"La lengua est¨¢ por encima de cualquier ideolog¨ªa pol¨ªtica y personalismos"
Muestra cierta prevenci¨®n a que se le diga que su carrera ha sido fulgurante. Luego, de alguna forma, se rinde a la evidencia: el fil¨®logo y catedr¨¢tico V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha, asturiano, que pronto cumplir¨¢ 69 a?os, ingres¨® en la Real Academia Espa?ola (RAE) en 1992; ese mismo a?o, en diciembre, fue elegido secretario y en 1998 una mayor¨ªa absoluta le lleva a la direcci¨®n. Ayer renov¨® el cargo por otros cuatro a?os. De 29 votos obtuvo 26.
Pregunta. ?Todav¨ªa se resiste a reconocer que es una carrera mete¨®rica para una instituci¨®n en la que las cosas, como en palacio, van muy despacio?
Respuesta. Son coyunturas. Fui secretario porque no hab¨ªa otro. Al poeta Jos¨¦ Garc¨ªa Nieto le hab¨ªa dado un derrame y cuando entr¨¦ estaba en funciones el censor. Yo era joven y fue un voto de confianza.
"La lista de candidatos llamando a la puerta para entrar en la Academia es largu¨ªsima"
P. Ya, pero enseguida lleg¨® a director y antes de su llegada habr¨ªa muchos aspirantes.
R. Yo me entend¨ªa muy bien con Fernando L¨¢zaro Carreter, mi predecesor. Entonces lo que quer¨ªa la Academia era continuar la l¨ªnea de renovaci¨®n emprendida por ¨¦l y yo estaba muy pr¨®ximo. Comprend¨ªa su idea y ¨¦l me dejaba carta ancha y yo, mientras no me llamara la atenci¨®n, ejecutaba.
P. Usted se ha definido como un hombre de instituci¨®n y consenso. ?Son ¨¦stas las virtudes que le han aupado por segunda vez a este cargo?
R. Creo que s¨ª. No soporto las tensiones, vivo mal en medio de ellas. Me esfuerzo por crear un clima de amistad y me esforc¨¦ en que volvieran a la Academia miembros que hac¨ªa tiempo que no se acercaban.
P. ?Como qui¨¦n?
R. Camilo Jos¨¦ Cela, que hab¨ªa tenido sus peleas. Y s¨ª, soy un hombre de instituci¨®n. Sirvo lealmente a todas las instituciones, no a las personas, en las que he estado, como en la Universidad de Salamanca. Y la Academia es impagable, es la ¨²nica que viene del siglo XVIII y que ha pasado indemne en la agitad¨ªsima Historia de Espa?a. Y pasar indemne por la guerra civil tiene m¨¦rito.
P. ?C¨®mo le fue a la RAE con Franco?
R. Le cerr¨® el grifo cuando quiso destituir a los acad¨¦micos republicanos y la Academia hizo o¨ªdos sordos.
P. En estos a?os usted habr¨¢ tenido que torear con conflictos.
R. Como en toda familia. Pero aqu¨ª es f¨¢cil resolverlos porque es la casa de la palabra. Ahora vivimos momentos de armon¨ªa con espontaneidad.
P. ?De qu¨¦ se siente especialmente contento?
R. He tenido muchas satisfacciones, pero la mayor fue hace dos semanas cuando a la vuelta del congreso en Puerto Rico y M¨¦xico donde inauguramos nueva sede, L¨¢zaro Carreter escribi¨® en respuesta a mi informe: "Quiero resaltar no s¨®lo la importancia relevante que tiene la gesti¨®n del director, sino la importancia patri¨®tica e hist¨®rica que ha llevado a cabo con Am¨¦rica". Y L¨¢zaro Carreter no desparrama as¨ª como as¨ª los adjetivos.
P. ?Se refer¨ªa L¨¢zaro a su labor por la unidad del idioma?
R. Cuando fui nombrado director me dijo: "Te quedan dos cosas por hacer: consolidar la situaci¨®n econ¨®mica y Am¨¦rica". Eso coincidi¨® con la primera llamada del Rey, patrono de la RAE, para felicitarme. Ese d¨ªa yo ten¨ªa 39? de fiebre pero, claro, fui y me dijo: "Te voy a pedir una cosa: Am¨¦rica, de eso s¨ª que tienes que informarme". Fui all¨ª 30 veces y visit¨¦ las 19 academias hispanoamericanas, la filipina y la norteamericana. Eso en s¨ª no es nada. Lo que importa es el resultado, en donde ya entra la Academia: la pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica panhisp¨¢nica, donde todas, no s¨®lo la espa?ola, trabajan al servicio del espa?ol. Los tres grandes c¨®digos de la RAE, el Diccionario, la Gram¨¢tica y la Ortograf¨ªa, tienen que ser una obra conjunta y cuando hay que resolver una duda hay que hacerlo sobre la base de la demograf¨ªa, teniendo muy claro que los espa?oles somos la d¨¦cima parte, 40 millones, de 400 millones de hispanohablantes.
P. ?Y esto lo asumen todos?
R. Totalmente. Est¨¢ asentada la mentalidad de que trabajamos todos en pie de igualdad. Y despu¨¦s, cuidar los detalles. La Ortograf¨ªa se present¨® primero en Am¨¦rica, en Chile, donde se hab¨ªa tardado un siglo en aceptar como propia la ortograf¨ªa de la RAE. Se present¨® en pleno l¨ªo de Pinochet, con las tanquetas en la calle. Nunca he visto un acto tan emocionante, banderas espa?olas, los intelectuales en la calle... La lengua est¨¢ por encima de cualquier diferencia pol¨ªtica. No distingue de Gobiernos y reg¨ªmenes y yo voy al servicio de la lengua.
P. Eso puede dar lugar a malinterpretaciones.
R. Ya se ha hecho. Cuando fui a Cuba hace dos a?os algunos no lo entendieron.
P. ?Y cu¨¢l ha sido su momento m¨¢s delicado?
R. Fue muy duro personalmente cuando fracas¨® la candidatura de Caballero Bonald. Luego dec¨ªa lo que dijo Vargas Llosa: no nos flagelemos, el sistema democr¨¢tico tiene esto.
P. La solemnidad de la RAE ?no provoca que la sociedad la contemple con exagerado respeto y la sienta algo alejada?
R. Es muy tradicional en sus formas. A la gente le sorprende que empecemos la sesi¨®n de los jueves con las preces latinas. Pero ning¨²n acad¨¦mico ha dicho que por qu¨¦ no dejamos de rezar. Y es importante, porque toda auctoritas necesita de cierta liturgia ?Cree que esto ser¨ªa igual si nos present¨¢ramos en mangas de camisa? Pues no. M¨¢s all¨¢ de todo esto, la Academia es una casa de trabajo, una factor¨ªa ling¨¹¨ªstica. Y no se abre m¨¢s porque no podemos estar todo el d¨ªa recibiendo. Pero nuestra p¨¢gina electr¨®nica (y no digo web) recibe 12.000 visitas diarias y este a?o ha tenido 65.000 consultas.
P. A veces se ha dicho que es una casa conservadora.
R. Jol¨ªn, por no decir otra cosa. Creo que ahora es todo lo contrario. Es una pena que no se hayan grabado las sesiones plenarias para definir el sentido econ¨®mico del t¨¦rmino globalizaci¨®n por ver la enorme libertad de discusi¨®n. Por un lado estaban Juan Luis Cebri¨¢n y Vargas Llosa; enfrente, Jos¨¦ Luis Sampedro, Emilio Lled¨® y Ans¨®n.
P. S¨®lo hay tres acad¨¦micas.
R. Se elige en funci¨®n de las necesidades, no por cuota. Ahora se necesita un cient¨ªfico, y habr¨¢ que buscarlo donde est¨¦. En todo caso, la lista de candidatos de todos los campos llamando a la puerta para entrar es largu¨ªsima. Es la fuerza de la Academia.
P. ?C¨®mo est¨¢n sus cuentas?
R. Muy bien.
P. ?Qu¨¦ tarea le espera?
R. Para el 2005, como muy tarde, tener la Gram¨¢tica; empujar para que el Diccionario Hist¨®rico est¨¦ en 15 a?os; en cuanto acabe con usted llamar a la Academia de Chile, a compa?eros que est¨¢n enfermos, atender compromisos... ?Le parece poco?
Babelia
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