Descontrol
Joan Gaspart nunca pens¨® en ser presidente del Barcelona, y si accedi¨® al cargo fue exclusivamente por despecho de quienes se negaron a admitirle en su candidatura y por la vanidad de cuantos hab¨ªan pagado su silla en el palco mientras N¨²?ez ocupara el trono. Ocurri¨® que N¨²?ez tom¨® las de Villadiego y dej¨® a su junta en la estacada no sin antes despotricar contra una prensa a la que siempre hab¨ªa procurado utilizar, y despu¨¦s de fustigar a una administraci¨®n auton¨®mica de la que se mofaba por haberle roto el porr¨®n, el testigo que se iban pasando los presidentes del Bar?a bendecidos por la sociedad civil catalana.
No es de extra?ar que el ¨²ltimo acto de N¨²?ez como mandam¨¢s de la entidad fuera el de hacerle la campa?a a Gaspart, como diciendo: "Ya que no me dej¨¢is mandar, ser¨¦ yo quien elija mi sustituto". Aventado por N¨²?ez, Gaspart s¨®lo tuvo que cuidar de Bassat, que se resisti¨® a plegar velas a favor de la oficialidad, convencido como estaba de ganar, sin necesidad incluso de acudir a los comicios. Adulado por los poderes f¨¢cticos catalanes, Bassat fue v¨ªctima del nu?ismo sociol¨®gico, representado por Gaspart.
Bassat dej¨® como legado una frase que m¨¢s o menos ven¨ªa a decir que una persona que no es capaz de dirigir sus empresas no puede manejar un club como el Bar?a, testamento que Gaspart combati¨® con las mismas tretas que N¨²?ez ech¨® a Cruyff, como si fuera un mercader del templo, celosamente guardado por el socio, escarmentado de tantos aficionados como rondaban la caja.
As¨ª que Gaspart fue elegido presidente casi sin propon¨¦rselo y la mayor¨ªa de socios lo eligieron sin darse cuenta, simplemente, porque se hab¨ªan propuesto que no lo fuera Bassat, falto de discurso futbol¨ªstico, satanizado por rondar a Cruyff, cabeza visible de los se?ores de Barcelona que amenazaban de nuevo con conquistar el Camp Nou de la misma manera que procuran gobernar en el Liceo o en el Club de Polo. Para ganar, a Gaspart le bast¨® con fichar a Ant¨®n Parera para que controlara la maquinaria electoral. Nadie como un fontanero para asegurar los votos que durante 22 a?os mantuvieron a N¨²?ez como presidente. Las pe?as saben muy bien de qu¨¦ va el asunto.
La figura del pe?ista ha adquirido una dimensi¨®n desproporcionada en relaci¨®n a la del socio. Antes serv¨ªan de foro de discusi¨®n futbol¨ªstico y de apoyo incondicional al club, pero en los ¨²ltimos tiempos han sido fomentadas y utilizadas por la directiva como escudo y tambi¨¦n como arma contra el enemigo y, por su puesto, como garant¨ªa del poder establecido, a cambio de una mejor atenci¨®n en asuntos como el de las entradas.
La declaraci¨®n de las pe?as de Lleida pidiendo la dimisi¨®n de Gaspart se debe interpretar, consecuentemente, como s¨ªntoma de que el presidente ya no controla ni a sus seguidores, de la misma manera que el director de comunicaci¨®n no consigue que el presidente est¨¦ a gusto en la televisi¨®n; que el de seguridad es incapaz de garantizar la fiesta del Camp Nou; o el de recursos humanos no sabe como contener el gasto. El presidente no sabe manejarse con los aficionados ni con los profesionales.
A d¨ªa de hoy ya nadie quiere entrar en su junta y, sin embargo, hay cola para sucederle, de manera que para el barcelonismo es tan desgarradora la falta de una acci¨®n de gobierno como la manera que se pretende que nunca se ponga en marcha. Utilizar las pe?as contra Gaspart no s¨®lo obedece a la incapacidad del presidente sino al maquiav¨¦lico proceder de quienes aspiran a sucederle, que han decidido minarle el terreno, combati¨¦ndole con sus propias armas. La oposici¨®n se ha paseado por todos los pueblos que en su d¨ªa conquist¨® N¨²?ez sin querer enterarse de que el nunis?o sin N¨²?ez tiene el mismo fin que el cruyffismo sin Cruyff. Ya nadie piensa en el Bar?a sino s¨®lo en c¨®mo se debe gobernar el Bar?a.
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