?Qu¨¦ ha pasado?
Todos los analistas y observadores pol¨ªticos coinciden en afirmar que las elecciones no las ganan los partidos de oposici¨®n, sino que las pierde el partido en el poder. Este fen¨®meno ha sido un hecho en el reciente periodo democr¨¢tico en Espa?a desde 1977 a 1996. Es evidente que la UCD final, descompuesta y rota, dio paso a un PSOE ilusionante para millones de votantes, que gobern¨® adem¨¢s, durante tres legislaturas, sin tener un centro-derecha unido y coherente, a pesar de los m¨²ltiples, denodados y casi in¨²tiles esfuerzos que realizamos muchas personas desde diversas posiciones. La corrupci¨®n rampante de algunos altos cargos, nombrados por los Gobiernos socialistas, la inmensa soberbia de las c¨²pulas de los ¨²ltimos Gobiernos de Gonz¨¢lez -que parec¨ªan no comprender lo que los ciudadanos exig¨ªan- y las luchas internas de renovadores y guerristas pusieron el triunfo en bandeja a un PP refundado, bajo el liderazgo de Jos¨¦ M. Aznar, que tras perder por 14 esca?os en el 93, cuando crey¨® que ganaba, obtuvo la victoria en el 96, donde demostr¨® su capacidad de negociaci¨®n con CiU, PNV y EA, que refrend¨® de manera espectacular en 2000 al obtener una mayor¨ªa absoluta de 183 esca?os.
Todos recordamos que en los ¨²ltimos tiempos de Gobierno socialista, Felipe Gonz¨¢lez ningune¨® a todos los niveles a Jos¨¦ M. Aznar -con el que ten¨ªa y tiene unas p¨¦simas relaciones personales-, que a su vez utiliz¨® de forma continua el "v¨¢yase, se?or Gonz¨¢lez". Algunos ministros socialistas, no todos, cayeron en el rid¨ªculo del desacreditar, una por una, todas las propuestas econ¨®micas de la oposici¨®n popular, que ya ten¨ªa entonces un s¨®lido programa econ¨®mico con soluciones concretas que pronto se revelar¨ªan eficaces. Hoy como espectador -ayer actor modesto en los temas econ¨®micos- estoy muy sorprendido de c¨®mo se desarrollan los acontecimientos y deseo compartir algunas reflexiones.
No creo que nadie discuta los importantes logros macro-econ¨®micos y sociales de la primera legislatura del presidente Aznar. Resultar¨ªa pesado enumerar las cifras de crecimiento, reducci¨®n del paro, di¨¢logo social, control de la inflaci¨®n, intereses hipotecarios, reducci¨®n del d¨¦ficit, etc¨¦tera, etc¨¦tera. Hubo un hecho indiscutible: los electores as¨ª lo apreciaron en las elecciones de 2000, d¨¢ndole al PP una soberbia mayor¨ªa absoluta con el l¨®gico deseo de que profundizase en su pol¨ªtica econ¨®mica, que hab¨ªa aumentado la calidad de vida y el bienestar de los espa?oles y sobre todo, a mi juicio, en la regeneraci¨®n ¨¦tica prometida.
En esa sexta legislatura, primera de Aznar, hubo dos factores para m¨ª muy significativos. El primero fue la autoridad indiscutible e indiscutida de J. M. Aznar, presidente del Gobierno y del PP, que traslad¨® al Ejecutivo a la c¨²pula del partido (Cascos, Rato, Oreja y Rajoy) y a los pesos pesados del mismo que, tras much¨ªsimos a?os de oposici¨®n, estaban preparados para gobernar y ten¨ªan adem¨¢s los papeles preparados, las ilusiones intactas y una gran capacidad de di¨¢logo (Rato con CiU; Cascos con PNV; Arenas con los sindicatos, etc¨¦tera, etc¨¦tera).
El segundo fue la fiabilidad de las previsiones. Repaso con inter¨¦s las columnas que escrib¨ª en el desaparecido Diario 16 y en ?ltima Hora, y compruebo que en diferentes ocasiones felicit¨¦ a varios ministros econ¨®micos por pol¨ªticas concretas, y sobre todo al Gobierno por el cumplimiento de las previsiones presupuestarias. Nada extra?o, por cierto, en alguien que durante su vida p¨²blica como dirigente empresarial y parlamentario defendi¨® siempre el control del gasto y d¨¦ficit p¨²blicos como herramientas del necesario equilibrio presupuestario, que permitir¨ªan, a la larga, como as¨ª ha sido, una reducci¨®n de impuestos; pues siempre consider¨¦, y hoy m¨¢s que nunca, m¨¢s rentable para mi pa¨ªs y sus ciudadanos que el sector privado tuviese m¨¢s protagonismo que el sector p¨²blico, ¨²nica forma de competir en la aldea global.
Quiero recordar con qu¨¦ dureza ejerci¨® el PP en su d¨ªa la oposici¨®n y c¨®mo denunci¨® los m¨²ltiples abusos, corrupciones, tr¨¢ficos de influencia, comisiones ilegales para financiaci¨®n del partido en la etapa socialista. Siempre he cre¨ªdo, y defendido con escaso ¨¦xito por cierto, en la absoluta necesidad de transparencia de los protagonistas en la vida p¨²blica y me satisface much¨ªsimo que la justicia espa?ola, aunque lenta y probablemente imperfecta, como todos nosotros, haya conseguido retirar de la vida p¨²blica, y tambi¨¦n de la privada, a muchos de los que se consideraron por encima de la ley, amigos del poder de turno, y nos costaron, con sus frecuentes estafas, corruptelas y operaciones de tr¨¢fico de influencias muchos miles de millones que terminamos pagando todos los ciudadanos o los accionistas.
En la segunda legislatura de J. M. Aznar, y sobre todo en este ¨²ltimo a?o, tengo la sensaci¨®n de que algo est¨¢ cambiando, y desde luego me preocupan algunos hechos y actitudes. ?Qu¨¦ ha pasado?
Me parece bastante ingenuo no aceptar que la crisis econ¨®mica internacional est¨¢ afectando a Espa?a de forma importante -inflaci¨®n 4%, diferencial de inflaci¨®n 1,7, p¨¦rdida de competitividad, ca¨ªda del ahorro, incremento de la morosidad, crecimiento del d¨¦ficit de autonom¨ªas y ayuntamientos- y el utilizar medias verdades para disimular una realidad que los ciudadanos conocen y, a mi juicio, aceptar¨ªan mejor si se les diesen todos los datos con fiabilidad. Creo, ojal¨¢ me equivoque, que la presentaci¨®n de las cifras del Presupuesto 2003 fue claramente voluntarista y, desde luego, los objetivos excesivamente optimistas y de dificil¨ªsimo cumplimiento.
?C¨®mo se explica la coherencia de una pol¨ªtica de equilibrio presupuestario con la incoherencia de dar marcha atr¨¢s en las t¨ªmidas reformas laborales si se hab¨ªa, as¨ª fue y as¨ª se dijo, ganado la huelga? ?Y las subidas electoralistas de pensiones a unos meses de las elecciones municipales y auton¨®micas que han merecido las cr¨ªticas de patronal y sindicatos, ins¨®litamente de acuerdo, y que coinciden con la publicaci¨®n de estudios internacionales que demuestran la fragilidad del sistema espa?ol de pensiones?
No comprendo, por ejemplo, que el PP se niegue a que Juan Villalonga, ex presidente de Telef¨®nica, declare bajo juramento en el Congreso de los Diputados. ?Por qu¨¦? L¨®gicamente, el PP fue responsable de su nombramiento, desafortunado desde luego, pero supongo que de nada m¨¢s. Si alguien le utiliz¨®, al se?or Villalonga, como instrumento para contrarrestar -mediante la creaci¨®n de un grupo medi¨¢tico- el enorme poder de un grupo privado, como dir¨ªa un castizo "no partidario" del PP, all¨¢ ¨¦l, pues la responsabilidad final ser¨ªa del se?or Villalonga, que se prest¨® al juego, y de todos y cada uno de los miembros del consejo de administraci¨®n de Telef¨®nica, que aprobaron sus sucesivas propuestas. El presidente Aznar le nombr¨® pero despu¨¦s le oblig¨® a dimitir -cobrando una indemnizaci¨®n (?) multimillonaria que supongo tambi¨¦n aprob¨® el consejo de administraci¨®n. ?O no?-. ?Por qu¨¦ ahora no se le permite, con luz y taqu¨ªgrafos, responder a qu¨¦ hizo y c¨®mo lo hizo? Podr¨ªa explicar, estoy casi seguro, el origen de todos sus ingresos, las razones reales de las operaciones de fusi¨®n y sus eventuales beneficiarios.
?Qu¨¦ ha pasado, se?or presidente? Una admirable decisi¨®n suya -la de no ser candidato a un tercer mandato presidencial-, muchos cre¨ªmos le iba a permitir tomar, entre finales de 2002 y el oto?o de 2003, las decisiones estructurales econ¨®micas m¨¢s comprometidas de su programa, un compromiso con los electores. A usted no le ha temblado el pulso para reaccionar valientemente ante un atentado terrorista, para cambiar a sus colaboradores, y siempre afirma -le felicit¨¦ por ello en un breve encuentro- que s¨®lo piensa en Espa?a. ?Por qu¨¦ entonces ahora no aparece la coherencia econ¨®mica que existi¨® en la primera legislatura y, sobre todo, por qu¨¦ ese ninguneo, rayando en el desprecio, al l¨ªder de la oposici¨®n? Usted, estoy seguro que en su fuero interno, no desea otorgar el mismo trato al se?or Zapatero que usted padeci¨® del se?or Gonz¨¢lez. El tiempo pasa, usted es suficientemente respetado en la comunidad internacional -el centro-derecha franc¨¦s acaba de rendir un merecido homenaje a su labor pol¨ªtica- y joven para aspirar leg¨ªtimamente a muchas responsabilidades futuras, y ser¨ªa de agradecer que en la segunda parte de esta legislatura actuase usted con la coherencia, serenidad, eficacia y grandeza que nos gustar¨ªa, a mi juicio, a muchos de los que le votamos ayer y probablemente votemos al sucesor que el PP, a propuesta suya, elija.
Jos¨¦ A. Segurado es empresario.
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