecologistas aqu¨ª rechazados- habr¨¢n recibido noticias frescas estos d¨ªas de c¨®mo se las gastan, a todo plan, muchos pol¨ªticos espa?oles, mientras sus hijos no pod¨ªan contar ni con botas.
Pero sobre toda esta historia, flota la perversa met¨¢fora de la larga estancia en el poder. No tengo claro que el poder corrompa, pero s¨ª creo que el poder entontece si se le somete a largas exposiciones.
Suena a demag¨®gico -y lo debe de ser-, pero contrasta mucho el esp¨ªritu generoso de los miles de j¨®venes que, sin conocerse, ponen rumbo a Galicia para echar una mano desde el primer momento. Mientras, con la marea negra a punto de llegar a las puertas de Galicia, lo primero que hacen los l¨ªderes de la Xunta y del Propio Gobierno consiste en organizarse un fin de semana a tiro y mantel. Los ministros responsables de Medio Ambiente, Consumo y Protecci¨®n Civil se vinieron a pasar tan ricamente el fin de semana a Do?ana. A eso no se le puede llamar precisamente entusiasmo.
Dentro de poco habr¨¢ nuevas elecciones en Galicia. Las urnas deber¨ªan servir para poner orden. Si no se aprovecha la oportunidad, nadie podr¨¢ creer que lo que hemos visto y o¨ªdo fuera real; ser¨ªan cosas de meigas. Lamentablemente, las autonom¨ªas espa?olas suelen convertirse en largos reg¨ªmenes clientelares, lo que permite su eternizaci¨®n en el poder. Pero lo de Galicia es ya demasiado: all¨ª no existe ni un solo peri¨®dico de oposici¨®n.
Esta imagen pol¨ªticamente primitiva, puede ayudarnos a entender muchas de las cosas que han sucedido en estas dos ¨²ltimas semanas. Es m¨¢s, no se entender¨ªa nada sin esta Galicia clientelar en la que Fraga pasea de la mano de su sucesor, aunque sin atreverse esta vez a encabezar un cortejo megal¨®mano de miles de gaiteros. Sin duda, hemos dado un bonito espect¨¢culo.
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